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Backstage de la pasarela de Lydia Lavín. Fotografía tomada de MBFWMX.

Cuerpo y género en la moda. ¿Propuestas o imposiciones?

Opinión 09.05.2018

Diana Cantarey

Diana Cantarey reflexiona sobre las imágenes y estereotipos que se han creado en torno a la mujer desde el diseño de modas a través de los años.

Terminó Mercedes-Benz Fashion Week Mexico City y, debido a su gran alcance mediático, es importante detenernos a reflexionar sobre las imágenes y discursos que se nos presentaron el carácter efímero de las pasarelas, de las redes sociales, de las revistas de moda y de los blogs, a menudo nos limita a vislumbrar los materiales, siluetas y texturas de las propuestas, sin llevarnos a su profundización y análisis crítico. La mujer y la feminidad, por ejemplo, fueron dos temas que los diseñadores abordaron constantemente, por lo que es necesario entender cuándo su uso es asertivo y cuándo, más bien, tiene tintes discriminatorios.

Detalles de la pasarela de Alfredo Martínez. Imágenes tomadas de MBFWMX.

Este año se celebran los 25 años de Mercedes-Benz en México, por lo cual se llevaron a cabo 25 presentaciones de las colecciones Otoño/Invierno 2018 de una amplia gama de diseñadores; también se conmemoraron los 50 años de los Juegos Olímpicos en una nueva sede, el Comité Olímpico Mexicano. Resulta interesante observar que esta edición hizo hincapié en la democratización la moda a través de la selección de dos espacios públicos como sedes, el Ángel de la Independencia y la Glorieta de la Cibeles, tratando así de sacar a las propuestas del nicho y acercándose a los ciudadanos, también consumidores de moda, pero alejados de las propuestas nacionales. Hablar de democratización es, más bien, hablar del fortalecimiento de la sociedad civil a través del diálogo y de la visibilización de injusticias, para buscar instituir condiciones de igualdad para la participación y toma de decisiones de los ciudadanos, por lo que una muestra pública de los productos de un sector de la población dista mucho de lograrlo pero sí es un primer paso. La industria de la moda no debe quedar relegada a un plano en el que no pueda propiciar diálogo, crítica y propuestas a las problemáticas que afronta México; de hecho, es su obligación hacerlo, pues es de las industrias que más produce imágenes de circulación masiva, configurando los imaginarios, deseos, realidades e identidades de los individuos.

Backstage de la pasarela de Sandra Weil. Fotografía tomada de MBFWMX.

Actualmente hablar sobre la mujer, la feminidad y el empoderamiento es complejo, pero sumamente necesario. Por un lado tenemos cifras alarmantes de feminicidios, discriminaciones y denuncias que desenmascaran el machismo con el que convivimos diariamente, y por el otro tenemos argumentos que desacreditan constantemente los movimientos feministas por falta de comprensión y ahondamiento en el tema. Algunas propuestas presentadas dentro del marco de la semana de la moda buscaron ensalzar la silueta, la belleza y la sofisticación de la mujer libre, independiente y empoderada, cayendo en un feminismo que no muestra mucha claridad y propuestas para el cambio; esto se debe principalmente al poco entendimiento que aún tenemos de dos conceptos fundamentales: sexo y género.

Corsé inglés. The Body: Fashion and Physique, FIT. Fotografía de Eileen Costa.

El sexo enmarca las características reproductivas, biológicas y físicas de los seres vivos. El problema al malentender este concepto es el encasillar y moldear impositivamente el cuerpo de los individuos de acuerdo con las imágenes idealizadas que tenemos de hombre y mujer. Nuestra cultura ha tendido a creer que un cuerpo con órganos sexuales femeninos debe ser moldeado sin su claro consentimiento y de manera pasiva, por lo que la vestimenta y el patronaje básico, por muchos siglos, han sido medios para imponer los límites en los que se puede desarrollar físicamente, exaltando las siluetas y formas que se han considerado naturales a su sexo: caderas, cintura, pechos. Esto provoca la cosificación de las personas con órganos sexuales femeninos, superficialmente reconocidas únicamente en tanto cumplen con los ideales impuestos de belleza reconocimiento que anula una gran variedad de figuras y restringe las posibilidades de los individuos de conocer y sentirse en su cuerpo, así como de explorar más posibilidades. Esa cosificación desemboca en alienación, falta de empatía y, por ende, violencia.

