MEXTRÓPOLI es un evento que, a partir de exposiciones, actividades, recorridos e intervenciones en el espacio público de la Ciudad de México, propone cada año generar reflexiones sobre el entorno urbano y algunos de sus retos.

Para este año, MEXTRÓPOLI llevará por título Ciudad (in)sostenible y en cada una de sus actividades se alentará un diálogo sobre el entorno urbano, sus desafíos en la actualidad y las soluciones que están desarrollando los despachos de arquitectura en México.

Como parte de sus actividades, MEXTRÓPOLI 2020 preparó Ciudad (in)sostenible: 20 propuestas, exposición en la que se articula una reflexión sobre las formas en las que se construyen las ciudades y sus implicaciones en la crisis climática que enfrentamos actualmente. Los curadores seleccionaron 20 oficinas de arquitectos menores de 35 años que «son oficinas aún jóvenes, emergentes, como se les llama ahora, que se enfrentarán de manera más directa a los problemas que el cambio climático supone para la arquitectura y el diseño».

Debido a la contingencia por el COVID-19, la inauguración de esta exposición se aplazó; sin embargo, se habilitó un sitio web donde por medio de imágenes, textos y algunos videos se dan a conocer cada una de las propuestas. Además por medio de Zoom se llevaron a cabo diálogos con los arquitectos participantes.

Para conocer las implicaciones y los alcances de esta propuesta en línea, platicamos con el curador Alejandro Hernández, quien junto a Andrea Griborio curó la muestra.

—Las exposiciones, en tanto eventos que suceden en un tiempo y espacio específico, funcionan como un lugar de encuentro. ¿De qué manera el adelanto de Ciudad (in)sostenible se acopla al programa de la exposición física que se inaugurará en San Ildefonso en unos meses? 

Evidentemente fue algo inesperado. La muestra estaba pensada a partir de una exposición pública: una presentación audiovisual —el formato 20 imágenes, 20 segundos cada una y lo que cada participante quisiera decir al respecto. Al mismo tiempo, las 20 imágenes debían formar una más grande, más o menos coherente y unificada, que pudiera entenderse sin necesidad de recurrir al discurso presentado el día de la inauguración. Estaba abierta también la posibilidad de editar un pequeño catálogo con todas las imágenes. En eso, pues, ya había cierta idea de atravesar formatos. El encierro a causa de la pandemia nos obligó a posponer la presentación oral y la inauguración de la muestra en el Colegio de San Ildefonso.

Hasta ahora, a la exposición se han sumado nuevos formatos que incluyen un sitio web donde se pueden ver cada una de las láminas en conjunto, los 20 mosaicos que las conforman y leer una breve presentación hecha por cada oficina, un video también por cada oficina comentando su propuesta y que se han difundido en redes sociales, y el inevitable, en estos días, encuentro en Zoom, donde los participantes, además de presentar sus propuestas, dialogaron entre sí. Por supuesto que estos distintos formatos que se van sumando implican nuevas condiciones; con algunas —como presentar imágenes concebidas en un formato en la pantalla de una computadora o, peor, de un móvil— lidiamos de la mejor manera posible. Pero en general, en especial tras lo hablado en aquel encuentro en Zoom, me parece que todo esto se sumó a los cuestionamientos surgidos del tema de la crisis climática y la sostenibilidad.

Foto: PROYECTOR. Cortesía de MEXTRÓPOLI.

—¿Qué implica para el quehacer profesional de los arquitectos que más de la mitad de la población viva en ciudades?

En primer lugar implica pensar, una y otra vez, qué es eso a lo que llamamos ciudad. Ya se ha dicho, pero no está de más repetirlo: el que más de la mitad de la población mundial viva hoy en ciudades o, mejor, en entornos urbanos, no quiere decir que todos vivan en las mismas condiciones. Vivir en un barrio central con todos los servicios en la mayoría de las ciudades hoy resulta un lujo para cierta minoría, mientras que muchas otras personas viven en periferias o en zonas devastadas que no garantizan ninguna de las ventajas que tradicionalmente asociamos con la idea de ciudad. Y muchas veces se piensa que el problema se debe a que esas partes no son suficientemente ciudad, cuando acaso habría que reflexionar si las ciudades no son, siempre, las dos cosas juntas: que los barrios caros y bien servidos necesitan de las zonas marginales para funcionar como funcionan. Eso no implica, por supuesto, aceptar tal cual a la ciudad, al contrario.

