Año y medio después del terremoto siguen existiendo edificios deshabitados con cordones de protección civil en muchas zonas de la ciudad. Caminar por la colonia Condesa permite tener una impresión muy clara del nivel del daño que sufrió la ciudad y sus estructuras. Es trágico reconocer que prácticamente es el mismo escenario que se veía en septiembre de 2017. En ese momento se reveló la tragedia y la emergencia, ahora es el abandono.

Ningún vecino (de los edificios mismos y de la zonas alrededor de ellos) sabe si los edificios abandonados serán demolidos y reconstruidos, arreglados, o simplemente se quedarán en ese mismo estado hasta que sus antiguos habitantes logren superar los trámites burocráticos necesarios para que algo ocurra o logren ponerse de acuerdo para tomar decisiones.

Los vecinos damnificados se han tenido que convertir en gestores con las autoridades, negociadores con las dependencias y los vecinos circundantes, intérpretes entre el gobierno anterior y el nuevo, administradores de su patrimonio y recursos, y —en casos más complicados incluso en abogados— para defenderse de las mismas autoridades y vecinos oportunistas.

Hay algunas piezas esenciales que han faltado en la reconstrucción: celeridad para trámites, información clara y oportuna, asesoría y coordinación.

A pesar las experiencias previas con terremotos, nos sigue costando mucho trabajo prevenir, pero también tener planes y actuar después de las catástrofes. Para alguien que pierde su casa es igual de terrible el día uno después del siniestro, que 18 meses después, y conforme pasa el tiempo parece que ya no es emergencia ayudarle a resolver nada.

El Edificio Basurto es una referencia de la arquitectura del siglo XX. Es un edificio con un gran valor porque representa una época, y es el mejor ejemplo de arquitectura art decó que existe a esa escala. La calidad de sus espacios y su vestíbulo único, al igual que su escalera principal nos permiten entender maneras de habitar; así como la relación de la arquitectura con la ciudad.

Francisco Serrano, Edificio Basurto, 1945. Tomado de CDMX Travel.

No todas las piedras importan, pero las piedras que cuentan partes de nuestra historia sí, nos permiten tener relaciones con nuestra ciudad, son referencias que están grabadas en la memoria.

El Edificio Basurto está en obra desde hace diez meses. Afortunadamente se encontraba en la categoría de edificios que podían arreglarse, porque eso no es una elección, es un hecho inamovible. Varios puntos han hecho posible que no sea uno más de los edificios abandonados y en ruinas: todos los habitantes del edificio han acordado de manera unánime los puntos más importantes (algo poco común en estos casos), y se ha valorado además del patrimonio individual, el valor que tiene el edificio para la ciudad sin escatimar en recursos para la seguridad del edificio, de sus habitantes y de los vecinos.

Francisco Serrano, Edificio Basurto, 1945. Tomada de Plataforma Arquitectura.

El proyecto estructural es del despacho de ingenieros de Colinas de Buen, quienes además de supervisar la obra, vigilan tanto los procedimientos constructivos como que los estándares de seguridad que exige el reglamento para este tipo de obra se cumplan de manera estricta.

Se tiene previsto terminar los trabajos para la celebración de los 75 años de su construcción en este 2019. El Edifico Basurto es una viejita que está siendo sometida a un trabajo quirúrgico de ortopedia, con toda la tecnología existente.

Lo que le pasó al Basurto, ocurrió también en muchos edificios en la ciudad, incluso más recientes. Con sismos de esa magnitud hay casos en los que se tiene que contrarrestar con más rigidez y eso es en lo que se está trabajando. Será un edificio más rígido, pero también más seguro que antes del terremoto.

Francisco Serrano, Edificio Basurto, 1945. Tomada de Arquine.

El simple hecho de que el Basurto esté ya en recuperación debería ser un motivo de alegría para todos. La ciudad no debería estar rota ni abandonada por ninguna circunstancia y los habitantes no deberían de perder sus viviendas. Los vecinos circundantes a edificios que se dañaron deberían sentirse tranquilos de vivir en una calle y ciudad más segura que tiene más vida porque los edificios vuelven a estar habitados y no se quedan como ruinas permanentes.