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Still de Roma, Alfonso Cuarón, 2018. Tomada de YouTube.

Roma, de Alfonso Cuarón

Reseña 14.09.2018

Ximena Hiriart Schyfter

Revista Código analiza Roma, de Alfonso Cuarón, película ovacionada durante la última edición del Festival de Cine de Venecia.

«Existen periodos en la historia que dejan cicatrices en las sociedades y momentos en la vida que nos transforman». —Tuit de Alfonso Cuarón. 25 de julio de 2018.

Con esta reflexión en mente, Alfonso Cuarón filma Roma, una carta de amor dedicada a la nana que lo crió. La historia se sitúa en la colonia Roma, en la calle donde el cineasta creció; y se centra en una familia de clase media, unida por Cleo (Yalitza Aparicio), una trabajadora doméstica quien, después de un inesperado acontecimiento, salva a la familia. La matriarca Sofía (Marina de Tavira) y Cleo luchan juntas para salir adelante. En tanto que a los estudiantes mexicanos los espera otro enfrentamiento brutal, esta vez con un grupo de paramilitares organizados por el gobierno, conocidos como los Halcones.
El ambiente en la Ciudad de México, a principio de la década de 1970, estaba muy agitado. Después de la masacre estudiantil del 68, los estudiantes reflexionaban inquietos, mientras se preparaban para salir a manifestarse nuevamente. La violencia estaba apunto de estallar. Los militantes del movimiento estudiantil que habían estado presos, salían de la cárcel con ansias de libertad y preparaban nuevas maneras de mostrar su indignación contra el gobierno. El presidente de aquel momento, Luis Echeverría, un presidente cobarde y tramposo, creó un grupo privado de jóvenes paramilitares a quienes entrenó con técnicas japonesas de combates, con armas que parecían ser palos de bambú en lugar de espadas. Los paramilitares iban vestidos como si fueran estudiantes y eran entrenados, específicamente, para reprimir la violencia en las calles a garrotazos. Estos grupos fueron creados por Luis Echeverría con el objetivo de luego poder afirmar que eran los estudiantes mismos quienes se habían matado entre sí. Roma está situada en los ambientes sociales que antecedieron al famoso Jueves de Corpus (también conocida como El halconazo) el 10 de junio de 1971.

Still de Roma, Alfonso Cuarón, 2018. Tomada de YouTube.

Utilizando metáforas, situaciones imaginadas, personajes inventados, y sobre todo dejándose guiar por la memoria, Alfonso Cuarón, hace un retrato onírico de aquel momento, y cuenta la historia de amor entre Cleo y un joven misterioso llamado Fermín (Jorge Antonio Guerrero), a quien conoce a través del novio de su prima. Una tarde, en un hotel de paso, después de un momento de intimidad, Fermín, camina al baño, tira la cortina agresivamente al piso y agarra el tubo de ésta como si fuera un arma de combate samurái. En un bellísimo despliegue de masculinidad, Fermín practica desnudo una rutina de artes marciales frente a Cleo. Culmina sentado en la cama y, en un momento cargado de ternura, cuenta cómo fue que, por medio de las artes marciales, pudo dejar las drogas, y cambiar su vida. «Así, como cuando me miras», le dice viéndola fijamente a los ojos. Cleo, perpleja, detrás de las sábanas, lo mira con admiración, enamoramiento y miedo.