Habría que cuestionar radicalmente algunas nociones que parecen fundamentales para la idea misma de ciudad. Por ejemplo, la idea de densidad es como un mantra que varias voces desde el urbanismo y la arquitectura repiten casi como un acto reflejo, como respuesta a cualquier problema: crisis de la vivienda, desplazamiento y expulsión de poblaciones, crisis climática, pandemia… Respuesta: Hay que densificar. Y quizá lo que hay que hacer es preguntarnos qué es densificar, qué tanto, cómo, dónde, y poner atención, también, en el territorio extra que requiere una ciudad, grande y densa, para producir lo que consume y procesar lo que desecha. Así, me parece que lo que implica para los arquitectos, jóvenes o no, es, en principio, asumir una actitud crítica ante todo aquello que damos por hecho al pensar en la ciudad.

Foto: Ana Nuño de Buen + Luis Young. Cortesía de MEXTRÓPOLI.

—Frente a la emergencia sanitaria que enfrentamos actualmente, surgieron varias iniciativas por parte de instituciones públicas y privadas con el fin de mantener un vínculo con los públicos, por medio de exposiciones virtuales, piezas de video, etcétera. En términos arquitectónicos, ¿crees que este panorama expositivo orientado hacia lo digital va a tener una repercusión significativa a corto y largo plazo? 

Resulta mucho más fácil ver pinturas o esculturas originales reunidas en una exposición en otro lugar distinto a aquel que normalmente ocupan que pensar en un edificio desplazado de su sitio. Si eso ocurre, de manera excepcional, no es para viajar a una exposición en otra parte. Así que en arquitectura ya tenemos costumbre de ver exposiciones donde se muestran dibujos, fotografías, maquetas o videos de un edificio que está en otra parte.

Siendo muy esquemático, la posición ante este hecho se divide en dos extremos: quienes sostienen que el edificio es la arquitectura y que sólo quienes lo visiten personalmente tendrán acceso a la experiencia entera de la arquitectura, y quienes pensamos que el edifico es solo parte de la arquitectura, junto con los planos y las ideas y otras cosas más.

Si pensamos que la arquitectura europea del siglo XVI cruzó el Atlántico en barco, impresa en tratados y grabados, o que la arquitectura de Le Corbusier llegó a San Ángel gracias a las fotos en blanco y negro del estudio de Ozenfant que O’Gorman vio en un libro, la digitalización y la virtualización de las exposiciones de arquitectura podría entenderse como otra capa de información. La influencia de aplicaciones como Instagram o de sitios web que presentan las últimas novedades con una velocidad abrumadora ya era notoria desde antes en el aprendizaje y la práctica de la arquitectura. Por supuesto, Pinterest no es la galería de un museo y las fotografías de edificios vistas por millones cada día están muy lejos de ser el compendio crítico o programático —o ambos a la vez— de historiadores como Sigfried Giedion o Reyner Banham.

Que hoy museos y galerías, institutos y escuelas deban hacer uso de los mismos recursos que aquellas plataformas han utilizado seguramente con mayor eficacia y alcance, abre la posibilidad de enriquecer un contenido a veces escaso. Lo hemos visto en estos días, aunque la saturación ha sido una sombra inevitable. Si esto ayuda a generar mejores formatos para difundir otros contenidos, quizá pronto una exposición de arquitectura pueda verse, además de en el lugar en que se monte, en cualquier otra parte, incluso en los edificios de que se trate.

MEXTRÓPOLI se llevará a cabo del 5 al 7 de septiembre. Para más información, consulta su página oficial: https://www.arquine.com/eventos/mextropoli-2020/