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Retrato cortesía de Raúl Padilla.

Raúl Padilla: Las necesidades de la cultura

Cuestionario 25.06.2018

Con motivo de las próximas elecciones presidenciales en México, Revista Código consultó a Raúl Padilla sobre la cultura y las artes.

 Los cierres de sexenio y las temporadas de elecciones son un buen momento para revisar las políticas públicas del país, pero también para hacer un análisis del estado en que se encuentran los distintos sectores que forman parte de y que interactúan con la sociedad mexicana. En este caso, y pensando en el sector que ocupa a Código, hemos construido una serie de preguntas sobre las necesidades del sector cultural en México, con el fin de hacer un (breve) diagnóstico de lo que deberán ser las principales preocupaciones del trabajo de la Secretaría de Cultura en años venideros. Para esta ocasión, consultamos a Raúl Padilla López, fundador y presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y enlace de temas culturales en la campaña del candidato a la presidencia Ricardo Anaya Cortés.

 

—La relación entre cultura y tejido social se ha mencionado en repetidas ocasiones, y sin embargo no se suele ahondar en lo que ésta implica. ¿Cómo definirías tú esta relación? ¿Encuentras en el arte una herramienta efectiva para el restablecimiento del tejido social? Y, de ser así, ¿cómo puede hacerlo?

Muchas regiones de nuestro país aparecen hoy lastradas por la violencia, la amenaza encarnada por el crimen organizado —y su capacidad para infiltrar la sociedad y atraer a los más jóvenes por medio de la intimidación o ante la falta de oportunidades—, el desempleo, la pobreza, la marginación, la desigualdad y la polarización económica y social. En ese contexto que la cultura, con su capacidad creadora de ciudadanía —y, de manera destacada, el disfrute y la práctica del arte—, se antoja una herramienta indispensable para una rearticulación social en que niños y jóvenes encuentren avenidas plausibles para su energía y sus inquietudes, pero también para que toda la sociedad confluya en espacios comunitarios con vocación cultural que no sólo la hagan sentir segura y a salvo, sino que redunden en una transformación positiva del entorno.

En ese sentido, resultaría imposible no recordar el proyecto de recuperación social a partir de la cultura y las artes desarrollado por la Alcaldía de Medellín en el periodo 2004-2007. Medellín era hasta entonces una ciudad fuertemente erosionada por la violencia, al punto de haber dado nombre a uno de los cárteles de la droga más poderosos del mundo entre 1970 y finales de 1990. Durante ese tiempo, los espacios públicos habían sido secuestrados por el crimen organizado y la ciudad había adquirido una reputación infame. El gobierno encontró algunos de los principales ejes de su programa en la cultura y las artes, a partir de lo cual desarrolló un proyecto de formación ciudadana y de creación de una cultura de la convivencia pacífica. Durante esa gestión fueron creadas iniciativas como el Festival Internacional de Poesía, el Graffitour —un recorrido por diversas zonas de la ciudad para apreciar arte en muros— y la Fiesta del Libro y la Cultura, que ya tiene una década de vida y que en cada edición recibe a más de 400 mil visitantes.

Ese mismo espíritu es detectable en esfuerzos aislados ya existentes como el programa Nidos de Música en Oaxaca, que busca fomentar la cercanía de los niños y niñas de las diferentes regiones del Estado con la música representativa de sus comunidades a través de un programa de instrucción sobre la música y los instrumentos de bandas de aliento por parte de maestros calificados. Lo mismo puede decirse de la experiencia exitosa del programa SaludArte, instituido en la Ciudad de México por la Secretaría de Educación local, que ofrecía a alumnos de educación básica de escuelas ubicadas en entornos sociales desfavorecidos y con bajo rendimiento talleres diarios en artes visuales, teatro, literatura, danza, música y canto coral. Iniciativas como éstas permiten a los niños y jóvenes no sólo estar lejos de la calle sino formándose como ciudadanos a través de la educación artística. No se trata de formar generaciones de artistas sino una sociedad de futuros ciudadanos, que tengan mejores herramientas para leer la realidad y corresponsabilizarse de su entorno.

