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El Fonca y otros fideicomisos en peligro. Platicamos con voceras del movimiento Ciencia y Cultura hasta la sepultura

Entrevista 10.04.2020

María Minera e Ixel Rion Lora nos hablan sobre el decreto presidencial que ordena la extinción de algunos fideicomisos de cultura y ciencia.

En el contexto de la crisis por el COVID-19, el pasado 2 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó en el Diario Oficial de la Federación un Decreto que ordena el «procesos para extinguir o dar por terminados todos los fideicomisos públicos sin estructura orgánica, mandatos o análogos de carácter federal en los que funjan como unidades responsables o mandantes».

El 6 de abril, mediante un hilo en su cuenta de Twitter, la titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto, declaró que en el sector de la cultura se extinguirían siete instrumentos «que ya no tienen razón de ser o utilidad social». Y que la secretaría a su cargo «ha trabajado intensamente para justificar las excepciones correspondientes al @FONCAMX, Foprocine y @SanIldefonso».

Estas afirmaciones vinieron a confirmar que las preocupaciones que los miembros de las comunidades científica y cultural del país manifestaron —a partir de la publicación del Decreto— no carecía de fundamento.

Organizados bajo el nombre de Ciencia y Cultura hasta la sepultura, un grupo de artistas y científicos dieron a conocer una carta donde piden al presidente poner a salvo los fondos y fideicomisos destinados a estos sectores. Carta que puedes leer aquí

En esta entrega, platicamos con María Minera —crítica e investigadora independiente— e Ixel Rion Lora —curadora—. Ambas son voceras de esta iniciativa que busca hacer frente a los efectos que este decreto tendrá en la ciencia, la cultura y en la sociedad mexicana.

 

 —Ustedes, junto con un grupo de artistas, manifestaron su preocupación por el Decreto presidencial publicado el 2 de abril. Aunque la información aún se está generando, parecen estar en peligro importantes fideicomisos relacionados con la cultura y las ciencias. Por favor, explíquenos cómo este mandato puede afectar la creación y cuál es la preocupación de las comunidades cultural y científica del país.  

María Minera (MM): La verdad es que justamente esa falta de claridad es la que está generando la mayor inquietud. Por ahí, de pronto, han salido también un par de artículos, como los del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura de la UAM, que dicen que no hay que rasgarse las vestiduras porque no le va a pasar nada al Fonca, o que todo va a estar bien. No sé en qué se basan, pero la realidad es que Alejandra Frausto salió a decir hace unos días que, en efecto, están presentando una cantidad enorme de documentos para probar la viabilidad del Fonca y la necesidad de que éste siga en pie.

El caso del Fonca es, desde luego, de los fondos en riesgo que más preocupan a la comunidad artística, junto con Foprocine y San Ildefonso, que también están en un caso parecido. En la ciencia ni se diga: parece ser que hay más de 22 mil millones de pesos en riesgo.

Y sobre estos fondos se sabe todavía menos. La secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, sacó un artículo ayer en La Jornada, donde dice un poco lo mismo: que no nos preocupemos porque la ciencia y la cultura van a estar bien, ya que los fondos que se están tocando son simplemente fondos corruptos y opacos. La verdad es que esto no es para nada claro: cuando se menciona el fondo de construcción del Cenart, desde luego que ese es un fondo que ya no tiene sentido, porque el Cenart existe desde hace décadas y no hay por qué seguir manteniendo fondos para construirlo.

Pero la gran mayoría de los fondos, especialmente en el caso de la ciencia, son ahorros que se han hecho a lo largo de los años para brindar certidumbre y viabilidad a proyectos de largo plazo. A diferencia de la cultura, la investigación científica funciona en proyectos que son de muy largo plazo. No se puede decidir estudiar, por ejemplo, el COVID-19, y suponer que en un año vas a tener resultados. A lo mejor necesitas tres o cinco. Entonces ahí sí hay un riesgo evidente y una mayor ambigüedad.

