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Arte en la red. Reflexiones y estrategias. Parte II

Especial 26.08.2020

En esta entrega invitamos a galeristas, directores de museos y críticos de arte a reflexionar sobre la experiencia del arte en el entorno digital.

Uno de los efectos que el COVID-19 ha traído es la intensificación de actividades que se llevan a cabo en el entorno digital. Tal ha sido el caso de la mayoría de los programas públicos relacionados con el arte y la cultura.

No es que antes el arte no haya estado ya en contacto con el mundo digital. De hecho desde fines del siglo pasado varios artistas empezaron a usar internet como herramienta creativa; y en esta década no solo ha sido un formato asimilado a las prácticas artísticas sino uno de los más frecuentes para su difusión.

Con la contingencia actual, varios centros culturales, al verse imposibilitados de recibir a sus públicos, mudaron sus programaciones o crearon nuevas actividades para verse específicamente en línea.

Hoy, algunos museos y galerías están retomando, poco a poco, sus actividades —llevadas a cabo con protocolos y medidas de seguridad sanitaria hasta ahora inéditas—. Como aún no es nada claro si llegará el momento en el que volveremos a una normalidad parecida a la que vivíamos antes de la contingencia sanitaria, es de prever que espacios como museos y galerías continuarán apoyando su programación con álbumes de imágenes, visitas guiadas en video y con otros formatos digitales promover la experiencia del arte.

Aún es pronto para conocer todos los efectos que la pandemia tendrá en las disciplinas creativas, pero en este especial invitamos a galeristas, directores de museos, críticos de arte y escritores a reflexionar sobre los efectos del COVID-19 en su quehacer cotidiano, y sobre la experiencia del arte en la red.

El orden es alfabético. Presentamos este especial en dos partes.

 

 

Archivo Colectivo | Bernardo Saenger, director

Foto: Cortesía.

—Experimentar el arte a través de la red ha sido una tendencia en ascenso en las últimas décadas, que la contingencia sanitaria ha exacerbado. Ferias, museos y demás eventos culturales y artísticos han tenido que mudar sus programas al entorno digital.mEste contexto, ¿que ha representado para Archivo Colectivo? ¿Qué crees que supone esta nueva realidad para la experiencia estética?

En Galería Archivo Colectivo, decidimos presentar nuestras exposiciones en formato presencial (con sus respectivas precauciones), así como virtual. Decidimos hacer un esfuerzo para que cada exposición virtual, se sienta lo más cercano a la realidad, así nuestros visitantes virtuales podrán decidir el ritmo, ver imágenes a detalle y tener una buena experiencia.

Foto: Cortesía.

—Las versiones en línea, ¿son una opción para mantener activo el mercado del arte y el sistema de ferias? ¿Y cuáles son los mayores retos de estos formatos?

En definitiva, hay un reto en fotografía y muchos coleccionistas no están dispuestos a comprar solo por haber visto una foto, así que en pocas palabras, la foto funciona como «gancho» y posteriormente se coordina una visita o se lleva la pieza a vistas.

 

—En el caso de Archivo Colectivo, ¿de qué manera han mantenido el contacto con sus públicos?

Hemos estado cercanos, enviándoles algunas de nuestras publicaciones como regalo, invitándolos a nuestros opening presenciales y de no ser posible pues que visiten de forma virtual cada exposición.

Obra de Fernando Marroquín. Tomada de las redes sociales de Archivo Colectivo.

 

Archivo Colectivo es un punto de encuentro, un nodo. Un mediador entre los artistas y los coleccionistas. Archivo Colectivo comprende la importancia de articular una relación equilibrada entre ambos actores. Actualmente presentan SIN NOMBRE, una exposición dual de Napoleón Habeica y Fernando Marroquín. Para conoce su programación visita sus redes sociales

 

BLUE DIAMOND | Tamara Ibarra, colectivo Prras!

De izquierda a derecha, Frieda Toranzo Jaeger, Ambera Wellmann y Tamara Ibarra. Foto: Cortesía.

Experimentar el arte a través de la red ha sido una tendencia en ascenso en las últimas décadas, que la contingencia sanitaria ha exacerbado. Ferias, museos y demás eventos culturales y artísticos han tenido que mudar sus programas al entorno digital. Pero además, en México, la actual situación también ha afectado a instituciones y artistas directamente. ¿Cómo crees que esta nueva realidad definirá la producción de capital cognitivo por parte de los artistas?

