Al igual que en otros sectores profesionales, la contingencia actual ha impactado la dinámica de artistas y trabajadores de la cultura, cuyas actividades se han detenido en medio de un panorama de incertidumbre que, día con día y por varias circunstancias, aumenta.

Como cada año hacemos un sondeo de la escena artística emergente en México, nos encontramos en un panorama con nuevos retos y otros tantos que ya son conocidos desde hace un tiempo, como la falta de más estímulos a la creación o la disminución del presupuesto destinado a la cultura. Sin embargo, también nos encontramos con una producción artística sumamente dinámica, articulada desde distintas partes del país, que nos brinda una visión más amplia no solo del arte en México, sino de problemáticas sociales que es necesario mantener en la discusión.

En este contexto, consultamos a 10 artistas y curadores para conocer a los creadores que —desde su punto de vista— están desarrollando algunas de las propuestas más relevantes en la actualidad. Esta es la primera parte de esta entrega. El orden es alfabético.

 

—Javier Barrios | Selección de Joaquín Segura

«En un circuito que se caracteriza tanto por una sobreproducción brutal de imágenes como por la desigual competencia entre creadores jóvenes que dadas las circunstancias anteponen la búsqueda de visibilidad e inserción coyuntural al desarrollo de un lenguaje visual personal y complejo, resulta refrescante encontrarse con la producción de un artista como Javier Barrios. Con una capacidad técnica excepcional, en balance con un universo discursivo sugerente y en desarrollo constante, Barrios se desmarca de una generación con propuestas ambiguas y de interés dudoso. Su más reciente cuerpo de obra, una serie de asociaciones libres entre botánica y comentarios sociopolíticos provocadores, es significativa dentro de su propia producción por la manera en que proyecta algunas de sus exploraciones anteriores y preocupaciones que se antojan poéticas y radicales a la vez».

—Joaquín Segura, artista

 

El trabajo de Javier Barrios (Guadalajara, Jalisco, 1989) está enfocado en destacar los aspectos más sencillos de la vida cotidiana, aquellos que en ocasiones pasan desapercibidos en medio de un frenesí informativo y de sobreexposición mediática, a través de disciplinas muy cercanas a las artes plásticas, como el dibujo o la escultura. «Para mí es importante darles un lugar nuevo, una lectura impredecible e inesperada, o por lo menos que tengan una carga mucho mayor de la que normalmente se les atribuye», comenta el artista.

Barrios se formó en un inicio como restaurador, aunque la pulsión por dedicarse al arte siempre estuvo presente. Sin embargo, una serie de reflexiones sobre los riesgos económicos de este campo lo llevó a reconsiderar varias veces tomar ese camino. Si bien en un principio Barrios consideró que la restauración podría ser un campo afín a sus intereses creativos, pronto dudó si realmente lo era. «Estudié restauración en arte, pero eso es algo muy diferente y distante. Es una disciplina en sí y no puedes hacer las dos cosas: te demanda muchísimo tiempo».

Actualmente, el artista trabaja en un proyecto de investigación histórica y botánica basada en el libro El ladrón de orquídeas, de Susan Orlean (Anagrama, 2019). Barrios ha visitado la reserva natural de Barranca de Metztitlán, en Hidalgo, con el fin de construir un relato en torno a una especie de orquídea que ya no existe en el entorno natural. A través de dibujos, fotografías, piezas audiovisuales y entrevistas con habitantes de la zona, el artista explora cómo se configuran los imaginarios y en qué medida la producción de imágenes contribuye a ello. «Es como traducir esa narrativa del libro a un contexto en México, muy relacionado con la tradición oral: hago muchas entrevistas y las personas afirman haber visto la planta; cuando trabajo con ellos y les pregunto cuando y dónde la vieron, se crea una especie de mito local».

 

—Rolando Hernández | Seleccionado por Israel Martínez

«Rolando Hernández tiene su raíz en la improvisación auditiva vinculada al campo de la música, pero en recientes años ha explorado el archivo, la teoría, la poesía, las artes performáticas y visuales, desvaneciendo esa ambigua marca del “arte sonoro” por una práctica interdisciplinaria que parte desde el sonido hacia otros lenguajes contemporáneos. Como promotor corealiza Umbral, serie de eventos en los que participan artistas de cualquier perfil bajo el pretexto de explorar la auralidad.

