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Lo mejor de la década: Cine. 10 expertos opinan. Parte I

Especial 20.12.2019

Erick Estrada

El editor de Cinegarage platicó con directores, productores y críticos para saber qué fue lo más significativo en el cine de la década que termina.

Han transcurrido diez años más del siglo XXI. Ciento veinte meses en los que el cine nacional e internacional se ha transformado en muchísimos aspectos. La forma de filmar, la forma de postproducir, de producir y de distribuir. Los temas, los ejes, las ideas alrededor de los que se mueven las historias también se han transformado.

El dinero que se mueve alrededor de las ideas y las ideas que surgen alrededor del dinero también han sufrido cambios gigantescos, algunas veces a favor de los creadores, otras completamente en contra.

Para tratar de hacer un resumen de lo ocurrido en el cine en estos otros diez años del siglo XXI convoqué a un buen grupo de profesionales del cine para que nos contaran, a veces de manera concisa, otras con libertad de extensión, qué o quiénes han sido las personas sobresalientes en esta década, qué películas han marcado el rumbo o han dejado huella; qué acontecimientos son dignos de ser recordados como fundamentales en el camino que el cine ha recorrido de 2010 a 2020 o cuáles, incluso, al determinar mal a la década, conviene rememorar para no cometer los mismos errores en el futuro.

Este es el resultado de la convocatoria.

En esta primera parte participan Juan Pablo Bastarrachea, Maru Garzón, Luciana Kaplan, Jorge Michel Grau y, a pedido de Revista Código, un servidor.

En la segunda parte participan Amira Ortíz, Fernanda Solórzano, Geminiano Pineda, Hugo Villa Smythe y Gerardo Salcedo Romero.

 

—Juan Pablo Bastarrachea | Cine Tonalá

  1. La remodelación de la Cineteca Nacional.
  2. El desarrollo de Eficine (crédito fiscal por el monto aportado a un proyecto de inversión en la producción o en la distribución por un contribuyente del ISR).
  3. La muerte de Eugenio Polgovsky (uno de los documentalistas mexicanos más propositivos).
  4. El estreno de Roma en salas independientes y su fenómeno mundial.
  5. La consolidación de Netflix como la plataforma y generadora de contenidos que ha cambiado la forma de hacer y ver cine.
  6. La fuerza de las mujeres en el cine mexicano.
  7. La presencia de John Waters en el séptimo aniversario de Cine Tonalá.

Alfonso Cuarón. Fotografía de Carlos Somonte. Tomada de 75. Festival Internacional de Cine de Venecia.

Juan Pablo Bastarrachea es un productor y fundador de Cine Tonalá. Ha participado en las películas Bellas de noche (2016), Durazno y Casa Roshell (2017).

 

—Erick Estrada | Editor Cinegarage

Tras una década más Scorsese merece nuestro agradecimiento.

Entre 2010 y 2019 Marvel, como estudio cinematográfico, acaparó tanto el dinero como las salas de exhibición mundiales con más o menos 20 películas tratando de elaborar un llamado universo cinematográfico que se olvidó, sin embargo, de entregar una propuesta perdurable en la historia del cine.

La marca dejará huella en la historia del entretenimiento, sin duda, pero ahora y con la distancia de diez años no se ve todavía que vaya a impactar de la misma forma en la historia del cine universal.

Cuando Martin Scorsese (a quien se quiso vincular a la producción de Joker) declaró antes del estreno de El irlandés que lo que Marvel había conseguido se parecía más a un parque de atracciones que a cine de verdad, muchos lo interpretaron erróneamente. Él, humilde y seguro de su idea de lo que es el cine respondió en una innecesaria carta dirigida a quienes sin sentir al cine como él y sin querer entender su declaración lo habían señalado como un creador senil y fuera de tiempo. La carta fue publicada en el New York Times y era tan clara como aleccionadora: el cine ha sido siempre cine y hay películas que no son cine.

La carta era innecesaria por el simple hecho que en noviembre (un mes después de que se publicara) Scorsese entregaba al mundo su película más reciente, El irlandés, una muestra paso a paso de lo que es el cine y de lo que con su lenguaje puede contar, provocar y emocionar.

Si volteamos todavía más atrás en estos diez años podemos ver qué tanto hemos sido crueles con un creador como Scorsese. Un creador que en ese lapso ha batallado para poder hacer cine, rescatar cine, comunicar cine.