Cada crisis es una oportunidad para derrumbar estructuras arcaicas o injustas. Algo que ha evidenciado esta aceleración es que las instituciones van lento en su entrada a internet y esto pudo evitarse si hubieran volteado con anticipación a revisar a los artistas que usan internet como plataforma crítica, de exhibición y estética. Llegado a este punto, creo que los artistas ya estaban ahí, solo falta que el resto de las estructuras del arte se integren para empezar a ver nuevas dinámicas y formas de capitalización. Por ahora en el «reacomodo» se están borrando algunas jerarquías debido a que lo que importa es el contenido y no el estatus que pueda generar tu acción: el público acude por igual a un evento de un museo que a una cuenta de memes, el coleccionista recurre a la figura del dealer y disminuye la del galerista, los gestores están tomando la delantera a los curadores, etcétera. Considerando los tiempos y procesos de los artistas independientes que siempre llevan la delantera a las instituciones, podríamos ver a finales de este año nuevas estructuras de grupos que más que basada en los afectos y los productos estarán enlazados por la información que desean compartir.

 

—¿Qué compromisos están faltando para mantener la producción de pensamiento, de obra y de contenidos culturales?

Lo que ha faltado es el respaldo de aquellos que reúnen el dinero del arte (galerías, coleccionistas y fundaciones), solo se han encargado de continuar y readaptar sus programas omitiendo completamente la responsabilidad que tienen con los artistas. […] La excepción ha sido el PAC.

Esto hace que nos preguntemos con quiénes sí queremos compartir nuestros contenidos en el futuro y también nos invita a imaginar qué otro tipo de iniciativas privadas es necesario crear.

Betzamee, Libro de artista. Acrílico sobre papel. 2020. Tomado de sus redes sociales.

—¿Cómo creen que esta producción debería de compartirse?

Estaría más preocupada sobre cómo archivarla para una relectura a la distancia, en este momento todo se crea-comparte simultáneamente desde la misma plataforma digital.

 

—Recomiéndanos una iniciativa, que tenga solamente presencia en la esfera digital y cuyos alcances y propuesta te parezcan interesantes…

Una propuesta de solidaridad y de cuidado desde las artes es Itacate. Comida con amor; un programa impulsado por mujeres de las artes visuales y el cine (Elena Pardo, Sofía Olascoaga, Nadia Baram y Lola Díaz) que, a través de las redes sociales, reciben donaciones con las que ayudan a la alimentación de niños y mujeres que huyeron de hogares con violencia y que están en la Red Nacional de Refugios en la CDMX, además con esta reactivan la economía de los caterings que se usan para cine y que estaban parados como toda la industria cinematográfica.

 

—BLUE DIAMOND está conformado por Frieda Toranzo Jaeger, Ambera Wellmann (Canadá) y Tamara Ibarra. A través del colectivo Prras!, la iniciativa usa la esfera digital para crear conciencia sobre el cuidado colectivo y gremial de la salud, pero enfocado en género. Su objetivo es dar apoyos económicos a mujeres artistas con enfermedades crónicas o en tratamiento médico en México durante el periodo del COVID-19. Usan la red para convocar a las artistas y también para recibir donaciones. BLUE DIAMOND finalizará con una exposición colectiva hacia fines de 2020.

 

Paola Eguiluz | Curadora

Foto: Cortesía.

—Experimentar el arte a través de la red ha sido una tendencia en ascenso en las últimas décadas, que la contingencia sanitaria ha exacerbado. Ferias, museos y demás eventos culturales y artísticos han tenido que mudar sus programas al entorno digital.

exclusivamente al entorno digital. Este contexto, ¿que ha representa para ti y para tu práctica? ¿Qué crees que supone esta nueva realidad para la experiencia estética?

He leído muchas quejas sobre la excesiva oferta de actividades artísticas y culturales en línea. He de confesar que, en un primer momento estuve renuente a generar contenidos; sin embargo, con el paso de las semanas, producir se volvió una necesidad personal y comenzaron a surgir ideas de nuevos proyectos y colaboraciones.

Antes que mi práctica artística o curatorial, soy público, y como tal, a raíz de la contingencia he podido emplear el tiempo de mis traslados en ver más exposiciones, y el evitar desplazarme a sitios lejanos, me ha permitido escuchar charlas que de otra manera me sería muy complicado. El éxodo cultural al espacio digital ha hecho que modifique mis tiempos para ver una muestra con mayor detenimiento o volver a ella en otro momento y también me ha dado la oportunidad de conocer y colaborar con otras personas que están creando desde otros lugares geográficos y discursivos.

