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Antonio Bravo, Albarradas, 2018. Fotografía de Manuel Guerrero.

La renovación de la Bienal FEMSA

Reseña 06.11.2018

Manuel Guerrero

La XIII Bienal FEMSA llega este año con un nuevo formato. ¿Qué tanto estimula este cambio la descentralización del arte contemporáneo?

La XIII Bienal FEMSA, realizada en el estado de Zacatecas, marca un parteaguas en la propia historia del certamen y en la de las bienales en México, en parte por la descentralización de los eventos artísticos que propicia —fuera de las ciudades con más discusión respecto al arte contemporáneo como la Ciudad de México o Monterrey— y por la ruptura con el formato de concurso para apostar, como lo ha mencionado el director artístico de la bienal, Willy Kautz, por un programa de «curaduría extensiva».

En la historia del arte mexicano, las bienales han figurado como eventos para incentivar y reconocer la producción artística individual realizada desde disciplinas como la pintura1, por lo que la dinámica de la XIII Bienal FEMSA, que subraya la colaboración y el desarrollo simultáneo de procesos artísticos, educativos y curatoriales, requiere una consideración particular, a la cual nos podemos aproximar si nos preguntamos qué es lo que aporta una bienal con este nuevo perfil a un estado como Zacatecas, cuyo papel en la escena artística contemporánea falta ser revisado a detalle.

Evidentemente, las repercusiones de este cambio comprenden una transformación tanto en la valoración simbólica del arte como en las metodologías de los artistas, quienes en esta edición de la Bienal FEMSA presentaron obras basadas en un conocimiento del contexto cultural e histórico zacatecano, en un diálogo constante entre los mismos artistas —locales e internacionales—, curadores y las personas que, a lo largo del proceso de gestión, se involucraron en las actividades de la bienal, independientemente de que tuvieran o no una formación en alguna área de las humanidades o las artes.

El fenómeno de la bienalización más allá del arte

Hace poco el curador João Fernandes, subdirector artístico del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y director de la próxima edición del SITAC, declaró, a propósito de las bienales, que su proliferación «refleja de cierta manera la globalización».2 Fernandes señaló también que esta estrategia de exposición es un problema porque «el mercado genera formas que tienen sus limitaciones, en donde el arte debería presentarse independientemente de ellas».

Es claro que el curador hacía referencia a las bienales organizadas en el formato de certamen, que poco tienen que ver con el programa curatorial de la XIII Bienal FEMSA, pero es necesario rescatar su apreciación sobre la bienal como dispositivo de exposición limitado porque gran parte de las obras mostradas en esta edición atendió a la comisión de proyectos que, si bien fueron realizados con plena consideración de los espacios de presentación y con un cierto margen procesual, devinieron en objetos artísticos.

Ricardo Alcaide, Estado inconsciente, 2018. Fotografía de Manuel Guerrero.

En las últimas décadas, ha quedado claro que el papel de las ferias, circuitos de exhibición y demás eventos relacionados con el arte no alientan únicamente el consumo de producción artística,3 sino que tienen un papel fundamental en los modos de vida de los lugares donde se llevan a cabo, especialmente como detonadores de turismo cultural: desde Zona Maco hasta la Trienal de Arte de Echigo-Tsumari en Japón, las páginas web de los eventos incluyen una agenda de recomendaciones para complementar la visita por espacios de valor histórico o restaurantes con gastronomía local. La XIII Bienal FEMSA no fue la excepción, pues las actividades desarrolladas en los distintos museos del centro histórico de Zacatecas coincidieron con las del LXXIV Congreso y Campeonato Nacional Charro, realizado el 27 de octubre, además de presentaciones de música en vivo y las tradicionales «callejoneadas».

Sin aminorar la importancia de los eventos culturales que representan el legado y tradición de un lugar, es pertinente preguntarse cómo todo este contexto turístico-cultural zacatecano influye en la valoración que hace el público de las obras e intervenciones, especialmente en aquellos trabajos que operan desde una perspectiva crítica respecto a los estragos de la minería en la ecología del estado, como lo hizo Naomi Rincón Gallardo en Sangre pesada, una pieza de video multicanal.
Las implicaciones culturales de la migración en Zacatecas tampoco pasaron desapercibidas, como lo abordó Mario García Torres en Me voy a aceptar: instalación sonora que consiste en una pieza de audio con cualidades experimentales realizada en colaboración con productores musicales del género de banda radicados en el municipio de Jerez que, además, ha sido reproducida y solicitada en varias estaciones de radio locales.