—Israel Martínez, artista.

 

Con estudios de música y una formación autodidacta en artes, Rolando Hernández (Nezahualcóyotl, Estado de México, 1993) ha realizado y participado en proyectos que involucran el arte sonoro y la experimentación musical tanto en México como en el extranjero. Su labor no se limita a la producción artística, ya que también ha realizado diversos proyectos de gestión e investigación, entre ellos Umbral: un espacio independiente y festival que, desde 2013, presenta prácticas relacionadas con el sonido. No está de más señalar que para Hernández la curaduría es una forma de arte en sí misma: de hecho, cada proyecto desarrollado forma parte de su producción artística.

Gran parte de los campos de interés de Hernández se conformaron con la asistencia de actividades relacionadas con el circuito y el debate con artistas. Como lo explica él mismo, «escuchar todo lo que sucede alrededor de los eventos de arte fue lo que me hizo darme cuenta de lo importante que es no solamente dedicarse a producir arte, sino también plantear que todos esos proyectos de investigación tienen otro tipo de potencial». Esta última reflexión ha sido el detonador para otro tipo de propuestas, que suceden en un terreno disciplinario híbrido. Un buen ejemplo de esto podría ser el proyecto CCADDASM: una institución artística encargada de crear una historiografía alterna sobre las prácticas con sonido en México.

A pesar de que buen parte de su trabajo es reconocido en el circuito del arte sonoro, los intereses creativos de Hernández van más allá de la exploración en ese medio, ya que todos los proyectos que realiza parten sobre un tema y con base en ello define los recursos formales y técnicos, algo que le brinda una gran libertad creativa y formal.

Entre sus próximos proyectos, se encuentra la curaduría para la primera exposición retrospectiva del compositor Manfred Werder en Ciudad de México, la codirección del documental transmedia Imagínate todo aquello que no podrías imaginarte nunca , un documental sobre la experimentación en el arte de los 80 en el Ex-DF  visto a través del archivo de Ángel Cosmos (1949-1993),  así como participaciones en espacios artísticos de Europa,Estados Unidos y Medio Oriente.

 

—Andrés Juárez | Seleccionado por Nelson Morales

«La obra de Andrés Juárez me parece relevante ya que aborda el tema de hombres trans de una manera muy particular; es inquietante, retadora e intensa, además de visibilizar un tema poco abordado en la fotografía contemporánea en México.

—Nelson Morales, artista y fotógrafo

 

Andrés Juárez (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1972) ha desarrollado su trabajo artístico a través de la fotografía, un medio que en su proceso no reafirma la idea de que la lente representa fielmente la realidad, sino que muestra parte de lo que se ha silenciado en las esferas públicas, tal es el caso de la discriminación sexual y de género, la cual aún persiste en México. Para Juárez, la visibilización de otras identidades sexogenéricas  es primordial, pues brinda una perspectiva más amplia del género como construcción social.

«Al iniciar mi carrera artística, la mayor dificultad a la que me enfrenté fue como proyectar mis inquietudes y necesidades de expresión a través de la fotografía. Muchos eran los temas que quería abordar, pero quería tratarlos con un enfoque atrevido y trasgresor. No fue fácil encontrar un enfoque visual que reflejara la imaginería que quería utilizar y el discurso que quería manifestar en el proyecto», reflexiona Juárez, quien formó parte del «Best of» de la revista Vogue en 2019, en el que eligieron algunas de las imágenes más destacadas del año.

Uno de sus proyectos más recientes es Las otras impolutas, en el que muestra una posible  censura de la iglesia católica contra las corporalidades que están fuera de la iconografía religiosa. Para ello, Juárez toma referencias y personajes de la tradición judeocristiana, como la virgen, pero con una forma muy diferente al canon estético de la iglesia en lo que respecta a la representación de los cuerpos. «Mostraba a una virgen obesa, o una virgen indígena, una paralítica y a un hombre homosexual, entre otros. Imágenes que nunca estarían presentes en las cúpulas de ningún templo católico en el mundo», explica el artista, quien ha presentado este proyecto en países como Estados Unidos, Portugal, España, Brasil y México.

Como parte de su compromiso con la visibilización de comunidades sexodiversas, Juárez trabaja actualmente en una serie fotográfica enfocada en la transmasculinidad en México, tanto desde un punto de vista artístico, como político. Dicho proyecto empezó en 2019 y continuará hasta 2021, ya que en cada modelo, Andrés Juárez encuentra nuevas preguntas y facetas de la comunidad transmasculina.