En ese lapso Martin Scorsese pasó de experimentar con éxito en el 3D y el cine digital con Hugo (2011); se alió con Leonardo DiCaprio para fabricar un thriller psicológico quizá incomprendido llamado Shutter Island (2010). Entró y salió del documental con pasión y éxito: Public Speaking: Fran Lebowitz (2010), George Harrison: Living in the Material World (2011), The 50 Year Argument, Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story By Martin Scorsese (2019). Con todos logró generar el registro de personajes y momentos importantísimos en la historia.

También demostró que tan profundo y variado puede llegar a ser como autor. Sumando a El irlandés, en su filmografía de los diez años recientes están los siguientes títulos: Silence (2016), las series de televisión Vinyl (2016) y Boardwalk Empire (2010-2015) y El lobo de Wall Street (2013). A ello hay que agregar varios cortometrajes.

Martin Scorsese deja constancia con su trabajo, y no con peroratas, de su cinefilia, de su contribución al cine, al mundo del espectáculo, a la cultura popular y a la historia universal.

Sabiendo que en el cine ha pasado de todo, han aparecido todo tipo de personajes y se han contado todo tipo de historias creo que como amantes del cine, de la cultura y del genio de otros debemos reconocer (y revisar) el trabajo de este creador pues, además, la comenzará la siguiente década con dos proyectos en cine, Killers of the Flower Room y Roosevelt.

Gracias, señor Scorsese.

«Como todos sabemos, en los últimos veinte años la industria del cine ha cambiado en todos sus frentes. Sin embargo, el cambio más siniestro ha sucedido de manera sigilosa y en la oscuridad de la noche: la eliminación gradual pero constante del riesgo. Muchas películas actuales son productos perfectos fabricados para el consumo inmediato. Muchas de ellas están realizadas por equipos de personas talentosas. Aun así, les falta algo esencial: la visión unificadora de un artista individual. Por supuesto, un artista individual es el factor más riesgoso de todos».

Martin Scorsese

New York Times, 11 de noviembre, 2019.

 

—Maru Garzón | Festival Internacional de Cine de Los Cabos

Podría escribir un ensayo (y no breve) sobre lo que esta década cinematográfica ha representado para mí, pero como hay que focalizarse, opino que de lo más relevante, necesario y urgente que ha sucedido no solo en materia cinematográfica sino también en los ámbitos social, político y cultural en general, es que los dos últimos años de la década han vivido un afortunado torbellino de voces silentes que decidieron sonorizarse en pos de evidenciar la situación poco equitativa y vulnerable de las mujeres en la vida profesional en general y en la industria cinematográfica en particular.

El desbalance en la vida laboral dentro del cine ha comenzado a tener cierto movimiento que va pujando con un contrapeso lento pero certero hacia la búsqueda del equilibrio. No me refiero a una paridad que se rija por cuotas, sino a una lucha por la inclusión y la visibilidad del talento que exclusivamente por razones de género había permanecido en una incómoda trastienda o, con suerte, en una «segunda» posición.

En 2019, un importante paso hacia adelante sucedió en esta ruta cuando el Festival de Cannes anunció dentro de su competencia oficial al película Atlantique de la cineasta franco senegalesa Mati Diop (primera mujer afrodescendiente que concursa por la Palma de Oro, máxima presea del cine), que además es importante subrayar que es una opera prima.  Históricamente —salvo casos excepcionales— esta competencia había destinada a cineastas consagrados del cine internacional, que en general además solían ser hombres.

En este sentido para mí destacan varias películas que si bien fueron dirigidas en su mayoría por mujeres, también incluyo algunas de cineastas (hombres) que retratan a personajes femeninos complejos con densidades y perspectivas que rompen estereotipos del usual retrato de la esposa, la adolescente, la reina, etcétera y/ o bien nos ofrecen una perspectiva igualitaria.

 

Carol, de Todd Haynes (Estados Unidos, 2015)

Mustang, de Denis Gámez Ergüven (Turquía, 2015)

Tempestad, de Tatiana Huezo (México, 2016)

Lady Bird, de Greta Gerwig (Estados Unidos, 2017)

Zama, de Lucrecia Martel (Argentina, 2017)

Cafarnaúm, de Nadine Labaki (Líbano, 2018)

Misseducation of Cameron Post, de Desirée Akhavan (Estados Unidos, 2018)

Pájaros de verano, de Cristina Gallego y Ciro Guerra (Colombia-México, 2018)

Las niñas bien, de Alejandra Márquez (México, 2018)

La favorita, de Yorgos Lanthimos (UK, Irlanda, Estados Unidos, 2018)

Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma (Francia, 2019)

Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach (Estados Unidos, 2019)

The Farewell, de Lulu Wang, 2019 (Estados Unidos, 2019)

Atlantique, de Mati Diop (Francia-Senegal, 2019)

Greener Grass, de Jocelyne DeBoer & Dawn Luebbe (Estados Unidos, 2019)

Maru Garzón es Directora Artística del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.