Bárbara Lázara en Sangre pesada, de Naomi Rincón Gallardo, 2018. Fotografía de Angélica Canales. Cortesía de Bienal FEMSA.

En lo anterior, no se puede dejar de lado el hecho de que la denominación de la capital zacatecana como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1993 determinada el potencial turístico de cualquier evento presentado en esa zona, independientemente del perfil: a diferentes niveles, la bienal y la tradición reportan una derrama económica para el estado. En este sentido, no es casual la organización de la XIII Bienal FEMSA casi como un circuito de exposiciones, en el que el público puede llegar a pie en —relativamente— poco tiempo: la experiencia artística busca un balance con la valoración turística del centro de Zacatecas.

¿Sinergia artística?

Este nuevo modelo de bienal resulta significativo no solo por la subversión del modelo de certamen ni porque en sí mismo es un formato inédito a nivel nacional, sino por las implicaciones en la política cultural, la producción artística y, particularmente, el coleccionismo. Al respecto de los cambios en el modelo de la bienal y cómo esto repercutirá en la colección de la propia FEMSA, Willy Kautz ha comentado4 que la propuesta de la XIII Bienal FEMSA conlleva a un mecanismo de coleccionismo distinto al que promueve la premiación en certámenes. El nuevo formato opera en favor de una selección de adquisiciones «mucho más informada y mejor argumentada, con criterios más claros», debido a que «uno de los señalamientos que hacíamos para el cambio de modelo —revisando las problemáticas que se fueron suscitando al coleccionar a partir de la mecánica de los premios— es que se van acumulando obras por criterios de calidad, pero que no necesariamente responden a la Colección [FEMSA]».

Desde esta perspectiva, las actividades de la bienal, además de plantear un diálogo horizontal con la comunidad local a través de sus distintos programas, permite la producción de un grupo de obras ad hoc con la línea de la Colección de la empresa que produce la misma bienal, a partir del intercambio de ideas y la discusión, sin dejar a un lado un beneficio potencial para las distintas partes involucradas: los artistas tienen la oportunidad de experimentar y entretejer posibles colaboraciones; los curadores desarrollan o ponen en juego líneas de investigación y el estado reactiva su economía desde el turismo cultural.

Vista general de la exposición «Geometría sin fin. Una selección de la Colección FEMSA» en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. Fotografía de Manuel Guerrero.

Por encima de la concepción de la bienal como un evento de mera exhibición de producción artística bajo un eje curatorial, el cambio en el formato de la XIII Bienal FEMSA nos permite ver los alcances de este dispositivo de exposición más allá de lo que atañe de manera inmediata a la práctica artística. Si bien las consecuencias del cambio estructural de la XIII Bienal FEMSA podrán advertirse a mediano o largo plazo —especialmente cuando se anuncie la sede de la próxima edición—, es ineludible que las estrategias y experimentaciones derivadas del paso de certamen a programa curatorial propiciarán una nueva relación entre artistas, curadores, instituciones y políticas culturales.

 

La XIII Bienal FEMSA estará abierta al público hasta el 17 de febrero del 2019  en varias sedes de la ciudad de Zacatecas. Para más detalles, consulta la página oficial.

 

1 Si pensamos en la Bienal Tamayo o la Bienal Nacional de Pintura y Grabado Alfredo Zalce, dos de los certámenes más relevantes a nivel nacional.

2 João Fernandes en entrevista con Adriana Melchor Betancourt. João Fernandes. El arte de las periferias en Revista Código, agosto, 24, 2018. Consultado el 1 de noviembre de 2018. Disponible en línea.

3 Ya sea en la compra de obra o en el pago de la entrada para ver la exposición de cierto artista.

4 Willy Kautz en entrevista con Manuel Guerrero. Willy Kautz. Sobre la XIII Bienal FEMSA en Revista Código, septiembre, 22, 2018. Consultado el 1 de noviembre de 2018. Disponible en línea.

 

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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Ricardo Alcaide, Estado inconsciente, 2018. Fotografía de Manuel Guerrero.

Naomi Rincón Gallardo, Sangre pesada, 2018. Fotografía de Angélica Canales. Cortesía de Bienal FEMSA.

Vista general de la exposición «Geometría sin fin. Una selección de la Colección FEMSA» en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. Fotografía de Manuel Guerrero.