La directora de Conacyt no se ha pronunciado. Ella sí ha guardado completo silencio. Lo único que sabemos, por voz del propio presidente, es que ella le dijo: «no te preocupes, con que me dejes dos o tres fideicomisos es suficiente», lo cual es muy preocupante, porque vale la pena preguntarse cuáles son esos dos o tres fondos que son suficientes para apoyar toda la investigación científica de este país.

 

—Desde la ciencia y la cultura, ¿cuáles son los fideicomisos que más les preocupan como comunidad?

Ixel Rion (IR): Como comentaba María, nos preocupa la opacidad y facilidad con la que se extinguieron estos fideicomisos. Es una decisión tomada de manera unilateral por el presidente. Desde el Conacyt, como bien sabemos, no ha habido pronunciación alguna y desde Secretaría de Cultura tuvimos la declaración de Alejandra Frausto que dice que estos siete fideicomisos extintos son, y cito, «instrumentos que no tienen razón de ser o utilidad pública».

Es importante mencionarle a la Secretaria de Cultura que, de acuerdo con la Ley Federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria, la unidad responsable de la dependencia o la entidad a la que hayan otorgado los recursos —o que coordine la operación de un fideicomiso público—, debe de reportar en informes trimestrales, conforme a lo establecido a la ley, sobre los rendimientos financieros, egresos, destino de los presupuestos, el saldo y la disponibilidad. Estos informes trimestrales incluyen un reporte justamente del cumplimiento de la misión, de los fines y resultados alcanzados por estos fideicomisos, así como de los recursos ejercidos. Esto es la ley.

Se deben comunicar las responsabilidades de los fondos, mencionando lo de «sin estructura orgánica». La estructura orgánica es una entidad con estructura de funcionamiento, es decir, que tiene recursos humanos, muebles, bienes inmuebles y otro tipo de bienes y servicios.

Si se toma la decisión de anular siete fideicomisos que presentaban irregularidades, eso significa que en el año y cuatro meses del nuevo gobierno, se debieron haber presentado cinco informes anteriores a la extinción, esto conforme a ley. De no ser el caso, estaríamos frente a un caso de corrupción.

Estamos defendiendo la ciencia y la cultura de prácticas corruptas y opacas; esto ya no debería estar sucediendo.

 

Las políticas culturales, el tema de fondo

—¿Cuál creen que debería de ser la reacción ideal tanto de la Secretaría de Cultura como del gobierno en general frente a la cultura y la ciencia en esta situación de contingencia?

MM: Desde luego que tendría que ser una actitud de comunicación abierta, transparente, explícita. Por lo menos Alejandra Frausto ya mandó estos tuits, diciendo que están haciendo lo posible, lo cual de todos modos es preocupante. Inquieta que no sea evidente para el gobierno la importancia de la ciencia, la cultura y el arte. Es decir, que tengamos que convencer al presidente una y otra vez de por qué, para el bienestar integral de una sociedad, hacen falta también la perspectiva amplia de la cultura y las artes, y ni qué decir de la ciencia, muchísimo más en una contingencia como la de ahora, en la cual vemos que la salida sin duda la va a proveer la investigación científica. No cabe duda de que los únicos que tienen la llave de la puerta del coronavirus son los científicos. Nadie más.

Los trabajadores de la cultura podemos ofrecer otras maneras de paliar la crisis; sin embargo, es muy claro que la ciencia es nuestra puerta de salida; y es muy preocupante que parece que hay incluso un par de fideicomisos destinados explícitamente a la investigación de la salud. No puede existir una paradoja así de profunda, porque lo único que hace ver es que al presidente solo le importa continuar con un proyecto de nación que no contempla la llegada de una pandemia. No podemos cerrar los ojos a la realidad de que estamos sumidos mundialmente en una emergencia que puede tomar proporciones catastróficas.

Nos gustaría que tanto María Elena Álvarez-Buylla Roces como Alejandra Frausto defendieran estos recursos abiertamente, porque son necesarios y esenciales. Es dinero que, en la mayoría de los casos —habría que discutirlo y si supiéramos con mayor detalle de qué se trata tendríamos mejores argumentos—, no está inerte, sino de hecho es usado todo el tiempo, como los apoyos del Fonca.