En ese sentido, la propuesta de la coalición Por México al Frente en materia de cultura propone las siguientes acciones:

—Apuntalar el programa nacional de orquestas, coros y agrupaciones musicales comunitarias, a fin de ampliar su cobertura en el territorio nacional.
—Impulsar y facilitar la práctica de la danza y el teatro en las comunidades de mayor vulnerabilidad en el país, ofreciendo capacitación y abriendo espacios para que desarrollen libremente sus formas de expresión y sus contenidos.
—Promover talleres literarios en las diversas comunidades (migrantes, diversidad sexual, diversidad urbana, etcétera) disponiendo de canales de difusión para sus trabajos.
—Organizar talleres de video comunitario, aprovechando el uso de dispositivos móviles, desarrollando modelos de formación y canales de distribución e intercambio de experiencias entre las distintas comunidades participantes.
—Hacer uso de los centros comunitarios, casas de cultura, bibliotecas y otros inmuebles públicos para la realización de las experiencias anteriores y de otras de carácter cultural, como cine clubes, conciertos, instalaciones, y performances que surjan de las propias comunidades.

Será importante abrevar de ese espíritu para apuntalar programas ya existentes y diseñar nuevos que permitan un aprovechamiento dinámico de las artes en la generación de una cultura de paz en las regiones del país que así lo exigen.

 

 

—Otro de los temas urgentes a considerar en el ámbito de la cultura es la inequidad, tanto en término de igualdad de oportunidades como de igualdad en la representación. ¿Cómo pueden las políticas públicas dar voz a los creadores de los grupos minoritarios?

La coalición Por México al Frente contempla renombrar la Secretaría de Cultura como Secretaría de las Culturas, y ello entraña no un mero cambio de membrete sino una toma de postura y un proyecto de política de Estado.

Para la mayoría de los mexicanos está claro que nuestro país es rico en diversidad cultural. Sin embargo, la importancia del tema, si bien se refleja en reformas y creación de leyes, así como en firmas de tratados, no ha derivado en acciones contundentes que tengan como consecuencia un cambio para esas culturas que de pie a un enriquecimiento cultural de la ciudadanía. Los esfuerzos por la generalización del diálogo intercultural han estado prácticamente ausentes en la aplicación de las políticas públicas del sector cultural federal. Salvo eventos aislados, la «conversación entre diversas culturas» es inexistente en los programas culturales; mucho menos se procura entender las distintas visiones del mundo que nos propone la diversidad.

La diversidad cultural de nuestro país incluye a las culturas indígenas, pero también abarca a otros sectores de la sociedad que tienen identidades propias. Las comunidades fronterizas, las comunidades urbanas y suburbanas, los jóvenes, los migrantes, las mujeres, los grupos sociales que encarnan distintas maneras de vivir la fe, la sexualidad o la ideología, y otras más, van construyendo sus contenidos simbólicos particulares con los que expresan las características de sus identidades. El diálogo intercultural anula la falsa división entre la llamada «alta cultura» y las culturas populares, exponiendo a las culturas diversas a un diálogo entre iguales, posibilitando la comprensión de lenguajes simbólicos que abonen al conocimiento del otro y al conocimiento de uno mismo a través del otro. Esto pasa por garantizar a cada individuo y a cada comunidad la posibilidad de ejercicio y recreación de su propia cultura, que no tiene que ver con su «inclusión» o con su integración a una supuesta «cultura nacional», sino con el reconocimiento, el respeto y el diálogo en la diversidad.

Procuraremos la integración de las culturas indígenas al diálogo cultural nacional, ampliando los espacios y posibilidades para su producción, recreación, difusión y desarrollo. Impulsaremos la participación de los pueblos indígenas en el diseño de las políticas públicas en la materia, particularmente en lo que se refiere a la decisión sobre las formas particulares de organizar y realizar sus prácticas culturales. Este diálogo también incluirá el acceso de las poblaciones indígenas a los bienes y servicios culturales que el Estado ofrece, facilitando la interacción de las distintas identidades culturales bajo los principios de respeto y libertad, así como del reconocimiento de que la diversidad enriquece la cultura de nuestra nación.

