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Cubo blanco. Tomada de I Do Art.DK.

La escritura crítica en la red. 4 especialistas opinan

Especial 27.04.2020

Revista Código consultó a cuatro destacados escritores de la escena mexicana sobre el estado de la crítica de arte en la red.

Entre el 2015 y el 2016, surgieron varias plataformas digitales y conversatorios dedicados a la crítica de arte, sin embargo, en la actualidad, parece que la reflexión sobre el papel de la crítica en el contexto artístico-cultural de México ha tomado otros caminos en nuevos espacios.
¿Es este el momento adecuado para replantearse los formatos bajo los que se realiza y difunde la crítica? ¿Qué otros factores influyen en la recepción de discursos críticos?
Revista Código consultó a los críticos Daril Fortis, María Virginia Jaua, Daniel Montero y Sandra Sánchez sobre este tema a partir de una pregunta eje:

Como profesional que trabaja en el desarrollo de algunas de las propuestas más relevantes en el panorama nacional, ¿qué aspectos considera necesarios para que la crítica de arte en México sea escrita y leída? El orden se sus respuestas es alfabético. 

—Daril Fortis (Tijuana, Baja California, 1988)

El problema de la crítica en México es más complejo de lo que se propone en la pregunta, no es solamente un asunto de escritura y lectura. Tenemos que entender que en el ciclo de la crítica conviven diversos agentes y procesos, críticos, público, canales de distribución, mismos que implican otros profesionales.
La crítica debe constituirse como un ejercicio de escucha que atiende las diferentes formas en las que el público se aproxima a la información y se relaciona con el arte. No podemos seguir reduciendo el ejercicio crítico a un género literario, donde la escritura es su vehículo exclusivo. Es necesario discernir las variadas formas de consumirla, a través de las redes sociales, la imagen, el video.
Una pregunta medular es: ¿cómo podemos diversificar los formatos de la crítica? Me parece importante advertir las sensibilidades del público y elaborar estrategias que fortalezcan los canales de difusión y distribución de la crítica.
La educación del público es fundamental, ofrecerle herramientas para que sea capaz de complejizar su experiencia con el arte, promoviendo la transformación de ese público interesado-curioso en uno informado, exigente y crítico de la crítica. En eso, es importante recordar que la crítica es precursora de la discusión, es vital reconocer que los procesos comunicativos no son continuos ni transparentes, pero es precisamente esa falla el lugar de encuentro de ideas, perspectivas y de la construcción colectiva de la reflexión.
Finalmente, pero no menos importante, la remuneración del trabajo de los profesionales del arte, incluido el crítico, es todavía un asunto pendiente.

* Daril Fortis es escritor, curador e investigador de arte. Ha colaborado con diferentes instituciones culturales como la Secretaría de Cultura de Coahuila, el Centro Cultural Tijuana, el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas, Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca; espacios e iniciativas autónomas como Shaped in Mexico, Festival Internacional de Fotografía Tijuana, Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo, 206 Arte Contemporáneo, Salón ACME, entre otras. Fue cofundador de Periférica, organización fundada en el 2014 en la ciudad de Tijuana, dedicada a la generación, distribución y preservación de contenidos relacionados con las artes visuales en la región norte de México. Nació y vive en Tijuana.

 

—María Virginia Jaua (Madrid, 1971)

Por un lado, si pensamos a largo plazo, el verdadero ejercicio del pensamiento crítico solo puede darse como resultado de un buen sistema educativo. Uno de los problemas en México, hay que decirlo —aceptarlo para poder resolverlo—, es que el nivel de la educación hace que los estudiantes arrastren graves problemas de lectura y de expresión escrita que más tarde, cuando esos estudiantes se convierten en artistas o en investigadores, son muy difíciles de revertir. Diría que uno de los principales problemas para que se lea (y no solo me refiero a la crítica de arte, sino a la poesía, la novela, el ensayo, la historia, la filosofía, la antropología, la ciencia, etcétera) y, a partir de ahí, se produzca crítica, debe atender el sistema educativo desde los niveles más básicos. Sé que suena a una paradoja irresoluble o utópica, pero no lo es. La mejora de la educación es una tarea pendiente del Estado mexicano. Esperemos que con el cambio de gobierno esta necesidad urgente sea atendida. […]
Por otro lado, en un sentido más inmediato, se requiere que las instituciones culturales públicas y privadas entiendan y atiendan la necesidad de apoyar proyectos de crítica independientes como Campo de relámpagos. Esta revista no existiría sin la colaboración y el compromiso de ARTIUM (Museo de Arte Contemporáneo de Vitoria). Este museo ha asumido el compromiso y la responsabilidad de sumarse a este proyecto y lo ha hecho desde el respeto absoluto a la libertad y la independencia editorial.
Lo he dicho en numerosas ocasiones, pero hay que volver a insistir en ello. Es importante que las instituciones apoyen proyectos independientes de manera desinteresada. ¿Por qué? Porque para que exista un sistema artístico y cultural sano, deben existir entidades en las que se pueda ejercer la crítica y el pensamiento al margen de la institución. Esto quiere decir que no estén sometidas a intereses propios. Como sucede en un gran número de publicaciones (suplementos culturales o revistas de museos) que supuestamente son críticas pero que en realidad lo que plantean es una publicidad encubierta.
Actualmente vemos cómo irrumpen los totalitarismos, los populismos y los pensamientos únicos, somos testigos de cómo los medios de comunicación de masa y las redes sociales manipulan la opinión en aras de múltiples intereses económicos y políticos. Todos estos «medios» distraen y producen «cháchara» y «ruido». También por esa razón es necesario apoyar y sostener los espacios que ofrecen una resistencia al «ruido», al dar el tiempo y las herramientas para el análisis, la reflexión y el ejercicio del pensamiento.

