¡Desataron la tormenta y apagaron el puro! Ante la circulación de los estudiantes de arte a distintas geografías en su etapa formativa y la saturación sistémica del campo artístico en la Ciudad de México, se están constituyendo circuitos de arte contemporáneo autogestivos ajenos a las estructuras ya establecidas en décadas pasadas que han nutrido la postura de los jóvenes artistas ante sus contextos culturales.

De las cinco ediciones de PREMACO en Guadalajara ésta ha sido la mejor, a mi parecer, sobresaliendo las propuestas autogestivas, entre ellas la recién inaugurada Independencia centro, un proyecto de Paulina Barragán (Guadalajara, 1988) bajo la curaduría de Hiram Constantino (Guadalajara, 1987) que albergó a Invierno mexicano, Casa vidrio y Tony Macarena (Lorena Canales y Alejandro Olávarri); éste último un dúo queeratorial que se autodefine como cuidadores de lo atípico, vaya, de lo que está fuera de la institución y las tradiciones pragmáticas. Presentaron el archivo de Gabriel Canales (Nayarit, 1954-Guadalajara, 2017). Otra de las participaciones que destacan es Baño amarillo, de Yair Sikorski (Guadalajara, 1992) un óleo de 30 x 25 cm donde el artista plantea una perspectiva personal de la relación entre la vulnerabilidad y la cotidianidad; un reflejo de los jóvenes artistas ante una imponente campo artístico en tensión, que un poco el espectador experimenta a través de la obra de Cazepi (Mazatlán, 1994), quien nos recibe en el espacio con una instalación que nos confronta con la semiótica de la resistencia psicológica: un guardia de seguridad custodia las galletas que el letrero del fondo nos invita a tomar. Durante la apertura de este nuevo espacio, la casa tuvo activaciones performáticas a cargo de Nayeli Santos y Cuaco Navarro, Gerardo Jesús y Max Márquez.

Vista de la exposición en Independencia Centro. Cortesía de Paulina Barragán.

Por otro lado, en Espacio Cabeza, proyecto de Juan Carlos Guerrerosantos (Guadalajara, 1994) con la curaduría de Marco Valtierra (Guadalajara, 1994) y Alejandro Cámara Frías (Guadalajara, 1994) invitaron a otros espacios como La Cooperativa e Interior 2.1. En esa muestra destaca la obra de Diego Ascencio, Paloma Fernández, Daniela Álvarez, Carlos A. Mora y en especial de La puga (Guadalajara, 1991). La puga aborda la cuestión laboral como un intercambio energético y espiritual a manera de consumo de la maquinaria heteropatriarcal de explotación y extracción intelectual, en el caso de los artistas jóvenes que se desempeñan como asistentes de artistas ya establecidos.

En este mismo espacio, por iniciativa de Bruno Viruete, se presentó el colectivo Obra Negra con la exposición #EsoEsGrandeza donde participaron: Hernán González y Diego Morales (Guanajuato, 1995), Freyda Adame (Tamaulipas, 1991), Daniel Aguilar (Estado de México, 1991), Enrique López Llamas (Aguascalientes, 1993), Claudio Saúl Velázquez (Guanajuato, 1991), Giovanni Tonight (Guanajuato 1992), Hernán González (Guanajuato, 1992), Lengeling (Guanajuato, 1996), Francisco Cuéllar (Guanajuato, 1994), Sofía PH (CDMX, 1993), Samara Colina (CDMX, 1992), Fernanda González (Guanajuato, 1994), Roberto Delgadillo (Hidalgo, 1996), Frida Torres (CDMX, 1992), Manolo Tejeda (Guanajuato, 1994), Joaquín Vidaurri (Guanajuato, 1994) .

Cortesía de Obra Negra.

Obra Negra es un faro artístico en Guanajuato que comenzó ha operar en 2017 y hasta la fecha ha impulsado el diálogo y grupos de estudio; logrando congregar artistas locales y foráneos a partir de prácticas colaborativas e individuales como sucederá con el proyecto de Cloob (Luis Fernando Muñoz) y Luis Flores que próximamente abrirá sus puertas en Guadalajara.

Al final, la escena joven del arte contemporáneo en el Bajío es como la obra de Alan Sierra (1990): «Subes una montaña, luego bajas un poco y vuelves a subir de nuevo o sales de un sitio, tuerces dos esquinas y sigues hacia adelante».

Pieza de Alan Sierra. Cortesía del artista.