 

 

Luciana Kaplan | Directora

Las mejores películas de la década sin un orden determinado

Pájaros de verano, de Cristina Gallego y Ciro Guerra (Colombia-México, 2018)

—Teatro de guerra, de Lola Arias (Argentina, Alemania, España, 2018)

Tempestad, de Tatiana Huezo (México, 2016)

In the Aisles, de Thomas Stuber (Alemania, 2018)

La caza, de Thomas Vinterberg (Dinamarca, 2012)

La lección argentina, de Wojciech Staron (Argentina, Polonia, 2010)

El premio, de Paula Markovitch (México, 2011)

Últimas conversaciones, de Eduardo Coutinho (Brasil, 2015)

Piripkura, de Mariana Oliva, Renata Terra, Bruno Jorge (Brasil, 2017)

Ixcanul, de Jairo Bustamante (Guatemala, 2015)

Luciana Kaplan estudió dirección en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Ha trabajado como productora, asistente de dirección y script supervisor en diversos largometrajes, comerciales y documentales. En 2010 ganó la convocatoria de Opera Prima del CCC, con el proyecto titulado La revolución de los alcatraces. También ha dirigido Rush Hour y 1982: la decisión del presidente.

 

—Jorge Michel Grau | Director

La última década estuvo marcada por grandes irrupciones en la cinematografía mundial: la llegada de Netflix, el new horror de Jordan Peele, Robert Eggers o Ari Aster; los nueve

premios Oscar en manos de mexicanos; grandes sucesos cinematográficos como El irlandés, Roma, Érase una vez en Hollywood o Dolor y gloria (Pedro Almodóvar, 2019). Irrupciones de nuevas voces como Denis Villeneuve, Yorgos Lanthimos o Ciro Guerra. Películas como El hijo de Saúl (László Nemes, 2015), Ida (Paweł Pawlikowski, 2013) o El caballo de Turín (Béla Tarr y Ágnes Hranitzkym 2011).

Sin embargo, el gran suceso cinematográfico que sacudió y le dio un nuevo perfil al cine mundial fue el movimiento #Metoo. No hay, en la historia reciente del quehacer cinematográfico, algo que haya cimbrado y cambiado los paradigmas; que haya logrado romper la inercia de las dinámicas en la industria mundial como lo logró el

#Metoo y su cascada en diferentes regiones del mundo.

En México el #Metoo también tuvo eco; sin embargo, el suceso más trascendente para el cine local en la última década ha sido el viraje de pilares narrativos llevado de la mano por mujeres directoras.

Desde hace tiempo México ha ido transformando con mucho esfuerzo su voz cinematográfica gracias a mujeres con universos imponentes. Si bien existen directoras con trabajos importantes en el cine nacional como María Novaro, Busy Cortés, Maryse Sistach o Dana Rotberg, una joven generación se ha venido gestando a favor de discursos nuevos y búsquedas estéticas desde perspectivas distintas. Es cierto que las actrices mexicanas siempre han estado en un nivel altísimo como Blanca Guerra, Dolores Heredia, Arcelia Ramírez o Julieta Egurrola o generaciones más recientes como Irene Azuela, Karina Gidi, Cassandra Ciangherotti o Ilse Salas.

Lamentablemente la industria ha sido despiadada contra el ascenso de mujeres a roles como fotografía y dirección. Hoy en día tenemos en activo a la primer mujer en ganar en 2014 un premio Ariel a mejor directora de fotografía, María Secco; al menos cinco de los festivales de cine en México más importantes son dirigidos por mujeres; Cultura, IMCINE, Estudios Churubusco y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas son presididas por mujeres.

Productoras de la talla de Ina Payán o Mónica Lozano trabajan de la mano con jóvenes productoras extraordinarias como Mayra Espinosa Castro y Tatiana Graullera.