 

—Marco Treviño | Seleccionado por Guillermo Santamarina

«Las investigaciones que fundamentan el proceso creativo de Marco Treviño están asociadas a una rigurosa depuración de la materialidad. Esto no únicamente en los caracteres formales que integran sus piezas (que convencionalmente podrían asociarse a la abstracción minimalista), sino efectivamente con una exploración en dimensiones de discursividad en la tasación estética, acorde a una poética visual, y como búsqueda multidisciplinaria de procedimientos de experiencia. 

También debo mencionar su indudable talento en el ejercicio curatorial.

—Guillermo Santamarina, artista y curador

 

Marco Treviño (Monterrey, Nuevo León, 1986) cuenta con una producción artística que toca distintas disciplinas, entre ellas el performance, la escultura, la gestión cultural y la poesía, pero buena parte de sus proyectos están conectados por una reflexión sobre la circulación de la imagen desde la pintura. «Tengo un especial interés por el monocromo y la abstracción pero utilizados como moderadores dentro de una mesa de debate en donde participan experiencias sociales alrededor de la pintura, nociones políticas e históricas en lo decorativo, formatos de presentación como el Power Point o las paredes falsas en los museos y las historias detrás de los materiales que utilizamos para construir imágenes», comenta el artista, quien recientemente presentó una exposición en la reciente edición de PreMaco Monterrey.

Gran parte del interés de Treviño por la circulación de la imagen se gestó durante sus estudios universitarios, realizados entre 2006 y 2012, en medio de una situación de seguridad muy delicada nivel nacional y que tuvo un impacto específico en la dinámica de vida de Monterrey. Frente a la fotografía de nota roja y las noticias alusivas a la inseguridad generalizada, Treviño empezó a preguntarse por las posibilidades de la pintura bajo ese contexto.

«Me puse a pensar en las relaciones históricas y las relaciones posibles entre la abstracción y el monocromo ante otra serie de estrategias y conceptos que las esferas políticas estaban utilizando como cancelar, esconder, censurar, diluir, bloquear, desaparecer… », reflexiona Treviño, quien a finales de 2020 presentará una serie de proyectos con el galerista Mau Galguera, además de residencias en los espacios de Taller Los Guayabos —en Jalisco— y Fuego (en Ciudad de México).

 

—The Immovable Tâm Liêu Âm | Seleccionado por Gina Arizpe

«Viene de un espectro de inmundicia paradójicamente excluyente, el peor rincón de México y su peor cúpula, comprometido con entender lo real y arriesgar la vida buscando conocimiento oculto. Le llaman universalista, al mismo tiempo se mantiene al margen e invisible, subvirtiéndose a sí mismo es su ejercicio constante, destruirse y crearse a sí mismo, mantenerse inamovible e inatrapable, defensor de la diversidad en opacidad y comprometido con la procuración de la vida».

—Gina Arizpe, artista

 

El punto de inflexión en la práctica artística de The Immovable Tâm Liêu Âm (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1989) se dio por una reflexión sobre su lugar de origen y su ascendencia. «Entendí que el lugar de donde vengo es una colonia de esclavos. Ciudad Juárez ocupó el lugar después de la abolición de esclavitud en Estados Unidos como la propuesta de reparación a ese sistema, cuyo peso también fue distribuido al ejercicio carcelario, esclavos y criminales».

«¿Qué significa una cárcel dentro de otra? y ¿qué significa entender al mundo como una prisión, como una mátrix?» son algunas de las preguntas desde las que parte el artista para desarrollar una producción, la cual no se articula únicamente desde las disciplinas creativas. «Las disciplinas que más son interesantes para mí no tienen que ver con el arte —tuve un entrenamiento mas bien mediocre. Si lo que se busca es la maleabilidad de lo real, entonces hay que buscar en otros lugares y estos no tienen nada que ver con arte ni con las “humanidades”, tampoco la teoría. Incluso pueden ser vistas como su antítesis. Después de formarme como artista, busque una formación académica que no tuviera que ver con creación sino lo contrario». 

Las principales líneas de trabajo de Tâm están relacionadas con fenómenos como la adaptación y, en sus palabras, con «estrategias de invisibilidad en ambientes depredatoriales».