Por otro lado, esta nueva realidad ha acentuado —desde mi percepción— los vicios que el medio artístico arrastra desde antes de la pandemia. Conversatorios y actividades donde predominan los hombres, en los que escuchamos las voces y discursos de siempre, apoyos económicos y difusión únicamente para las iniciativas dirigidas por un circuito cerrado de artistas, a pesar de que en estos meses han surgido decenas de proyectos y ni hablar de la precarización laboral que está a un nivel alarmante.

Con estas condiciones, ¿dónde queda la experiencia estética? y ¿cuál es la pertinencia de lo que estamos haciendo? Desde Marejada. Indisciplina con perspectiva de género, proyecto que coordino junto con Getsemaní Guevara, ha surgido la necesidad de movilizar los afectos y extender nuestra capacidad de imaginar la curaduría más allá de una exposición. Nosotras no descubrimos ni inventamos los podcast ni las exposiciones en línea ni contamos con infraestructura o con un presupuesto; sin embargo, hemos podido probar distintos formatos —desde lo sonoro hasta una curaduría en la puerta del refrigerador de nuestra casa—, para darle salida a partir del arte contemporáneo a temas que consideramos urgentes como los feminicidios, el racismo y la relación que tenemos con nuestro entorno y la naturaleza.  

Imagen: Tomada de la web.

—Dentro de Marejada, ¿qué actividades o proyectos paralelos llevan a cabo?

Actualmente estamos realizando los jueves de sororidades junto con el Instituto de la Defensa de los Derechos Culturales, a través del podcast Construyendo derechos culturales con perspectiva de género. Tenemos también la exposición sonora Diarios de murciélagos, coordinada por PhonoGrafic y coproducida con el Museo de Arte Contemporáneo de Hidalgo.  De manera paralela, estamos preparando el número cero de la publicación Rolanda. Memoria y resistencia, que estará dedica a colectivas, espacios independientes dirigidos por mujeres y al trabajo de gestoras y artistas visuales contemporáneas de Ecatepec, cuyo primer momento será la conformación de un archivo documental.

Recientemente estrenamos dos secciones en colaboración con Stephanie Salas y Catalina Pérez: No somos histéricas, somos históricas, consiste en un calendario mensual de efemérides referentes a mujeres y acontecimientos feministas, así como testimonios y breves investigaciones de eventos históricos; y por otra parte, Catálogo de ausencias que, más allá de una recomendación o reseña de libro, es un acompañamiento afectivo en torno a la literatura producida por mujeres, para nombrar y hacer aparecer a las autoras, editoras, ilustradoras, traductoras, diseñadoras y editoriales que han sido borradas, negadas u olvidadas; así como de iniciativas contemporáneas que llegan a ser difíciles de circular.

Diarios de murciélagos, Bee Gamboa. Foto: Cortesía.

—Recomiéndanos una iniciativa, que tenga solamente presencia en la esfera digital y cuyos alcances y propuesta te parezcan interesantes.

Una de las cuentas de Instagram que han captado mi atención durante el confinamiento es Txrxntula Colectiva, un proyecto de Cuernavaca, Morelos que por medio de takeovers comparte semanalmente el trabajo de una artista distinta. Es muy grato y refrescante conocer otras voces y visualidades de gente más joven, que tiene una relación y comprensión distinta de lo digital. Cada publicación es una sorpresa, te puedes topar con sellos, ilustraciones, poemas, bordados, maquillaje artístico, performance, video o danza. Me parece una iniciativa que se teje de manera muy orgánica, desde las mismas propuestas, las temáticas que cada una de ellas aborda y sin pretensiones en el lenguaje.

 

 

—Paola Eguiluz (Ecatepec, 1986) estudió la maestría en Historia del arte (Estudios curatoriales) en la UNAM, trabajó como coordinadora de exposiciones en el Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano. Curó la exposición La muerte sale por el Oriente de Sonia Madrigal en el Complejo Cultural Los Pinos, actualmente es curadora de la Feria de la Peri y junto con Getsemaní Guevara coordina Marejada. Indisciplina con perspectiva de género: un proyecto independiente que visibiliza prácticas artísticas contemporáneas principalmente de mujeres, que suceden al margen del circuito del arte. A través de cinco formatos de trabajo busca abrir espacios seguros, libres de competencia y reflexivos en torno a los feminismos, los afectos, las periferias, la ciudad, la memoria, el cuerpo, las otras masculinidades y la diversidad sexual.

