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Café Budapest, un pedacito de Hungría

04.04.2014

En Persépolis de Marjane Satrapi, cuando la protagonista se va a estudiar a Austria en parte huyendo del régimen islamista instaurado tras la caída del último sha de Persia, su padre le dice al despedirla en el aeropuerto que en cuanto llegue pruebe la sachertorte, que era el mejor recuerdo de sus propios tiempos como estudiante en Europa.

Pero la sachertorte —el pastel de chocolate por el que es reconocida la repostería austríaca— en realidad no es de Austria. Y tampoco el struddel es alemán. Ambas recetas arraigaron en Europa occidental en tiempos del imperio Austrohúngaro (del cual algunos mexicanos pidieron un par de nobles para gobernarnos en el siglo XIX, por cierto). En otras palabras, en realidad son recetas de lo que hoy es Hungría.

Es un dato poco conocido, pero la mejor repostería del mundo —o por lo menos de Europa— es la húngara. Y el Café Budapest es el mejor lugar para comprobarlo en México.

Ubicado en una pequeña habitación de la casona que alberga la boutique Common People y el restaurante Le Mat, se trata de una cápsula del tiempo y el espacio: con sillas antiguas todas diferentes, una vajilla armada con piezas sueltas y decoración a base de objetos viejos sin uso, la intención es hacernos sentir y homenajear a las casas humildes de la posguerra, de la década de los 30, cuando la familia de la señora Gaby vino a México.

La señora Gaby es la dueña del lugar y la responsable no sólo de la atmósfera, sino de los postres: galletas de mantequilla con un punto de mermelada hecha por ella misma, pastel de chabacano con costra de nuez y chocolate y la infaltable sachertorte son algunas de las maravillas con que me hallé un viernes por la tarde, cuando al fin lo conocí.

Tras año y medio de un éxito silencioso, la pequeña habitación y su balcón con vista al Parque Lincoln están por expandirse a la terraza del siguiente piso también, por lo que será más fácil y cómodo hallar un espacio para beber té y probar las delicias caseras que cambian constantemente y responden a la temporada, el clima y los antojos de la repostera.

Todas las recetas son auténticamente caseras, de familia. “Y no solamente de mi familia —explica la señora Gaby—, como la comunidad húngara en México era tan pequeña, todos éramos muy unidos y muchas señoras me enseñaron a cocinar las recetas de sus familias. Son recetas muy flexibles, pues se cocinaba con lo que había. Por ejemplo, aquí se conoce nada más el struddel de manzana, acaso el de pera, pero en Hungría se hace con la fruta de temporada: duraznos, chabacanos, cerezas… Y casi todo lleva mucha nuez porque no hay jardín sin un árbol de nogal”.

Como si los sabores no fueran suficiente para la evocación, el paisaje ayuda también a sentirse en Budapest. Según los húngaros que han venido atraídos por la fama de boca-oído, sentarse en el balcón puede emular a la perfección una terraza en la avenida Andrassy o de San Andrés, la vía principal de la capital húngara.

Emilio Castelar 149, planta alta, Polanco
t. 5281 0800
Ma a S de 10:30 a 21 h
D de 11 a 20 h
Costo aproximado: $200 por persona


[4 de abril de 2014]

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