Por otra parte, la globalización agrega, a las diferencias de carácter étnico, otras que surgen de lo educativo, de la conectividad, del acceso a los bienes que de ésta se derivan, de lo comunitario, de las técnicas y los lenguajes. Es así que, además de los pueblos indígenas, en nuestra sociedad conviven otras identidades, algunas también territoriales, como las culturas fronterizas que desarrollan sus propios contenidos simbólicos; otras territoriales-ambientales, como las expresiones juveniles ligadas a la música y el grafiti; otras meta-territoriales, que se fundamentan en los consumos digitales, particularmente en los dispositivos móviles; y otras determinadas por las técnicas y los medios expresivos, como todo el arte contemporáneo, incluido el diseño y el video 2D y 3D.

La producción cultural de nuestro país es, pues, muy amplia y diversa. No obstante, las políticas de difusión cultural han privilegiado las llamadas bellas artes, con una concepción surgida desde el siglo XVIII, más el agregado del cine, como «séptimo arte», incluido a principios del siglo pasado. Desde entonces, las expresiones artísticas se han multiplicado y el concepto de valor cultural se ha ampliado a expresiones como el diseño, en toda su amplitud, y la gastronomía, mientras otras, las expresiones populares tradicionales y urbanas, han tenido mayor o menor espacio en las políticas públicas de acuerdo con las tendencias sociales, políticas o ideológicas de cada sexenio. Las expresiones de otros artistas, principalmente jóvenes, que no buscan en el mercado una salida para su producción, tampoco han sido consideradas en las políticas culturales, dejando no sólo a los artistas al margen de la difusión, sino negando a la sociedad el conocimiento y apreciación de esas expresiones contraculturales. Sin menoscabo de las bellas artes, abriremos espacios a todas las expresiones de la cultura a partir de una visión integral y de libre expresión.

Para garantizar una verdadera interculturalidad en la diversidad, la coalición Por México al Frente contempla las siguientes acciones:

—Generar un programa para las comunidades indígenas de acceso a los bienes y servicios culturales que ofrece el Estado, tanto poniendo a disposición espacios de la infraestructura cultural y medios para presentar su propia producción, como procurando su disfrute de la programación existente, o bien llevando la oferta artística a las propias comunidades, con un espíritu de respeto y diálogo intercultural, ajeno a cuaquier idea de transculturación.
—Diseñar programaciones artísticas locales, regionales y nacionales, en todas las disciplinas, que fomenten el diálogo entre diversas identidades culturales y visibilicen la interculturalidad.
—Generar convenios entre el Centro Nacional de las Artes y los centros estatales y regionales para que sean espacios culturales con una política de difusión integral, con temporadas anuales precisas en todas las áreas y disciplinas artísticas, respetando su autonomía de gestión.
—Apoyar y generar acciones de colaboración con los espacios culturales independientes, tanto en el diseño de modelos de administración sustentables, como en la difusión y programación de su oferta cultural.
—Abrir canales en los medios electrónicos y digitales para la producción y difusión de contenidos a partir de expresiones artísticas independientes y contraculturales, haciéndolas accesibles a una mayor cantidad de público.
—Hacer de las comunidades de artesanos y su obra artesanal un asunto toral de la Secretaría de las Culturas, atraer el FONART y fortalecer sus objetivos de capacitación, innovación, investigación y comercialización, insertándolas de lleno en las industrias culturales, con pleno reconocimiento de su valor cultural y simbólico.
—Fomentar proyectos artístico-culturales comunitarios que promuevan la colaboración entre instituciones, artistas y sociedad, disponiendo espacios y tiempos para su realización.
—Acercar a los jóvenes a la práctica artística desde sus comunidades y con sus propios lenguajes, ofreciendo canales de difusión tanto en medios electrónicos y digitales, como en el espacio público.
—Formar audiencias participativas en todas las disciplinas artísticas, a partir del contacto con la diversidad de expresiones, con los propios artistas y con las instituciones culturales.
—Convocar a las MIPYMES culturales al diálogo con artistas e instituciones para construir proyectos innovadores, que formen audiencias y que busquen la sustentabilidad.
—Impulsar un programa que apoye, en aquellos lugares que más lo necesiten, la generación y el desarrollo de espacios culturales comunitarios a nivel municipal, ya sea públicos o gestionados por pequeñas empresas culturales.
—Desarrollar un programa nacional de capacitación en gestión de espacios culturales que aporte a la profesionalización en el sector en todos los aspectos: programación, administración, promoción, difusión, etcétera.