 

Museo Jumex | Kit Hammonds, curador en jefe

Foto: Cortesía.

 

—Experimentar el arte a través de la red ha sido una tendencia en ascenso en las últimas décadas, que la contingencia sanitaria ha exacerbado. Ferias, museos y demás eventos culturales y artísticos han tenido que mudar sus programas al entorno digital. En este contexto, ¿que ha representado para el Museo Jumex?

El arte digital tiene historias particulares, sus propios discursos y estética. Con nuevas tecnologías hay nuevas propuestas. En los años recientes emergió el discurso de arte ‘posinternet’ que acepta la realidad de los espacios en línea como una parte de la vida y experiencia de esta época.

Para mí, y en el mundo contemporáneo, los medios digitales están integrados en nuestra vida. No es un espacio ‘virtual’ para escapar del mundo cotidiano como las imágenes de ciencia ficción; las líneas entre nuestra vida física y vida virtual, a través de las redes u otras formas, se relacionan.

Mario García Torres. Museo Jumex.

[El artista Mario García Torres dentro de una de las salas del Museo Jumex]. Tomada del sitio web del museo.

Por las condiciones que se presentan en este momento estamos explorando entre espacios físicos como la sala de exposición y los espacios en línea como el sitio web o las redes sociales. Estamos trabajando para explorar esta área con artistas que no son reconocidos como artistas digitales, pero tienen relaciones sutiles con estos medios. Por ejemplo, el proyecto de Mario García Torres, Solo, fue una exposición de pinturas que el artista hizo en la galería 1 del museo, [y que] fue presentada en vivo por un canal en nuestro sitio web. Mario fue un curador de ‘Media Arts’ en la década de 1990. Pero su obra no está considerada como parte del discurso de arte digital, ni dentro de la tecnología o las redes sociales. Este proyecto para el Museo Jumex fue una reacción a la contingencia de la COVID-19 que cuestionó las actividades de artistas e instituciones culturales bajo estas condiciones. Mientras continúe esta situación, el museo continuará cuestionando la relación entre los dos espacios. Solo inició una serie de preguntas, entre ellas: ¿cómo podrían dialogar los espacios físicos y los espacios digitales?, ¿el museo podría continuar con sus actividades en nuevas formas? Además, se presenta como un reto, ya que el arte y el museo reflejan la realidad, entonces ¿podría reflejarse como este intercambio de las dos condiciones que experimentamos día a día? Sin embargo, la propuesta crítica en estos proyectos no es académica sino lúdica. En su crítica, los proyectos no son académicos sino lúdicos. Son juegos entre la institución, los artistas, el público y sus expectativas de lo que puede ser el arte. En este sentido, los proyectos que proponemos siguen una tendencia importante en el campo de arte contemporáneo. 

Para mí es importante continuar trabajando el programa del museo junto con los artistas, durante la contingencia, sin dar prioridad [a] los distintos ‘espacios’, ya sea el físico o el virtual. También es importante producir obras o proyectos nuevos que estén pensados para este contexto específico.

En paralelo a estos proyectos también se han realizado actividades y se ha generado contenido para entregar a nuestro público a través de medios digitales. Las programas educativos y públicos continúan a través de seminarios por Zoom; actividades y talleres con artistas en redes sociales; y proyectos curatoriales basados en la Colección Jumex que abordan ideas clave en el arte contemporáneo, y que son evidentes en las obras de la colección. A medida que la situación continúa, estamos aprendiendo nuevas maneras de integrar las actividades para mantener y desarrollar discursos entre el arte, sus ideas, y a inspirar a los públicos sobre estos temas. Al fin y al cabo, el museo no existe sólo dentro del edificio. Es una red entre el público, los artistas y el arte sin muros.

 

—¿Qué crees que supone esta nueva realidad para la experiencia estética?

