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El peligroso silencio. La crítica de arte en México

25.11.2013

Mónica Amieva

«Aquel que habla sobre arte debe comprometerse o dejarlo hablar.
Pero ese «dejarlo hablar» corre el riesgo de convertirse en no oír nada.
¿Podemos acceder al idioma de un silencio? Esta cuestión es «idiota»
en un sentido, pero no es sino esta singularidad, esta idiosincrasia,
la que persevera desde que nos aventuramos a hablar del arte.»
—La partición de las artes
, Jean-Luc Nancy

 

Aproximadamente de un año a la fecha en diversos contextos y núcleos, existe un clima de preocupación por el vacío de voces que ejerzan una crítica de arte que merezca ser llamada como tal. Una de las interrogantes es conocer si después de las transformaciones que el sistema y los discursos del arte contemporáneo han sufrido, la crítica se ha tornado accesoria, innecesaria o continúa siendo imprescindible para una esfera pública en la que el debate y la reflexión son posibles.

Los pocos espacios que existen para la crítica en revistas, periódicos o publicaciones de museos puede explicarse debido a que estos medios pocas veces comprometen sus contenidos con los intereses de las instituciones culturales hegemónicas. Las posibilidades que han abierto blogs, Twitter y Facebook suponen una oportunidad pero, al menos en nuestro país, han sido aprovechados únicamente por grupos anónimos que operan desde la provocación y el resentimiento de no pertenecer a los canales de visibilidad y legitimación del mundo del arte.

Sin embargo, los casos más graves lo ocupan las voces no anónimas cuyo grado de ignorancia irresponsable y dogmatismo pictórico es asombroso. No obstante, es inquietante la cantidad de seguidores con los que cuentan. (De tal manera que, a pesar de su centralización, se extrañan las plumas críticas que hace algunos años colaboraban en periódicos y revistas.)

Esta especie de pseudo-crítica ha cobrado visibilidad y poder, en oposición al silencio de otras voces más sensatas capaces de generar cuestionamientos inteligentes. Es curioso que la mayoría de los profesionales de la disciplina opten por trabajar como artistas y curadores que como profesores o críticos. Además de ser incómoda institucionalmente, la figura del educador es menos auratizada; mientras que el crítico está mucho más comprometido en términos políticos. Necesitamos espacios y voces que ejerzan la crítica en nuestro país a pesar de las transformaciones que han sufrido el sistema y los discursos del arte contemporáneo.

En este contexto vale la pena recordar la tradición de la crítica. Por una parte existió una crítica ilustrada que pretendía informar, explicar, descubrir significados, orientar, evaluar y, sobre todo, mediar entre los expertos y el público general. Entre los representantes de esta corriente era común legitimar conceptos y repudiar aquello que no se adecuaba a los argumentos de sus parámetros normativos. Algunos de ellos son Baudelaire, Chaussard, Hazlitt, Pater, Fry, Greenberg, Fried, Hughes y Carroll.

Por otro lado, la crítica romántica partía de dos preceptos: 1) el arte, lejos de entenderse, se experimenta y 2) la obra de arte está incompleta sin una crítica creativa, y por lo tanto altamente literaria, que la completa. Desde este enfoque el ejercicio crítico no sólo es necesario sino también parte constitutiva de la obra. Entre los defensores de esta tesis están Hegel, Schlegel, Wilde, Benjamin, Adorno, Steiner, Danto y Krauss.

A la luz de estas genealogías, si la función —mediadora— de la crítica está hoy en manos del discurso curatorial y pedagógico de las exposiciones y la función creativa de completar las obras en los públicos “receptores”, ¿qué papel y cuáles aportaciones tiene la crítica en nuestros días? ¿Continúa siendo la crítica un instrumento de reflexión acompañada, debate y conflicto que nos permite tomar distancia desde la subjetividad de alguien más?


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[25 de noviembre de 2013]

Mónica Amieva

Curadora, profesora y escritora. Cursó las Maestrías en Teoría del Arte y Filosofía Contemporánea en la UAB. Es candidata a Doctora en Filosofía.
Colabora en Disturbis, SalonKritik, Enrahonar, La Tempestad y Rufino.

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