El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes —y creo que todo el mundo coincide— aunque es perfectible, como todo, es eficiente y de las pocas instancias que funcionan bien; que sus procesos de decisión son transparentes; las reglas del juego muy claras; los jueces son los pares, es decir, gente del mismo gremio. Como dijo René Roquet hace unos días, el Fonca es posiblemente una de las instancias más vigiladas que existen.

Y el simple hecho de que su existencia esté en discusión es muy triste.

 

—En el fondo parece que subyace un problema mucho más complejo y que va más allá de la coyuntura actual. Movimientos como #YaPagameINBA y #NoVivimosDelAplauso son solo dos referencias de la situación precaria que viven la comunidad artística. Y esta problemática inició aún antes de la actual administración. En su opinión, ante qué se están enfrentando los trabajadores de la cultura…

IR: Nos enfrentamos a la precariedad laboral, sin duda. La ciencia y la cultura son entidades que trabajan en pro de la sociedad: ambas tienen implícita una función social, como educar, cuidad, generar pensamiento crítico, mejorar la calidad de vida, etcétera. Los gobiernos están pensando que la ciencia y la cultura son lujos, a menos que se utilicen como armas de propaganda para sus intereses.

Anular proyectos de investigación y proyectos críticos, culturales y educativos, genera una plataforma ideal para ahondar en el discurso de división y paternalismo, como lo estamos viendo. La ciencia y la cultura en México son las mejores armas contra la ignorancia y la desigualdad. Es increíble que países como Francia o Alemania en estos precisos momentos estén generando apoyos al mismo sector cultural, llamándola incluso «una necesidad básica». ¿Por qué aquí tenemos que defender el ya de por sí escaso presupuesto? Pensar que los trabajadores de ciencia y cultura son personas privilegiadas es completamente incorrecto y demuestra una falta de información muy grave, ya que estos agentes deberían ser reconocidos como lo que son: gente al servicio de la sociedad, y por ende merecedores de contratos y derechos laborales.

El #YaPágameINBA se refería al Capítulo 3000, por el que trabajadores son contratados como proveedores de servicios. No se les ve como los profesionistas que son. En esta modalidad de contratación no generas antigüedad, no tienes seguro social ni nada. No es posible que se siga manteniendo en la precariedad a los agentes culturales, y los científicos están igual.

 

Resistencia en tiempos de crisis sanitaria

—Como comunidad organizada, qué sigue. ¿Qué podría hacer la comunidad para, desde la cuarentena, hacer oír su voz?

MM: La verdad es que este movimiento surgió de la coyuntura. En este caso, del Decreto presidencial. Entonces el futuro también es incierto: va a depender de lo que resulte; de qué fondos acaben siendo extinguidos y cuáles no, pero lo que sí sentimos es que hay gran malestar. El hecho de que los dos grandes gremios del ámbito científico y artístico se hayan reunido por una preocupación compartida no había pasado nunca. Es inédita la cantidad de firmantes que son investigadores, profesores en ciencias y artistas de todas las ramas de la cultura. Y claro que también nos importa la pandemia, y lo que querríamos hacer es apoyar como pudiéramos. Sin embargo, la realidad es que necesitamos ese gesto de aliento para decir: «Ustedes nos apoyan y nosotros a ustedes», estamos juntos en esto.

La Secretaría de Cultura abrió una iniciativa para que la gente mande contenidos audiovisuales para distintas cápsulas de carácter cultural de internet, por los cuales hay un pago de 20 mil pesos. Para ellos es muy fácil pedir contenidos para que la gente se entretenga en la crisis, pero al mismo tiempo le están quitando presupuesto a los trabajadores culturales. Se dice que se van a crear dos millones de empleos y a la vez se cierran otros. Esto decepciona mucho y es probable que tengamos que seguir adelante, tomando otras medidas, como comunidades conjuntas.

