Ludwig Mies van der Rohe (Prusia, 1886-Estados Unidos, 1969) le dio forma al siglo XX en muchos sentidos: como arquitecto se le atribuyen una gran cantidad de innovaciones en cuanto diseño y filosofía de trabajo: la optimización de los espacios para la creciente urbanización de la vida diaria con una estética sencilla fue su principal distintivo, algo que sintetizó en su conocida frase «menos es más»; como docente, al frente de la Bauhaus y posteriormente como director del colegio de arquitectura del Instituto Tecnológico de Illinois de Chicago, se interesó en brindar las herramientas necesarias para las siguientes generaciones de arquitectos que solo la experiencia le dio.

Junto con otros nombres como Le Corbusier y Frank Lloyd Wright, Van der Rohe construyó un nuevo canon arquitectónico, cuya influencia todavía puede apreciarse en el trabajo arquitectónico contemporáneo, no por el peso de su legado en sí mismo, sino porque sus planteamientos han dejado en claro que muchos problemas espaciales a los que nos enfrentamos actualmente no son del todo nuevos.

Con motivo de su natalicio, preparamos una selección de sus obras arquitectónicas y de diseño industrial más importantes.

 

—Casa Riehl (1907)

Si bien Van der Rohe llegó a ser una eminencia en el campo académico, propiamente no cursó estudios de arquitectura en su juventud: gran parte de su contacto con los edificios y el proceso de construcción se debe a su labor como tallador de piedra —en el taller de su padre— y posteriormente en el estucado, donde se encargaba de dibujar y realizar los diseños. Estas actividades refinaron la percepción espacial del joven Van der Rohe, además de brindarle un panorama de los estilos arquitectónicos que predominaban en su natal Prusia y que posteriormente se complementaría con viajes.

A los 20 años ingresó al taller del arquitecto Bruno Paul como dibujante de detalles en mobiliario, y fue ahí donde consiguió su primer encargo: la casa Riehl, donde mantuvo elementos clásicos de la arquitectura de la época, como el techo a dos aguas; sin embargo, prescindió de ornamentos innecesarios, construyendo las bases de una postura sobre la arquitectura que con el paso del tiempo definiría.

 

—Silla Barcelona (1926)

A raíz de su nombramiento como arquitecto representante de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, realizó la silla Barcelona junto con la diseñadora Lily Reich, quien también se encargó del diseño de interiores y del resto del mobiliario para el pabellón.

El diseño de esta silla destaca por el dinamismo de su estructura, ya que tanto el respaldo como las patas están conformados por soportes curvos de acero inoxidable, algo que marca un contraste con la rígida geometría de los edificios de Van der Rohe, pero que se compensa con una paleta de color reducida, aplicada en los recubrimientos del asiento hechos con piel, dándole un carácter sobrio a la pieza.

 

—Silla 533 para Thonet (1927)

Thonet es considerada la primera empresa que produjo muebles bajo una dinámica industrial y ganó una gran presencia en el mercado no solo por la velocidad de producción que le proveía su tecnología, sino porque contaba con diseños exclusivos de nombres como Le Corbusier, Marcel Breuer y Mies van der Rohe.

El diseño de Van der Rohe para Thonet destacó rápidamente en el catálogo por una inusual composición: rompiendo totalmente con el esquema de las cuatro patas de la silla, el arquitecto creó un marco sin soportes traseros, cuyo asiento está únicamente suspendido por dos tramos de acero, que a su vez dibujan la base y el respaldo. El secreto de la silla 533 está en la solidez del marco de metal, que puede soportar el peso de un adulto promedio.

 

—Pabellón alemán para la Exposición Internacional de Barcelona (1929)

Tras los sucesos de la Primera Guerra Mundial, Van Der Rohe terminó en Rumania, una situación que lo separó tanto de su familia como de su primer estudio de arquitectura, el cual abrió en 1912. En su exilio, conoció a varios artistas asociados con el neoplasticismo: un movimiento holandés cuyo máximo exponente fue Piet Mondrian. El intercambio de ideas y las discusiones en torno a la forma esencial del espacio influyeron profundamente en el arquitecto, algo que es notorio en el diseño del pabellón con el que participó en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.

La Exposición Internacional de Barcelona de 1929 es un evento clave en la historia de la arquitectura, debido a que fue uno de los primeros esfuerzos por mostrar el panorama modernista que se estaba gestando en este campo. Durante un año, fue posible visitar 20 proyectos internacionales, aunque la exposición es recordada principalmente por la participación de Van der Rohe —con la colaboración de Lily Reich en los interiores—, quien presentó un pabellón donde reunió todos los preceptos de la arquitectura de su tiempo en un simple y elegante diseño geométrico.

 

—Casa Tugendhat (1929-1930)

La colaboración de Reich y Van der Rohe no empezó ni terminó con la Exposición Internacional de Barcelona, ya que ambos llevaron a cabo proyectos especiales de vivienda. Uno de ellos fue la Casa Tugendhat, construida en República Checa.