[…] Implementamos las medidas necesarias para abrir el museo [que abrió sus puertas el 18 de agosto]. Será una nueva experiencia dentro del museo y tenemos claro que mantendremos las actividades en línea. En realidad, los cambios dentro de las exposiciones son un reto, ya que implican modificaciones que cambiarán la experiencia para el público. En mi opinión, una exposición debe tener relaciones ambientales entre las obras en el espacio, que el público tenga la libertad de interpretarlas a partir de sus propias ideas. Pero bajo las condiciones de la contingencia los museos necesitan definir rutas lineales entre las salas. En algunos casos, se presenta esta narrativa lineal y los espacios digitales funcionan de la misma manera. Pero en la traducción de una exposición a imágenes, se pierde la experiencia de una obra si es una escultura o pintura, además las líneas de visión que presentan relaciones entre las obras son distintas. Por eso, pienso que podemos desarrollar proyectos que consideren ambas formas, la presencial y la virtual, y así podemos integrar las dos en un diálogo. No es fácil ni hay muchos ejemplos exitosos en los museos hasta hoy porque el reto es nuevo. Como curadores, artistas e instituciones solo podemos explorar y desarrollar las posibilidades. Sin embargo, la ruptura casi fundamental de los sistemas tradicionales o muy conocidos presentan áreas interesantes para reconfigurar estas relaciones entre espacios digitales y físicos, y también entre las jerarquías de exposiciones y otras actividades del museo. Las áreas digitales, por ejemplo, necesitan más interacciones entre el arte y la comunicación.

Museo Jumex. Cortesía del Museo

—En el caso del Museo Jumex, ¿de qué manera han mantenido el contacto con sus públicos?

Cuando cerramos las puertas por la contingencia, lanzamos nuevas actividades a través del sitio de web en las áreas de educación y programa público. Por ejemplo, iniciamos un ciclo de lecturas con críticos y curadores invitados como María Minera. Han tenido mucho éxito y vamos a continuar con estos seminarios en el programa, aun cuando [reabrimos] las puertas del museo. También compartimos contenido digital de los archivos de la Fundación Jumex, charlas con artistas y curadores, publicaciones y recorridos de exposiciones anteriores, es una oportunidad para recordar material interesante para el público.

 

—El Museo Jumex reabrió sus puertas el pasado 18 de agosto con las debidas medidas sanitarias. Para conocer las exposiciones y eventos para familias, jóvenes y niños, así como círculos de lectura y cursos sobre arte. Pueden visitar el sitio web www.fundacionjumex.org o seguir sus redes sociales

 

 

Sandra Sánchez | Crítica de arte y gestora cultural

 

Foto: Cortesía.

 

Experimentar el arte a través de la red ha sido una tendencia en ascenso en las últimas décadas, que la contingencia sanitaria ha exacerbado. Ferias, museos y demás eventos culturales y artísticos han tenido que mudar sus programas al entorno digital. Este contexto, ¿que ha representa para ti y para tu práctica? ¿Qué crees que supone esta nueva realidad para la experiencia estética?

La pregunta es amplia y me interesa. En principio, la experiencia estética es un concepto (que se ha desarrollado y desplegado en distintas direcciones) con una serie de constantes que ayudan a dar cuenta de los sentimientos y percepciones del sujeto en la naciente modernidad. La experiencia estética sirve para diferenciar un tipo de vivencia en el sujeto que no corresponde al conocimiento objetivo que produce leyes, aplicables para todos en todo momento (como la gravedad),  y que tampoco corresponde a las reglas morales y a los códigos legales. 

En la Crítica del juicio (1790), el filósofo Immanuel Kant trabajó la experiencia estética como una que se tiene ante lo bello y lo sublime en la naturaleza, caracterizada por funcionar desde una finalidad sin fin, es decir, su consumación no puede ser aplicable como una ley, sino como un momento en lo particular. Según Kant, esta experiencia causa placer o displacer —otrxs filxsofos y artistas han ido sumando pathos como el asco, la rabia, lo abyecto, etcétera, además han considerado que la experiencia estética también se produce mediante el arte—. La experiencia estética es interesante y peligrosa porque el sujeto que la vive puede llegar a pensar que aquello que siente ante algo tendría ser vivido del mismo modo por los demás. ¡Gran trampa!, nos dice Kant. Lo que me causa placer a mí, no necesariamente a ti.

Algo que no cambia, si consideramos al arte desde la experiencia estética, es que siempre atañe a algo del orden de lo particular. Aunque ahora, por la pandemia, experimentamos mucho arte a través de la pantalla, la experiencia de cada usuario sigue estando dentro del orden de lo singular. Surge la pregunta sobre si la experiencia estética se transforma al ver arte mediante pantallas. ¡Por supuesto!, pues hay una distancia real e imaginaria entre lo sucede en la sala de exhibición y la pantalla-superficie. Esto aunado al hecho de que existen piezas cuyo medio específico es lo digital. Ante este panorama, no se trata de decidir qué es mejor, si el espacio «virtual» o el «físico», sino de considerar qué posibilidades cancela y ofrece cada plataforma, sin nostalgias. Por ejemplo, en términos pictóricos se pierde color —ahora estamos mediados por un sistema que no depende sólo del ojo, sino de cómo se calibra este en las máquinas—, pero ganamos detalle: me encanta hacer zoom in en pinturas y observar los craquelados y otras cosas que en el museo no podría ver porque un guardia haría —con justa razón— su trabajo y me pediría seguir ciertas reglas.