Backstage de la pasarela de Sandra Weil. Fotografía tomada de MBFWMX.

El género es la percepción subjetiva que cada individuo tiene de sí, el cual es independiente del sexo con el que nació y de su orientación sexual. Los géneros mediante los cuales se identifica habitualmente un sujeto son el masculino o el femenino, siendo éstos términos arbitrarios y fluctuantes temporal y socialmente. El principal problema es que a la mayoría de los individuos se le ha asignado desde el nacimiento el género que corresponde con su sexo, imponiendo así restricciones sobre cómo deben ser, ver, pensar o sentir; otra problemática ha sido la celebración de las actitudes asociadas con lo masculino, lo cual lleva a los individuos al rechazo y anulación de lo que se entiende como femenino, ya sea en sí mismos o en los otros. Estos obstáculos para la identificación sexual generan violencia, y al aparecer desde muy temprana edad, crean (la mayoría de las veces) individuos determinados a replicar el patrón aprendido.

Backstage de la pasarela de Julia y Renata. Fotografía tomada de MBFWMX.

La indumentaria ha servido como herramienta para que una persona muestre públicamente cuál es el género con el que se identifica, ya sea por imposición o por elección, pudiéndose convertir en una poderosa afrenta a las imposiciones culturales. En esta edición de MBFWMX, los diseñadores con larga trayectoria, a pesar de ejecutar sus propuestas con un gran maestría técnica y con reinvenciones imparables, en muy pocas ocasiones retaron, complicaron y llevaron al límite las concepciones preestablecidas de género; puede que esto se deba al miedo al fracaso económico y publicitario que como marcas de prestigio no se pueden ya permitir. Sin embargo, fue una grata sorpresa descubrir que las propuestas más jóvenes tienen mucho que decir al respecto: las de los estudiantes de las Universidades Jannette Klein y Centro, la de la argentina Dana Alessi, las de Colectivo Diseño Mexicano –Boyfriend’s Shirt, Claudia Pepper y RCANO– y la de The Pack; con ellos fue casi tangible la posibilidad de crear nuevos imaginarios mediante el diseño.

Detalle de la pasarela de Dana Alessi. Imágenes tomadas de MBFWMX.

Es un año muy importante en nuestro país, no porque se celebren 25 años de una marca o 50 de unos Juegos Olímpicos, sino por ser año electoral, año en el que poco o nada se ha hecho para atacar de frente los problemas que nos atacan a diario: conservadurismos rancios, estudiantes desaparecidos y asesinados, feminicidios, machismos, desigualdad, homofobia, racismo, corrupción y violencia. Es momento de que los diseñadores generen controversia, provoquen a la discusión, hagan visibles las problemáticas, retuerzan los límites, los estereotipos y las barreras. No se trata de una estrategia de mercado; la moda no es trivial y no refiere sólo a la ropa, sino a la búsqueda y el diseño de un mundo más justo, claro y responsable.

Backstage de la pasarela de Paloma Lira. Fotografía tomada de MBFWMX.

 

Diana Cantarey

Estudió filosofía en la UCSJ. Decepcionada por la exigencia metodológica y racional, se interesó en el arte contemporáneo. Agobiada por el gremio, incursionó en la medicina alternativa. En 2017 fundó DICEALGO, marca mexicana de ropa que fusiona diseño, filosofía, ciencia ficción y conocimientos alternativos.

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