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World Design Capital Turín, 2008. Cortesía World Design Organization.

¿Qué significa ser Capital Mundial del Diseño? Luca Ballarini, Turín

Entrevista 16.03.2018

Luca Ballarini nos habla sobre las implicaciones e importancia que tiene la nominación de la ciudad de Turín como sede del World Design Capital.

La semana anterior, publicamos una entrevista con Mario Ballesteros sobre las expectativas en torno al programa de World Design Capital 2018 en la Ciudad de México. Esta es la segunda entrega de nuestra serie que busca reflexionar en torno al legado y repercusiones que World Design Capital ha dejado en sus sedes anteriores. Comenzamos cronológicamente, con la primera ciudad designada como capital mundial del diseño: Turín (2008). Con esta primera designación, la Organización Mundial del Diseño (WDO, por sus siglas en ingles) buscó replantear la importancia que el diseño tiene para las ciudades contemporáneas, pensándolo como una herramienta útil para resolver desafíos urbanos.

A este respecto, tuvimos la oportunidad de intercambiar con Luca Ballarini (Turin, 1974). Ballarini fue el responsable de la estrategia de comunicación de WDC Turín, y su compañía Bellissimo fue la encargada de generar la identidad visual que acompañó las más de 340 iniciativas del proyecto. Bellissimo, estudio de diseño y comunicación establecido en Turín, Italia, desde 1998, se ha posicionado como una de las mejores agencias de comunicación en Italia y a nivel mundial. Además, Ballarini fue fundador, director y editor de la revista sobre ciudad, creatividad e innovación ITALIC, así como de la revista Label, catalogada como la primera revista italiana sobre estilo.

Aunando a su labor profesional, Ballarini también se dedica a la enseñanza, siendo catedrático en el IED (Insttute of European Design University, Milan), en las ramas de design thinking y Brand analytics. En 2007, Ballarini fue designado como el más joven miembro del consejo italiano de diseño.

A continuación presentamos su visión respecto al impacto y la influencia que ejerció World Design Capital para la ciudad al norte de Italia.

Vista de la ciudad de Turín. Cortesía de Erasmus.

 

—¿Cuál piensas que es el más notable, y duradero, impacto de World Design Capital para la ciudad?

Pienso que el impacto más notorio de World Design Capital 2008, Turín, fue que se le devolvió la consciencia a Turín como una ciudad vinculada, de manera inherente, al diseño —en su concepción más amplia y contemporánea. Las nociones de desafío, de prueba y error y la ingenuidad, así como aquellas de creación, se encuentran en los genes de la ciudad desde el siglo XIX (quizá, seguramente, desde antes).

Ese es el motivo por el cual, en 2005, en cuanto fuimos nominados como la primerísima Capital Mundial del Diseño, decidí comenzar a hacer uso de la frase «Turín se enorgullece en ser el beta-tester», pues, de hecho, estábamos experimentando, probando, con una manera de promover una ciudad a través de un calendario de un año, lleno de acciones e iniciativas relacionadas con el diseño. Ninguna otra ciudad en el mundo había hecho eso antes. Y creo que esa postura fue —y sigue siendo— perfecta para la personalidad de nuestra ciudad, como una manera de decir «si quieres experimentar algo, cultural y tecnológicamente, ¡visita Turín!».

Aunando a esto, creo que para algunas personas, Turín 2008 está aún conectado a grandes momentos de un pathos colectivo de sincera participación: por ejemplo, las inolvidables lecturas de Stefan Sagmeister y Ross Lovegrove, las cuales ocurrieron en el edificio de la Pischina Monumentale, de 1930, ante 1000 asistentes.

 

Invitación para World Design Capital, Turín, 2008. Cortesía de Bellissimo.

 

—¿Cuáles fueron las esferas más impactadas?

En 2008 la cuestión del diseño, los procesos de diseño y el design thinking no eran tan comunes, al menos el Italia y, específicamente, dentro del ámbito de las instituciones y la administración publica. Así que fue un tanto complicado difundir el mensaje de que el diseño es una parte central en los procesos de toma de decisiones más allá de la propia comunidad de diseñadores. Sin embargo, creo que fuimos sumamente exitosos al diseñar una estrategia de comunicación efectiva: el año se dividió, de manera simbólica, en cuartos, cada uno focalizado en un grupo específico de stakeholders, de interesados. El primer grupo estuvo compuesto por ciudadanos, el segundo por compañías, el tercero por sistemas educativos y el último por instituciones. Cada uno de estos grupos objetivo representan una forma específica de abordar el significado y el valor del diseño dentro de la sociedad contemporánea. Así, nuestra meta era (y, de cierto modo aún es, dentro de nuestra práctica diaria) el ser capaces de hablar con cada uno de estos grupos, para así entender sus necesidades y hacerlos conscientes de que el diseño es relevante para ellos también.

 

—¿Crees que la iniciativa cambió la manera en que la ciudad piensa el diseño, o el design thinking de la ciudad? Si es así, ¿cómo explicas esos cambios?

Creo que puedo decir que la iniciativa ha sido una buena manera de iniciar la conversación, pues ofreció una forma real de repensar nuestro rol como diseñadores en un mundo complejo y global. Mi estudio de diseño y muchos otros emprendedores y firmas fueron capaces de desarrollar esta reflexión e implementarla en los años siguientes a través de diversas acciones. Así, de cierta forma, pienso que, por lo menos, ayudó a la comunidad de diseño en su ímpetu por transmitir un mensaje sobre la importancia del diseño en la práctica cotidiana. En la preparación de Turín 2008, el comité organizador principal carecía de un apoyo sustancial por parte del gobierno local. Se consideraba al diseño sólo como una marca de moda, no como un recurso valioso. Irónicamente, estamos ahora, 10 años después de Turín 2008, discutiendo la relevancia que el design thinking tiene para el gobierno de la ciudad, la cual está buscando volverlo una prioridad. Además, en 2017, lanzamos una iniciativa anual llamada Ciudad de Diseño, la cual comenzó de manera positiva y posee un gran potencial de atraer a una multitud de profesionales vinculados con el diseño de una manera específica. Actualmente, la comunidad de diseño de Turín es mucho más consciente de sus fortalezas.

Identidad visual de World Design Capital, Turin 2008. Cortesía de Bellissimo.

 

—¿Cuál crees que es el más importante o interesante aspecto de WDC?

Norman Potter dijo, en su famoso ensayo «¿Qué es un diseñador?», que el diseño es, a la par, un reino de valores y un tema de decisiones particulares, muchas de las cuales son altamente técnicas. A este respecto, creo que el aspecto más interesante de WDC es el reto detrás de él. Organizar un evento de un año de duración requiere de muchísima energía, por supuesto, pero también de un pensamiento sumamente claro acerca del mensaje que quieres transmitir sobre el diseño; no sólo localmente, sino a nivel internacional.

¿Cómo es que la comunidad recordará a la Ciudad de México tras el 2018? ¿Existirá alguna diferencia con respecto a lo que, por ejemplo, Seúl o Helsinki propusieron en el pasado? ¿Qué tono y que voz dará la comunidad mexicana y cómo aunará a la conversación sobre diseño? Creo que el título de World Design Capital es un concepto interesante, pues nos fuerza a ir más allá del diseño con propósitos comerciales o con una pretensión artística —para pensarlo, más bien, en respecto a por qué el diseño es tan importante para nosotros, por qué se encuentra en el centro de aquello que hacemos día a día, para explorar y encontrar lugares y significados que aún no se han encontrado.

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Invitación para World Design Capital, Turín, 2008. Cortestía de Bellissimo.