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Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el arte, pero temía preguntar

Columna 17.04.2019

Pablo Helguera

En esta nueva entrega del Dr. Estético (Pablo Helguera) responde preguntas sobre artivismo, museos y aspiraciones de riqueza por parte de artistas.

—¿Sirve el artivismo?

Dr. Estético,

¿El arte puede ser una herramienta hacer activismo sobre problemas sociales o políticos?

Anónimo

George Orwell argumentaba que no existe el arte apolítico. Esto quiere decir que la actitud de neutralidad es en sí una postura política. Como es bien sabido, la neutralidad siempre ayuda al opresor y nunca a la víctima. Si bien tu pregunta no lo implica, es importante reconocer que hacer arte, de forma inherente, es ya en sí un acto político.

En segundo lugar, hay que señalar que el arte siempre ha tenido un impacto como instrumento crítico, ya sea de la sociedad o de la ideología predominante en un periodo. Hay un sinfín de artistas visuales, cineastas o escritores han producido obras de índole altamente político, haciendo una crítica de ideas religiosas o mostrando los hechos de la injusticia racial o de clases. Y es un hecho que muchas obras han desatado debates alrededor de estos temas.

La cultura conservadora detesta que el arte aparezca en escena para cuestionar el status quo. Así, en la crítica elaborada desde una postura conservadora, se considera que el arte por sí mismo no puede resolver nada, y que inmiscuirse en temas políticos ni es efectivo ni es arte, sino propaganda. El defecto de esta postura es que estipula que el arte debe de tener un nivel de efectividad específico que, de hecho, nunca es definido con claridad. De esta forma, es muy fácil descartar cualquier tipo de arte, argumentando que no cumple con los niveles de efectividad, secretamente o incoherentemente, planteados por sus críticos. Esta conveniente manipulación de la opinión pública busca precisamente promover un arte de tipo «apolítico» que en realidad, como mencioné antes, es realmente un arte que apoya la ideología conservadora.

Pero descartar el arte de esta manera no es muy distinto de argumentar que no vale la pena hacer manifestaciones, porque no ayudan a gobernar. En realidad, manifestarse en contra de la opresión es absolutamente fundamental y, si bien una manifestación en sí no es la solución del problema, ésta suele ser parte de un proceso que ayudará a cambiar la percepción colectiva de un tema. De manera que es importante no aislar una sola obra y preguntarse de su efectividad política, sino prestarle atención a las obras de un periodo —por ejemplo, el arte de la década 1960— y así adquirir una mejor comprensión de cómo toda una serie de obras artísticas contribuyó, poco a poco, a cambiar ciertas actitudes intelectuales de un período determinado.

Dibujo de artistas en museo. Preguntas de arte.

Pablo Helguera, de la serie de libros Artoons. Cortesía del artista.

 

—Artistas locales

¿Algún consejo específico para artistas de provincia?

Anahí García

Estimada Anahí,

Todos los seres humanos somos, hasta cierto punto, producto cultural de nuestra ciudad de origen. Cada ciudad, pueblo o vecindario ofrece una enorme riqueza de elementos que conforman nuestra identidad. Y como artistas es necesario estar conscientes de ese origen. A la vez, es fundamental aprender a existir fuera de ese origen por dos razones: primero, porque como artista —fundamentalmente— somos observadores de la realidad, y es difícil observar aquello de lo que somos parte. Segundo, el arte es una conversación global, con una variedad de lenguajes visuales, y es importante entender cómo se gesta en el mundo. Por eso, salir de la ciudad natal es tan importante para la formación de un artista, aunque sea por un periodo corto de tiempo.

Otra recomendación es resistirse a ser preso/a de los debates, actividades, conflictos o chismes exclusivamente locales. Es importante contribuir a la escena local, pero no lograrás contribuir mucho si no logras vincularte con el resto del mundo. Sobre todo es vital no dejarse definir por el lugar donde vives —tu valor como artista radica en tu obra, no en el lugar donde tú vives.

Koala en un museo. Preguntas de arte

Pablo Helguera, de la serie de libros Artoons. Cortesía del artista.

—Aprender a aprehender la obra de arte

Estimado Doctor Estético,

Estos días los he dedicado a plantear algunas de mis dudas sobre el tema de la Educación en los Museos.

Al ser «la chica encargada de las visitas guiadas», constantemente me pregunto: ¿Es correcto explicar a los espectadores una obra artística? ¿O se debe dejar a la interpretación de cada individuo? 

Sara González Cisneros 

Estimada Sara,

Las dos opciones que planteas en torno a la educación en los museos pertenecen a modelos pedagógicos ya caducos. El primero asume que la obra es una entidad con un solo significado, fijo, contenedora de una clave esotérica que puede ser revelada —cual fórmula secreta— ante el público neófito. La segunda, de índole platónico, asume que el visitante ya lo sabe todo, y que cualquier cosa que interprete es un conocimiento válido.

De manera que hay que aclarar. En el primer caso, uno tendría que asumir que toda obra de arte es como una caja de cereal, cuyos ingredientes se pueden leer al costado de la caja, y que la interpretación radica en memorizar y recitar los ingredientes. Es un modelo del siglo XIX que ya no se usa, pero que, por alguna razón, ha predominado en la educación de museos. La percepción de una obra cambia dependiendo del momento histórico, del contraste que hay entre el pasado y el presente, y del contexto en el que esta se encuentra, y hay que estar consciente de esos cambios.