Podría parecer que, en medio de la tragedia de personas que se están muriendo y muchísimas quedándose sin trabajo, lo de la cultura y la ciencia es menor. Se ve a los trabajadores de estos ramos como privilegiados, pero también en la cultura se están perdiendo importantes fuentes de trabajo.

IR: La mayoría de la gente en cultura tiene trabajos informales. Los trabajos que se están perdiendo y que se están contabilizando son trabajos formales, pero no se están contando los trabajos informales. Y dentro de eses trabajos informales hay muchísimos actores, artistas, personas que se dedican a generar contenidos y que en este momento no pueden hacerlo. La precariedad laboral es terrible, es evidente y no se plantea ninguna solución a futuro.

 

—Tocaron el tema de la percepción pública del trabajo del artista. Es curioso cómo hasta la fecha, a pesar de que el sector cultural tiene una participación del siete por ciento en el PIB del país, persiste la noción de que las artes no generan ningún tipo de bienestar social o económico…

MM: La verdad es que ya estamos un poco curtidos después del susto del año pasado, cuando también se vio amenazado el Fonca. En cuanto salió el decreto empezaron a circular varias cartas. Ahora mismo hay una que está pidiendo específicamente que se salve el Fonca; hay otra con una propuesta muy interesante que están haciendo las personas de la comunidad teatral, que siempre son de los más golpeados. La vida laboral del teatro es muy frágil, porque si no estás dando funciones, no ganas nada. El cine se puede ver en la tv, pero el teatro, en un caso como este de la cuarentena, está muerto; los trabajadores están desesperados y pidiendo que los dineros se usen justamente para garantizar una seguridad mínima a los trabajadores de las artes escénicas.

Creo que la comunidad está más preparada para enfrentar estos embates, que son cada vez más frecuentes. No importa que el gobierno se diga de izquierda o de derecha, al final lo único que les importa son sus propios proyectos ambiciosos, que además muchos de nosotros no compartimos.

Nos duele ver que el presidente de la República diga, con todas sus letras, que los más de 700 mil millones de pesos de los fideicomisos extintos, van a ir a parar no a un fondo para la emergencia o para el sector salud, cuando estamos oyendo a la cantidad de médicos y enfermeras que están suplicando porque les lleguen insumos para trabajar con seguridad. No, los fondos se van a usar para salvar a Pemex y para los programas de Bienestar —las clases más marginadas deben ser apoyadas, eso es un hecho—, pero no entendemos por qué hay que poner a competir a las distintas áreas de la vida pública. Esos programas deben existir como debe existir la cultura y la ciencia.

Nos preocupa mucho que los fondos vayan a parar a Pemex cuando muchos de nosotros pensamos que los combustibles fósiles van totalmente de salida, contaminan y no hacen más que abonar a la crisis climática, que es nuestra otra gran crisis mundial. En lugar de apostar a las energías renovables y limpias.

El presidente había prometido que todo se iba a poner a consulta, pero la realidad es que solo se están haciendo consultas de lo que él quiere.

IR: A mí me gustaría añadir un último comentario sobre la existencia del Conacyt y del Fonca, que son entidades únicas en el mundo, sobre todo el Fonca: no hay ningún programa así en el mundo. Es inconcebible que los gobiernos no puedan sentirse orgullosos de estas instituciones y de quienes las conforman. Los gobiernos no deberían descalificar a la ciencia y a la cultura, por el contrario, deberían apoyar con sueldos justos, contratos laborales y un presupuesto acorde.

Es por demás lamentable no contar con el apoyo ni liderazgo de las directoras de ambas instituciones. Las cabezas a cargo de las instituciones gubernamentales de la ciencia y la cultura brillan por su ausencia. No es posible que no sean ellas quienes salgan a defender al gremio al que están representando.

Si el gobierno minimiza y descalifica a la ciencia y a la cultura está mandando un mensaje erróneo a la población, sobre las verdaderas funciones que tienen ambos campos. Me parece una acción irresponsable y mezquina tratar así a estos dos campos.

 

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