Con muros completamente blancos y ubicada en un entorno casi rural, la Casa Tugendhat cuenta con todos los espacios necesarios para la vida diaria, pero a la vez fue diseñada para brindar una vista general del paisaje. Frente a la sencillez de su exterior, las habitaciones cuentan con el diseño vanguardista de Reich y varias piezas de la silla Barcelona, entre otras piezas de mobiliario con un estilo similar.

Tras varias ocupaciones durante el periodo bélico, en 1955 la Casa Tugendhat se convirtió en propiedad del estado checo y en 2002 fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.

 

—Casa Farnsworth (1946-1951)

Con el ascenso del nazismo y al término de su gestión como director de la Bauhaus, Mies van der Rohe emigró a Estados Unidos y comenzó una nueva etapa en la dirección de la Escuela de arquitectura del Instituto de Tecnología de Illinois de Chicago, además de proseguir con su carrera como arquitecto, realizando proyectos de vivienda.

Uno de los más recordados de este periodo es la Casa Farnsworth: nombrado así por el apellido de la doctora que le comisionó el proyecto a Van der Rohe. Nuevamente, el arquitecto mostró su aprecio por la economía de recursos formales, cromáticos y materiales, pues prácticamente todo lo exterior de la casa se compone de acero y sus muros consisten en varias piezas de vidrio.

Un detalle a destacar es que el minimalismo del diseño no fue concebido al margen del paisaje del terreno: al disponer horizontalmente todos los espacios necesarios, el inmueble no obstaculiza la vista, mientras que en invierno, la blancura de la estructura permite que la casa se mimetice con la nieve.

 

—Crown Hall del Instituto de Tecnología de Illinois (1956)

La huella de Van der Rohe en el Instituto de Tecnología de Illinois no solo quedó en sus propuestas para mejorar los programas educativos, sino también en la identidad arquitectónica de su campus.

Considerada por diversos medios y especialistas como una referencia imprescindible de la arquitectura moderna, el Crown Hall de Van der Rohe retoma elementos compositivos que se habían visto en proyectos como la Casa Farnsworth: la estructura metálica —en esta ocasión negra— y los grandes ventanales se acoplan a una mayor escala, en la que los estudiantes y profesorado del instituto disponen de mayores espacios de lectura, investigación y labores administrativas. Con este proyecto, Van der Rohe probó que el funcionalismo del espacio no es ajeno a la estética, ni algo que solo pueda llevarse a cabo en los proyectos de vivienda individuales.

El edificio fue declarado monumento de la ciudad de Chicago en 1997 y Monumento Histórico Nacional en 2001.

 

—Edificio Seagram (1958)

Con varios proyectos exitosos, para finales de la década de 1950 Mies van der Rohe había logrado un reconocimiento a nivel mundial considerable, pero su incursión más notoria en el paisaje urbano aún estaba por llegar.

En 1953, la compañía Seagram se puso en contacto con el arquitecto para realizar su nuevo edificio de operaciones, que se ubicaría en el Park Avenue de Nueva York, una de las zonas más desarrolladas de la ciudad.

Con una altura de 157 metros y una robusta trama de acero de color negro, el Edificio Seagram no solo es uno de los proyectos más grandes de Van der Rohe, sino también un espacio de esparcimiento público emblemático de la zona, ya que el arquitecto diseñó una plaza frente al edificio con el fin de favorecer la circulación de los peatones, dándole un giro a la lógica urbana del momento en la que se le daba prioridad a la movilidad vehicular.

 

—Nueva Galería Nacional de Berlín (1968)

Mies van der Rohe volvió a Alemania a finales de la década de 1960, siendo ya reconocido como una de las figuras más célebres del panorama creativo de su tiempo, razón por la que el gobierno de Berlín le encomendó la construcción de un nuevo museo para el kulturforum: una de las principales zonas culturales ubicadas en el corazón de la ciudad.

Este edificio destaca por sintetizar al máximo los preceptos formales de Van der Rohe, dándole prioridad a la división interna del espacio expositivo, pero sin aislarse del entorno, ya que el proyecto está delimitado por amplias y gruesas placas de vidrio que le permiten al transeúnte ver lo que está en exposición en el momento.

—IBM Plaza (1973)

Con la experiencia en la construcción del Edificio Seagram, Van der Rohe trabajó en el IBM Plaza, ubicado en Chicago. Aunque el diseño no difiere mucho de otros proyectos de esa escala, el arquitecto logró erigir un edificio de 212 metros, con 52 pisos, siendo éste el segundo más alto construido en toda su carrera, ya que el Toronto-Dominion Tower —construido en Canadá en 1969— alcanza los 223 metros.

El IBM Plaza destaca por el gran valor histórico que ha cobrado a través de los años: es un edificio de referencia para comprender el periodo de modernización de Chicago, un elemento indisociable de la identidad de la ciudad y fue también el último edificio de estas proporciones que Mies Van der Rohe diseñó.