La lucha y el trabajo constante de cientos de mujeres en la industria han logrado poner en la silla de dirección a más mujeres en esta década que en toda la historia del cine nacional.

Cada vez es más fácil ver películas dirigidas por mujeres; este año la película seleccionada para representar a México en los premios Oscar y el Goya fue la extraordinaria cinta La camarista dirigida por Lila Avilés. Nombres como Natalia Beristáin, Alejandra Márquez o Issa López aparecen en las listas de lo mejor del cine mundial. La contundencia de directoras como Tatiana Huezo, Lucía Gajá o Luciana Kaplan en el cine documental nos ponen en primerísimo lugar mundial. Encontramos firmeza y pulcritud cinematográfica en directoras como Mariana Chenillo, Yulene Olaizola, Claudia Sainte-Luce o Marcela Arteaga.

La fantástica llegada de directoras como María Torres, María José Cuevas, Astrid Rondero o Betzabé García dan renovadas esperanzas a nuestra cinematografía. La frescura y delicadeza de Jimena Montemayor, Ángeles Cruz, Katina Medina Mora o Catalina Aguilar Mastretta abonan un cine emotivo al perfil nacional. Las prometedoras Paula Hopf, Michelle Garza, Eva Villaseñor, Sandra Reynoso, Mariana Arriaga o Natalia García Agraz trabajan incansablemente en historias personales de alcances universales. Sandra Luz López Barroso, Fernanda Valadez, Marta Ferrer, Sofía Gómez-Córdova y Laura García son mujeres a las que tenemos que seguirles la pista. La fuerza de Elisa Miller, Kenya Márquez, Lucía Carreras o Iria Gómez nos hacen esperar grandes obras.

Mitzi Vanessa Arreola y Bárbara Ochoa llegaron para quedarse. Sofía Carrillo y Karla Castañeda son incansables. La madurez narrativa de Paula Markovitch, Maya Goded o Alejandra Sánchez ponen en relieve la necesidad de seguir abriendo espacios para que más mujeres cuenten sus historias.

Sin embargo, el trabajo apenas comienza, tenemos una obligación histórica para romper paradigmas y seguir abriendo espacios; la igualdad de salarios, la distribución de fondos, la apertura en lugares académicos, seguimiento y aplicación del protocolo para la atención y prevención de la violencia de género en la industria cinematográfica nacional es el primer gran paso; más salas, más exhibición y mejor distribución a las películas dirigidas por mujeres. En fin, una década de trabajo brillante e inteligente. Hoy puedo decir orgullosamente que me tocó coincidir en la época donde las mujeres nos enseñaron a hacer mejor cine.

Jorge Michel Grau se especializó en dirección de cine en la Escola Superior de Cinema I Audivisuals de Catalunya (ESCAC) en Barcelona. Debutó como director de largometrajes con la película Somos lo que hay (2010). También ha dirigido los largometrajes 7:19, Bunker y Perdida, y la serie de televisiíb Demencia.

Este es el resultado de la convocatoria. En esta primera parte participan Amira Ortíz, Fernanda Solórzano, Geminiano Pineda, Hugo Villa Smythe, Gerardo Salcedo Romero y, a pedido de Revista Código, un servidor.

Conoce las respuestas de Amira Ortíz, Fernanda Solórzano, Geminiano Pineda y Hugo Villa Smythe en la segunda parte de este «Especial». 

Erick Estrada

Es crítico de cine. Después de colaborar en la revista Cinemanía y de editar la revista 24xSegundo en 2008 Erick Estrada fundó Cinegarage, sitio web enfocado a la crítica cinematográfica. Ha sido profesor universitario en distintas instituciones públicas y privadas. Ha sido jurado en Los festivales Mórbido, de cine Mexicano en Durango, Macabro, Shorts México, Kinoki, DOCSMX, Festival Internacional de Cine de Los Cabos y Festival Internacional del Cine de Monterrey. Ha fungido como curador de distintos ciclos de cine, cine clubes y cine debates, el más reciente se realizó en la Biblioteca Vasconcelos a lo largo de cinco años. Ha colaborado en prácticamente todos los medios especializados del país y en alianza con Puentes (plataforma de podcasts especializados) está a punto de rebasar su episodio 1 000, todos dedicados al cine. Actualmente colabora en la elaboración de un diccionario del cine mexicano coordinado por la Cineteca Nacional.

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Alfonso Cuarón. Fotografía de Carlos Somonte. Tomada de 75. Festival Internacional de Cine de Venecia.