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Tienda en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Nearshoring en México.

El fast fashion y las oportunidades de la moda en México

Columna 28.11.2018

Marco Antonio Hernández Talamantes

El nearshoring es la nueva tendencia en la industria de la moda. ¿Podrá traer un beneficio a la producción en México o solo nos reafirmará como una maquila?

Recorrer las siete cuadras de la calle Madero que van del Eje Central al Zócalo, en la Ciudad de México, ofrece un retrato preciso de la otra cara de la moda nacional: no la que se muestra en las pasarelas y se vende en showrooms y concept stores; la que ofrecen las marcas locales que participan en la industria global que viste a una clase media, cada vez más empeñada en utilizar su indumentaria cotidiana como manifiesto de identidad o juego estético. Una industria del vestido global que, por cierto, está a punto de convertir a México en uno de sus epicentros, de acuerdo con el reporte Is apparel manufacturing coming home?, publicado por McKinsey Apparel, Fashion & Luxury Group en octubre de este año. El pronóstico de la consultoría se sustenta en la lógica económica, no en una tendencia de diseño.

Hasta inicios de este siglo, ofrecer moda a precios asequibles a las clases medias era un reto que la industria del vestido enfrentaba de manera exitosa con una estrategia principal: el offshoring; ubicar su manufactura, en especial la confección, que implica un uso intensivo de mano de obra, en los países con menores costos laborales. Asia se convirtió así en el gran taller de costura global, y eso se puede percibir en las etiquetas de las prendas que venden las 25 tiendas que ofrecen ropa sobre Madero. Indonesia, China y Vietnam aparecen como países de origen de buena parte de la mercancía que venden las diez marcas globales que tienen presencia en esa calle, pero también (si bien en porcentajes menores) de la oferta disponible en los quince locales ocupados por marcas nacionales. Esa es justo la realidad que el informe de McKinsey advierte que está por transformarse de manera radical.

La aceleración del circuito de la moda, que hace cada vez más anacrónico el ciclo largo de dos temporadas al año, junto con el incremento de los salarios en Asia, hacen cada vez menos rentable el modelo offshore, que ha dejado de representar una reducción significativa de los costos (de producción pero también de inventarios) y además dificulta atender la sed de novedad, al parecer insaciable, de las clases medias. Es para responder a esas nuevas circunstancias que la industria del vestido global experimenta cada vez más con el nearshore, un modelo de producción que añade el factor cercanía al costo laboral en el proceso de decidir dónde realizar la confección.

Si se toma en cuenta que Estados Unidos sigue siendo uno de los mercados más importantes del mundo, no extraña que México se perfile como un destino natural para el nearshoring de la industria del vestido. El informe de McKinsey lo ejemplifica de manera contundente: ya en 2017, el costo de colocar un par de jeans en la bodega de una tienda estadounidense (sumando producción y transporte) era 14.05 dólares si se fabricaba en ese país, 12.04 si provenía de China, 10.68 si el origen era Bangladesh y 10.57 dólares si se confeccionaba en México (con el beneficio adicional de que el traslado de las prendas toma en este caso dos días, contra los 30 que implica el transporte marítimo desde los países asiáticos).

Personas caminando en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Nearshoring en México.

Calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.

El nearshoring es ya una realidad que comienza a manifestarse en las tiendas de Madero, donde marcas globales como Levi’s venden productos producidos en México, pero también, de manera paradójica, donde marcas locales como Shasa-Moda ofrecen prendas confeccionadas en Estados Unidos, por no hablar de las provenientes de Perú y Colombia, cada vez más frecuentes en los distintos locales de la calle.

¿Puede la industria nacional obtener un beneficio de esta ola de nearshoring, adicional al dudoso de convertirse en una gran maquila?

Sin referirlos a nuestro país, el informe de McKinsey define dos factores adicionales al nearshoring que resultan fundamentales para añadir valor a la cadena productiva de la industria del vestido en el futuro inmediato: la automatización, que permite reducir costos y atender nichos cada vez más específicos, y la sustentabilidad, que es una exigencia creciente de los consumidores. El informe reporta también, si bien de manera tangencial, cómo la industria de la confección asiática terminó por apropiarse de innovaciones tecnológicas y procesos industriales para atender a su propio mercado con un diseño que responde de manera más orgánica a los gustos, complexiones y climas locales. Me parece que en esa combinación de sustentabilidad, desarrollo tecnológico y diseño está la condición de posibilidad para que la industria local produzca más valor, incluyendo mejores condiciones salariales y laborales para las costureras.

Aparador en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Nearshoring en México.

Calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.

Dos marcas mexicanas con presencia en Madero parecerían dar señales de avanzar en ese sentido: Julio, en especial con su apuesta de lanzar una primera colección cápsula diseñada por Francisco Cancino (confeccionada en México con insumos importados), y Cuidado con el Perro, que ha desarrollado un modelo de negocio integral (desde el desarrollo de producto hasta el visual merchandising) para un mercado en el que parecería imposible que una marca local pudiera competir de tú a tú con las firmas globales del fast fashion: el de la cultura juvenil urbana.

Tienda en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Nearshoring en México.

Sucursal de «Cuidado con el Perro» en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.

Si se multiplican ese tipo de iniciativas e incorporan una visión integral de la sustentabilidad que incluya el factor humano podremos hablar, por fin, de una industria de la moda en México (no sólo de una industria del vestido), y la llegada del nearshoring, a Madero y a todo el país, habrá tenido sentido.

Marco Antonio Hernández Talamantes

Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESO y un diplomado virtual en políticas culturales y gestión cultural impartido por la Organización de Estados Iberoamericanos y la UAM. Su ejercicio profesional se centró durante 25 años en la edición de revistas de estilo de vida a partir del rastreo de tendencias. En la actualidad desarrolla proyectos editoriales y produce contenidos para distintas plataformas.

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Calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.

Calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.

Sucursal de «Cuidado con el Perro» en la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fotografía cortesía de Marco Hernández Talamantes.