 

—En el trabajo por la descentralización de la cultura en la República, ¿siguen siendo instituciones tradicionales como bibliotecas y museos el mejor vehículo?

México tiene una importante infraestructura cultural: el número de zonas arqueológicas, museos, bibliotecas, centros culturales, teatros, auditorios, fototecas, librerías, puntos de venta de libros y centros de educación artística la ubican como la más grande de América Latina. Sin embargo, gran parte de dicha infraestructura se encuentra en mal estado, está técnicamente mal equipada u obsoleta, o bien no se aprovecha debidamente para dotarla de programación cultural que forme audiencias, acercándolas al trabajo de nuestros artistas y de los artistas de otros países. Por otro lado, el centralismo de nuestro país también se manifiesta en la forma como está distribuida la infraestructura cultural en el territorio nacional; gran parte de ésta se concentra en la Ciudad de México, y la otra en las grandes ciudades de la República, dejando a las ciudades y poblaciones más pequeñas sin teatros, museos o, incluso, salas cinematográficas. Así, debemos, primero, fortalecer el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE), a partir de un plan estratégico que contemple en primer lugar las necesidades culturales de la población, por encima de los intereses políticos; segundo, trabajar con los municipios para que se impulse la generación de espacios culturales donde no se cuente con ellos, buscando la participación de las comunidades artísticas y la sociedad civil, ya sea para generar espacios independientes con apoyo gubernamental, o para la gestión y programación de la infraestructura pública en un ámbito de autonomía; tercero, impulsar un programa nacional de capacitación en gestión de espacios culturales que aporte a la profesionalización en el sector, procurando frenar la rotación injustificada de personal que hoy ronda el 80% en cada cambio de administración municipal.

Sin embargo, más allá de la infraestructura, no es posible entender una política cultural sustentada en la diversidad y la interculturalidad si no se acompaña de una real descentralización de las políticas de fomento cultural. Esto supone dar apoyo equitativo a los creadores de todas las edades y toda la República, viendo a las comunidades también como productoras y no sólo como consumidoras de cultura. Trabajaremos con estados y municipios para integrar las comunidades culturales a este proceso de descentralización, impulsando una política que vea por el desarrollo equitativo de las regiones del país y que incluya la suma de recursos de los tres niveles de gobierno para proyectos que hagan efectiva la igualdad en el acceso a los bienes y servicios culturales que proporciona el Estado. Nos proponemos iniciar un proceso en el que las decisiones y los recursos no estén concentrados en la capital del país y en unas cuantas ciudades de la República. No sólo las políticas de descentralización, sino todo el Programa Sectorial de Cultura se realizará con la participación de las entidades federativas y las comunidades culturales de todo México.

Entre las acciones que nos proponemos, se cuentan las siguientes:

—Desarrollar un programa de fortalecimiento regional, a partir de apoyos a la creación, producción y difusión, que nos dirija hacia la equidad en las oportunidades de desarrollo cultural de todas las voces y en todos los rincones del país.
—Impulsar acuerdos con estados y municipios en aquellos programas que sean coincidentes, para fortalecerlos a través de la suma de recursos de los tres niveles de gobierno.
—Coordinar esfuerzos con las entidades federativas en acciones de descentralización cultural en los estados para elevar las oportunidades de acceso a la cultura en todos los municipios, independientemente de su tamaño o peso económico. Estos esfuerzos se harán tanto para favorecer el disfrute como para impulsar la producción en el terreno cultural.
—Incluir la educación artística de los niveles medio superior y superior en los programas de descentralización, para garantizar que los jóvenes que opten por la profesionalización no tengan que abandonar sus estados de origen.