 * María Virginia Jaua es escritora, editora e investigadora cultural. Vive entre Madrid y la Ciudad de México. Ha desarrollado diversos proyectos editoriales ligados al arte, la literatura y a la cultura en general. Desde 2007 dirige la revista online de crítica y análisis cultural Salonkritik y la revista de literatura Líneas de fuga. Ha sido jefe de redacción de la revista Estudios Visuales.
Forma parte del grupo de trabajo e investigación de la Sorbonne Nouvelle: Écritures de la modernité. Ha publicado recientemente el libro que compila textos del teórico español José Luis Brea El cristal se venga / textos artículos e iluminaciones en la colección Académica de la Fundación la Colección Jumex.
Ha colaborado con artistas y músicos y escrito numerosos textos de crítica de arte, literatura, cine y música y es en el entrecruce de estas disciplinas en donde se centra la mayor parte de su trabajo.
Imparte seminarios, talleres y conferencias sobre arte, escritura, nuevos medios, Estudios Visuales y análisis de la imagen en México y en España.

Daniel Montero (Bogotá, 1980)

Desde mi punto de vista esa pregunta supondría que la crítica de arte no es escrita ni leída en la actualidad en México, un asunto que habría que evaluar en principio para ver si es verdad o no, y a partir de ahí hacer un diagnóstico. Por otro lado parte de otra suposición: la de que toda crítica de arte es escrita y leída. Ese modelo no considera, por ejemplo, si un video de Youtube puede ser considerado como crítica de arte y pensar si la crítica en la actualidad también es dicha y escuchada. Además yo cuestionaría la misma «necesidad» de la crítica de arte, al menos como se está planteando en esa pregunta, para pasar a pensar más en su función.
Antes de entrar dar una «fórmula» para que sea «leía y escrita», hay que preguntar cómo es que la crítica de arte puede ser posible en el presente, qué tipo de enunciados puede producir y cómo es que está afectando o no las maneras de percibir en el arte hoy. Ese asunto, a pesar de que se ha tratado intensamente, no ha producido mucho sentido en los últimos años. Es evidente que los sucesos que han traído varios escándalos ya famosos en el mundo del arte local han mostrado que la crítica de arte sí se lee y sí se escucha. Lo que creo que está pasando es que la crítica y sus medios se están transformando y nos cuesta poder describir qué es lo que está pasando con ellos y cómo se ha alterado el espacio público. O mejor, porque se ha alterado el espacio público se ha transformado la crítica de arte.
Es claro que el modelo ilustrado de un argumento razonado escrito para la crítica está en crisis, no porque haya dejado de existir, sino que en términos de eficacia (habría que leer eso como una influencia general) para mucha gente ya no está funcionando: por una parte se ha regresado a una especie de modelo de crítica (si es que es crítica y no más que un comentario sobre el arte) que existía en la primera mitad del siglo XVIII mezclado con una serie de supuestos sobre lo que debería ser el arte (belleza, trascendencia) que han provocado una fórmula: intentar separar el arte de lo que no lo es, para volver a un reconocimiento de una práctica que se cree humanista. Por otro lado hay una hiperintelectualización del argumento crítico que más que dar luces sobre un asunto o incluso describir un fenómeno, más bien parece que lo justifica. Otra posibilidad es la descripción general de un acontecimiento o la queja institucional. Así, habría que ver qué tipo de preguntas se está haciendo la crítica de arte en el presente y que efecto está teniendo en las prácticas, en los sujetos y en las instituciones.

* Daniel Montero es investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es autor del libro El Cubo de Rubik: arte mexicano en los años 90. Radica en la Ciudad de México. 

 

Sandra Sánchez (Ciudad de México, 1988)

México es un territorio con diferentes problemas y necesidades. En el campo del arte contemporáneo esta característica no es excepción.
La encrucijada es antigua, ¿cómo hablar de particulares en una discursividad global como es el arte contemporáneo? Propongo empezar por no forzar narrativas. Hay artistas, teóricos y libros de cabecera en esta disciplina, pero sus propuestas pueden ser o no ser pertinentes para un contexto específico (geográfico o institucional).
A partir de ciertas ideas se pueden generar híbridos que produzcan algo nuevo; pero no pasa nada si una teoría de moda y pertinente para cierta comunidad es inútil o problemática para otra.
Esto nos lleva a un paso anterior. Quien escribe, imagina con quién quiere comunicarse. La intención no es restringir la posibilidad de diálogo a un sector, sino establecer un marco que incluye no solo un aparato crítico específico, también una comunidad deseante: ahí están los lectores.
Las comunidades no son islotes utópicos libres de conflicto, más bien preexisten (en su deformidad) a la escritura misma (también deforme). Hay que poner el cuerpo entre otros cuerpos para ver en qué posición nos encontramos. Con esto no quiero decir que la crítica deba necesariamente convertirse en una crónica o en un ejercicio sociológico. Lo que quiero apuntar es que los objetos y acciones que produce el arte siempre se encuentran en medio de situaciones que los rebasan y que dictan una materialidad temporal «autónoma».
«En medio de» es donde muchas veces se encuentran las preguntas, los problemas y las particularidades que permiten el desarrollo de una crítica y una escritura en términos propios.
Ya un par sostuvo que producción, distribución y consumo no son momentos distintos de un proceso. Se mezclan entre sí, ¿se ve?

* Sandra Sánchez escribe sobre arte contemporáneo. Coordina Zona de Desgaste, un espacio dedicado al estudio de la estética y del arte. Junto con Eric Valencia organiza el Cuarto de los Ojos Sucios, un programa dedicado a la discusión de pintura contemporánea. 

 

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