Lo que sugiero evitar es generalizar y meter todo en un solo cajón, como si toda exposición, toda plataforma y toda producción se experimentara y entendiera de la misma forma solo por estar en la pantalla. Hay que considerar la relevancia de las distancias y diferencias al pensar sobre arte. Viene a mi mente El acto creativo (1957) de Marcel Duchamp, ahí señala una relación de disparidad entre el artista, la obra y el espectador. Sus reflexiones nos pueden servir para ubicar en esa ecuación el rol de la pantalla como plataforma de producción y exhibición. Habrá artistas, piezas y visitantes que no necesiten una sala, habrá otras a las que les sea imprescindible. Cualquier escala de diferencias suele asustar porque nos recuerda que el arte es un circuito que está vivo y en movimiento constante; no podemos estandarizar: esa es nuestra fortuna.

 

—¿Y cómo ha afectado tu práctica?

En términos de escritura, he intentado elegir producciones artísticas realizadas exprofeso para internet, también he trabajado con libros de artista que me llegan por mensajería, como el proyecto de fotografía editado por La Hydra Delusion is a lie that tells the truth (El delirio es una mentira que dice la verdad) de María José Sesma, a quien posteriormente entrevisté. Desde la edición, en Onda MX (blog bilingüe dedicado al arte contemporáneo en la Ciudad de México) Joséphine Dorr y yo hemos comisionado textos que abarcan las experiencias estéticas y epistemológicas de nuestrxs colaboradorxs, destaco «Porque la noche es oscura y llena de terrores», un ensayo de Christian Camacho sobre su relación con el crepúsculo y sus mutaciones durante la COVID-19. Sinceramente, creo que el cambio más grande lo viví como profesora. Sin duda, el aula es un lugar donde suceden experiencias estéticas y afectivas; entender cómo relacionarnos sólo mediante plataformas digitales fue un reto para mis alumnas y para mí, lo cual, en el tiempo, trajo ventajas como la posibilidad de que personas con un carácter más bien tímido, se animaran a hablar más mediante la pantalla, con la cámara apagada.

 

—Hay alguna iniciativa de tipo digital en la que estés participando o que hayas generado.

Sí, durante la pandemia surgió Diario Públicco, una performance escritural en el que colaboro semanalmente con una colega diferente. Inició en junio y terminará en diciembre de 2020. Escribimos las entradas sin dejar claro a quién pertenece cada cual. El ejercicio es una performance porque considero que siempre hay un cuerpo en movimiento detrás de la escritura, que usualmente se oculta ante los contenidos y sentidos del texto mismo. Si bien, las espectadoras no pueden observar literalmente los cuerpos performando, sí tienen acceso a los efectos de la escritura sobre el papel: mediante la aplicación Google Docs se puede observar en tiempo real la construcción de las entradas en el diario. Un efecto que me interesa de Diario Públicco es su función de archivo sobre lo que sucede durante la pandemia, sin tener como tema principal la COVID-19. Para acceder al performance hay que escribir un correo a [email protected].

Diario Públicco. Cortesía,

 

 

—Recomiéndanos una iniciativa, que tenga solamente presencia en la esfera digital y cuyos alcances y propuesta te parezcan interesantes.

No puedo escoger solo una, así que diré que mi herramienta cotidiana es Instagram, la cual es relevante porque no hay un filtro institucional o académico. Ahí veo desde proyectos de difusión y reflexión de arte como @abstractpaintingmexico, @conchaelectrica y @obrasdeartecomentadas, hasta pintura y gatitos en @prrrrrntura.

 

—Sandra Sánchez escribe alrededor del arte contemporáneo, es profesora en la Universidad del Claustro de Sor Juana y edita Onda Mx. Coordina Zona de Desgaste, un espacio dedicado al estudio de la estética y del arte contemporáneo. Actualmente produce Diario Públicco, un performance escritural con colaboraciones externas semanales.

 

 

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Foto: Cortesía.

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