 

Una lluvia de belleza a la que miras con asombro

Se podría decir que Roma es una carta de amor escrita con imágenes en blanco y negro de una gran luminosidad, casi de mirada divina. Como si fuera una lluvia de belleza a la que miras con asombro hacia arriba. Más que una película, es una experiencia de hipnótica exquisitez. Filmada al estilo del Neorrealismo italiano y fotografiada por el mismo Cuarón, las imágenes alcanzan una belleza inusual. El Neorrealismo en el cine surgió después de la Segunda Guerra Mundial, y se dio a conocer con la película Roma, ciudad abierta (1945), dirigida por Roberto Rossellini. El Neorrealismo se caracteriza por retratar a las clases sociales desafortunadas y a personajes sin esperanza, y es comúnmente protagonizada por niños y utilizando no actores, en locaciones reales. También se caracteriza por crear imágenes de mucha nitidez, situaciones filmadas con objetividad y cierta frialdad, con la intención de retratar «la verdad». Con estos mismos elementos está filmada Roma. Alfonso Cuarón, se concentra menos en los niños y más en las confusas acciones de los adultos. La mirada ingenua y curiosa de Cleo, de origen mixteca, oscila entre las clases sociales y es, a partir de su mirada, que se presenta el México barroco de Alfonso Cuarón.

Still de Roma, Alfonso Cuarón, 2018. Tomada de YouTube.

Con motivo del Año Nuevo, Cleo acompaña a la señora Sofía para ayudarla a cuidar a los niños, en una fiesta en un rancho, fino, de estadounidenses, cuya actividad recreativa es la caza. Cuarón nos muestra una pared cubierta con perros disecados. Mascotas que habían sido de la familia, ahora se encuentran colgadas en la pared. Cuando Cleo sale al campo, por medio de una toma larga e hipnotizante, vemos cómo el campo está bellamente talado, la paja perfectamente ordenada, los volcanes a lo lejos, hermosamente delineados con nieve. Paisaje impresionista que pudo haber sido pintado por José María Velasco. Cleo mira toda esa belleza y, al cerrar los ojos, respira profundamente y hace una observación, huele igualito que en su pueblo, excepto que «aquí sí hay agua».
En la noche, durante la celebración de Año Nuevo, la fiesta está dividida en dos: los de arriba toman bebidas caras e importadas, bailan música que sale de una de una bocina: mientras que, los de abajo, beben pulque y cerveza y bailan música popular en vivo (no les alcanza para los aparatos eléctricos). Sin embargo, se siente cierta alegría y armonía en las dos fiestas, que al poco tiempo es interrumpida por un incendio forestal gigante. Cleo es la primera en ver el calor que brilla por encima de los árboles oscuros. Al principio, pareciera ser una alucinación pero, al poco tiempo, los de abajo y los de arriba salen con fuerza y en gran camaradería a apagar el fuego. Un hombre disfrazado de monstruo, se quita la máscara, con una mirada de remordimiento y con gran sentimiento canta a cámara una melodía solemne y de oscura referencia, como si quisiera decirnos algo con su canto, como si se estuviera disculpando por medio de su voz.

Still de Roma, Alfonso Cuarón, 2018. Tomada de YouTube.

Un misterio sin resolver

¿Quién es este hombre? ¿Por qué está avergonzado? ¿Por qué canta esta melodía tan oscura? Este misterio no lo resuelve Cuarón, así como la historia del Jueves de Corpus es un misterio que sigue sin resolverse. Podría uno decir que el fuego es una metáfora que hace referencia a cuando Luis Echeverría mandó quemar a los estudiantes muertos del Jueves de Corpus (declaraciones hechas por Alfonso Martínez Domínguez a Heberto Castillo para la revista Proceso, ocho años después de la matanza). Sin embargo, Roma, es la historia de Cleo, y cómo salva a la familia de Sofía y la une para siempre. La belleza con la que Cuarón cuenta esta historia reside también en las pequeñas dosis de magia que va inyectando a las situaciones reales dotando a su historia de misterio.
Roma es una carta de amor que retrata un México de los 70 de una belleza infinita, recreando calles y monumentos que ya no existen, con una complejidad social abrumadora, barroca en su naturaleza, y en el corazón de todo está Cleo, una mujer amable, delicada, estoica y desinteresada, una mujer indígena, de gran corazón. Ella es la heroína de esta extraordinaria película.

Ximena Hiriart Schyfter

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