En el segundo caso: si yo viajo a China sin hablar chino y decido imaginarme el significado de todo lo que la gente me dice, puede ser divertido por un rato, pero al final terminaré sumido en una profunda confusión. Si yo veo un cuadro de Mondrian y decido que es una obra sobre changos en la jungla, mi interpretación puede ser válida como juego imaginativo, pero no me ayuda a establecer relación alguna con otras obras de arte, ni con los procesos de percepción que le importaban al artista, ni con la realidad en la que vivo en general. La educación es, a fin de cuentas, una disciplina que nos ayuda a adquirir conocimiento sobre el mundo, no a imaginarnos lo que queramos. De manera que el promover la libre asociación en un proceso cognitivo, suele resultar en dejar que alguien divague eternamente en el vacío.

Hoy en día aquellos que hacemos educación en museos tenemos que enfocarnos en estimular la reflexión y el pensamiento que nos ayude a conectar la obra con nuestra realidad, haciendo uso de nuestro conocimiento y experiencias existentes para producir conocimientos y experiencias nuevas. Hay que estar asimismo consciente del legado históricamente autoritario de la educación, que indirectamente promueve la infantilización del público en vez de reconocer que cada ser humano aporta toda una serie de conocimientos propios a cada conversación.

Curador en museo de arte contemporáneo. Preguntas de arte

Pablo Helguera, de la serie de libros Artoons. Cortesía del artista.

—Living in a material world

Traigo atorada una cuestión desde hace un par de semanas…

En un taller donde participé, un asistente, durante su intervención, elaboró que a él si le interesaba el dinero, y que no había nada de malo en ello.

Todo bien con lo que cada quien se ponga como urgencia en la vida, pero lo que me resonó y desde entonces me ha dado vueltas, es la energía que usó para decirlo: energía libertaria. Es decir, lo dijo como quien se libera de un secreto y en una situación de: «aquí entre nos, confieso lo que todos pensamos»; es decir, fue un ejercicio de liberación.

Y es ahí donde encuentro la terrible situación de nuestra enajenación. Vivimos como liberación el desechar los discursos críticos a nuestra condición de esclavos.

Y tal vez así sea, matar al mensajero para acabar con el problema, cortar el cable del foquito de emergencia pretendiendo con eso vencer la emergencia… lo que no vemos no existe por más que sepamos que está a la vuelta de la esquina… Como una imagen maravillosa de la película El odio, donde los personajes se sienten como un sujeto que cae desde lo alto de un edificio y conforme va cayendo piensa: «hasta aquí todo bien».

¿Es igualmente liberador desarticular la opresión que olvidar nuestra condición de esclavos?

Taniel

Estimado Taniel,

El mundo del arte está lleno de tabúes—de cuestiones que rara vez se debaten en público, ya sea por aprehensión, por temor a revelar las inseguridades personales, o por otras razones.

Para la mayoría de aquellos que vivimos en el mundo del arte, el tema del dinero es repugnante, ensucia la pureza misma del arte, la noción de que la creatividad es algo libre y democrático. Y que vivenciar la creatividad o experimentarla debe de ser un acto de libertad, no algo que se pueda consumir, comprar o vender.

El comentario de la persona que citas, que confiesa que le interesa el dinero y que no hay nada de malo en ello, puede ser interpretado efectivamente como vulgar o frívolo. Por otra parte, lo que quizás interpretaste como un acto de liberación puede también ser interpretado como un acto de reconocimiento del grado al cual estamos atrapados en un sistema opresivo.

De cualquier forma, la sinceridad es crucial y es mucho más deseable que el silencio. Me parece saludable que tu compañero haya tenido la valentía para mencionar el tema. Quizás el paso adecuado es sugerir continuar la conversación, creando un espacio libre de juicios para que los participantes ahonden en sus opiniones e impresiones. Es difícil, si no imposible, avanzar en una discusión sin franqueza y sin que haya un intercambio franco.

Ladrones de arte. Preguntas de arte

Pablo Helguera, de la serie de libros Artoons. Cortesía del artista.

¿Tienes alguna duda existencial relativa al ámbito del arte, al mercado o a su escena?Envía tus preguntas al Dr. Estético al correo [email protected]
Mantendrémos tu anonimato si así lo solicitas.

 

 

Pablo Helguera

(Ciudad de México, 1971) es un artista mexicano radicado en Nueva York.  Su obra abarca el performance, la escritura, la gráfica, la pedagogía y el arte de interacción social.  Ha mostrado su obra en muchos museos y bienales a nivel internacional. Ha recibido las becas Guggenheim y Creative Capital, entre muchas otras; y ha publicado varios libros, incluyendo Education for Socially Engaged Art (Jorge Pinto Books Inc., 2011), el Manual de estilo del arte contemporáneo (Tumbona, 2005) y The Parable Conference (Jorge Pinto Books Inc, 2014). Desde 2007 es director de programación educativa del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

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