Asimismo, a la luz de la revolución digital y el advenimiento de la sociedad del conocimiento, resultará indispensable aprovechar las oportunidades que ofrece hoy la tecnología para la producción y la difusión de la cultura en todo el país. Las herramientas digitales apoyan y fomentan la creación, pero deben servir también para formar y amplificar las audiencias. Teniendo en cuenta que la brecha digital en nuestro país es aún muy amplia, es un deber generar programas de fácil acceso que no necesariamente impliquen desarrollos con tecnologías de última generación, sino que puedan ayudar a fomentar la diversidad: es decir una variedad de contenidos dirigidos a una amplia audiencia.

Más allá de la digitalización de las colecciones artísticas y patrimoniales custodiadas por la Secretaría de Cultura, que comenzó a realizarse en administraciones anteriores con relativo éxito, es un deber fomentar el uso de la tecnología, lo mismo en la creación que en la difusión, pero desde el entendido de que tanto autores como público deben hacer conciencia de la importancia de respetar los derechos autorales.

En ese sentido, la coalición Por México al Frente ve en las tecnologías de información una herramienta indispensable para la democratización de la cultura en todo el país, con acciones como las siguientes:

En la difusión

—Continuar con la digitalización de las colecciones artísticas y patrimoniales con el fin de hacer el acervo público realmente accesible.
—Diseñar las páginas oficiales de cada centro cultural de acuerdo con su vocación, incluyendo recorridos virtuales y funciones que puedan ayudar a generar comunidades.
—Generar programas de registro y digitalización de eventos escénicos que pueda compartirse con estados, municipios y comunidades de todo el país, a través de los canales oficiales y sus medios, además de buscar canales alternativos.
—Realizar colaboraciones con escuelas y empresas de tecnología y programación para desarrollar contenidos digitales para los distintos centros culturales del país.
—Actualizar las carteleras digitales de los distintos centros culturales del país.
—Establecer alianzas con las empresas de tecnologías de la información para la difusión de los programas de la Secretaría de Cultura, sus centros culturales, sus contenidos y colecciones.

En la creación

—Revisar los programas de formación y creación del Centro Multimedia del Cenart y proponer nuevos programas acorde a las necesidades de la comunidad artística y las nuevas disciplinas. Itinerar estos programas a los centros de las artes de las distintas entidades del país.
—Dotar a los centros culturales para poder exhibir obras desarrolladas con tecnología.

 

—Ante la reducción de los presupuestos para la (ahora) Secretaría de Cultura, ¿consideras que deberían fomentarse las alianzas público-privadas, o que es el Estado el que debería asignar más recursos? ¿En qué áreas consideras que son más urgentes estos recursos?

Estimular la participación de la iniciativa privada en el financiamiento de la cultura debe ser parte de la estrategia presupuestal del gobierno federal. Sin menoscabo del financiamiento público a la cultura, que consideramos indispensable para garantizar la libertad de los creadores en un entorno de igualdad de oportunidades a partir de una visión social de Estado, promoveremos alianzas con el sector privado, tanto con las grandes empresas que puedan apoyar y patrocinar proyectos culturales, como con las mipymes culturales, para que aporten su creatividad y su dinamismo al quehacer de la cultura en nuestro país.

Es indispensable aumentar los topes que marca la Ley del Impuesto sobre la Renta a los estímulos fiscales para el cine (EFICINE) y para el teatro, las artes visuales, la danza y la música (EFIARTES) pero también deben realizarse reformas en la legislación fiscal para que las alianzas público-privadas en el terreno cultural sean de beneficio mutuo. Así, será necesario crear otro tipo de incentivos para que la iniciativa privada invierta en proyectos artísticos y culturales. Uno de ellos, quizá el más importante, es el incremento a la deducibilidad de los donativos para la cultura, que actualmente rondan el 30 por ciento de la aportación, al 60 por ciento. En países como Francia, los recursos destinados a la cultura a partir del mecenazgo equivalen al 11 por ciento del presupuesto del Ministerio de Cultura; si esto se lograra en nuestro país estaríamos recaudando cerca de 2 mil millones de pesos adicionales al presupuesto destinado al sector cultural, en beneficio de las diversas disciplinas artísticas y programas de fomento cultural. Así, contemplamos las siguientes acciones de gobierno:

—Estimular la colaboración público–privada con el fin de facilitar la entrada de nuevos agentes al ámbito de la creatividad, la producción y la difusión de la cultura.
—Promover alianzas con entidades privadas en proyectos de desarrollo cultural, particularmente con las micro, pequeñas y medianas empresas que aportan talento e innovación a la cultura y que representan la mayor parte de las industrias culturales y creativas.
—Impulsar, en acuerdo con la Secretaría de Hacienda, reformas a la Ley del Impuesto sobre la Renta, con el fin de lograr una tasa de deducibilidad del 60 por ciento a los donativos dirigidos a proyectos culturales.
—Promover las reformas fiscales necesarias para que las instituciones culturales públicas puedan canalizar directamente los donativos privados a los programas y acciones culturales, sin mayor trámite que la debida transparencia en el manejo de los recursos y la adecuada rendición de cuentas.
—Propiciar el pago de impuestos en especie para las mipymes culturales, que puedan dirigirse a la realización de proyectos culturales públicos.
—Buscar alianzas con la iniciativa privada para detonar proyectos de movilidad internacional, incluido un gran mercado de artes escénicas en México que se vuelva un referente a nivel internacional.

 

—En el estímulo a la creación, ¿cuál mecanismo consideras más eficiente para hacer llegar los recursos a lo creadores?

El estímulo a la creación, producción, difusión, distribución y exhibición de las diferentes expresiones artísticas, a través de fondos y fideicomisos para el apoyo directo o el otorgamiento de créditos, debe ser uno de los mecanismos prioritarios para fomentar el desarrollo cultural. Deben lograrse mayores recursos para estas modalidades de apoyo, además de propiciar que sean más los creadores y productores que puedan acceder a ellos. Mediante la revisión y actualización de sus reglas de operación, es necesario garantizar la transparencia y la constante participación de pares en las decisiones de los apoyos, con el fin de priorizar los criterios artísticos y culturales en su otorgamiento.

Lo que es más, el Estado deberá ofrecer avenidas para un modo de vida digno a los creadores. Quien quiera vivir consagrado a la creación sin preocuparse por las leyes del mercado y por la generación directa de plusvalía debe poder hacerlo, ya sólo porque su trabajo, si es de calidad –es decir si conmueve o perturba, si plantea preguntas inteligentes y sacude los espíritus– genera valor para la sociedad toda, en México y en otras latitudes. Y quien quiera insertarse de lleno en la economía creativa, y aprovechar las perspectivas que se abren a las industrias de propiedad intelectual, debe también contar con los incentivos necesarios para insertarse en un mercado competido, pero en auge, que permite la inserción del talento mexicano en el diálogo creativo global y que contribuye de manera cada vez más significativa al PIB.

Debemos multiplicar los apoyos públicos y los incentivos fiscales, fomentar la creación de mipymes culturales y creativas y de empleos bien remunerados en las industrias que producen a partir del derecho de autor: en cualquier caso, debemos permitir que el artista y el intelectual, el creador y el creativo, el artesano y el profesional de la cultura puedan garantizar su sustento y el de su familia a partir de su trabajo.

Así, la coalición Por México al Frente se propone:

—Aumentar, dentro del programa de fortalecimiento presupuestal, los recursos destinados a los diversos programas de fomento cultural que apoyan la creación, producción, programación, difusión, distribución y exhibición a partir de fondos concursables y créditos blandos.
—Acordar con la Secretaría de Hacienda estímulos para fomentar las aportaciones privadas a estos fondos.
—Devolver el presupuesto para apoyos a la creación —y señaladamente para los del FONCA— cuando menos a sus niveles de 2012.
—Ampliar la bolsa de EFICINE y EFIARTES.
—Aprovechar las buenas prácticas experimentadas a partir de estos mecanismos para diseñar nuevos programas de fomento cultural a partir de fondos concursables.

 

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