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Arte latinoamericano y latinx desde el centro

Reseña 13.09.2022

Ricardo Porrero

Por primera vez en la historia de la feria, The Armory Show teje entre las afinidades y diferencias entre el arte latinoamericano y latinx.

Después de que en 2021, The Armory Show se llevara a cabo en una versión reducida de apenas 100 galerías, este 2022 la feria de arte neoyorquina regresó con la participación de más de 240 galerías de 30 diferentes países al Centro de Convenciones Jacob Javits —su sede desde 2021—.

El nuevo emplazamiento, ubicado al oeste de Manhattan ya había mostrado su funcionalidad en 2021, no solo por su ubicación más cercana a centros neurálgicos de la ciudad (el Centro de Convenciones Jacob Javits es cercano al distrito de galerías de Chelsea, al High Line y a Tribecca), sino por la holgura de sus espacios. Este 2022 la feria nos recibió con un gran ágora que conectaba con amplios pasillos y que albergó sin problema las obras de sección «Platform» dedicada a obras de gran escala.

Pero sin duda lo que caracterizó a esta edición fue el énfasis puesto en el arte latinoamericano y latinx (entendiéndose el segundo como el arte realizado por ciudadanos o residentes estadounidenses que comparten raíces con las identidades chicana, puertorriqueña, cubana, dominicana y un largo etcétera conformado por la diversidad cultural que conforma a los Estados Unidos).

Además de un numero sin precedente de galerías latinoamericanas y galerías que representan artistas latinx, esta dirección pudo apreciarse en la selección de curadores invitados; quienes no solo han dedicado sus prácticas a explorar esos territorios geográficos y conceptuales, sino que también comparten lazos profundos con artistas latinoamericanos y latinxs.  Así, la terna de curadores invitados estuvo conformada por Carla Acevedo-Yates al frente de la sección <<Focus>>; Tobias Ostrander haciendo lo propio en <<Platform>>; y Mari Carmen Ramírez al frente de la coordinación de la quinta Cumbre de Liderazgo Curatorial.

En la decisión de darle este sentido a la feria está implícito el reconocimiento de que en todo Estados Unidos existe una tendencia constante en presentar arte producido por los grupos considerados minorías, y también el deseo expreso de los organizadores por visibilizar a las comunidades latinoamericano y latinx que son parte la sociedad neoyorquina y estadounidense.

Tanto las curadurías como los temas tratados en la Cumbre Curatorial permitieron reflexionar sobre las similitudes y diferencias que existen entre los artistas de ascendencia latinoamericana que viven a un lado y otro de la frontera. Porque si bien ambos grupos de artistas (los latinx y latinoamericanos) tienen una historia en común, se desarrollan en contextos radicalmente distintos y están expuestos a experiencias diferentes. La pregunta que subyace en esta divergencia es si, independientemente de sus raíces, corresponde a los artistas proponer una nueva universalidad.

Muchas de las narrativas presentes en las piezas y proyectos expuestos nos invitan a cuestionarnos sobre las categorías y etiquetas que se imponen desde el centro hegemónico y como estas son una prolongación de procesos capitalistas de colonialismo.

Así, en la sección «Focus», curada por Carla Acevedo-Yates —curadora del Museo de Bellas Artes de Chicago— se platearon temas de interseccionalidad en relación con el medio ambiente. Bajo el título Landscape Undone, los artistas seleccionados (presentados en stands que incluían a uno o dos artistas) se centraban en visibilizar, cómo, por ejemplo, el cambio climático no es un proceso democrático, y está atravesado por la raza y el género: no todos contribuimos de igual manera a su surgimiento y no a todos nos afecta de la misma forma.
Algunas de las obras sobresalientes en esta sección las encontramos en la galería neoyorquina Sean Kelly, que presentó pinturas de gran formato con escenas cotidianas y bodegones florales del artista radicado en Tulum, Hugo McCloud.

La artista italiana Aurora Pellizzi, de la galería bogotana, Instituto de Visión, expuso un tejido con bolsas de plástico que ofrecía un particular trampantojo. Entrelazando tradiciones textiles del centro y sur de México, Aurora Pellizzi crea elegantes abstracciones que parecen hechas con flores.

De la chilena Johanna Unzueta se pudieron ver dibujos en papel teñido con pigmentos naturales que rinden homenaje a los procesos artesanales de la comunidad mapuche. Los dibujos, montados sobre vigas de madera reciclada y colocados entre acrílicos, transmiten la sensibilidad de los textiles a la vez que lanzan una crítica a la idea de progreso y a las nociones de trabajo impuestas por la sociedad contemporánea.

La galería texana Ruiz-Healy Art dedicó su stand a Chuck Ramírez, un artista mexicoestadounidense abiertamente gay que falleció en 2010. El proyecto en la feria fue una réplica exacta de una exposición del artista presentada en 1999 en su natal San Antonio, Texas. La obra de Ramírez aborda los temas de género y la crisis del sida que hoy no podría ser más oportuna.

Un jurado conformado por Stephanie Wenk, directora creativa de la marca de joyería brasileña Sauer; João Paulo Siqueira Lopes, Fundador de Art Consulting Tool; y Rodrigo Moura, curador de El Museo del Barrio, otorgó el premio Sauer a la presentación de la artista Claudia Peña Salinas, representada por una colaboración entre las galerías Curro (Guadalajara, México) y Embajada (San Juan. Puerto Rico). La artista, nacida en México, pero con sede en Nueva York, utiliza la instalación, la escultura y las imágenes para crear narrativas que combinan la arquitectura minimalista con conocimientos ancestrales.

Este año la sección «Platform» estuvo bajo la dirección de Tobias Ostrander —curador adjunto de Arte Latinoamericano Estrellita B. Brodsky en Tate Modern—, quien presentó instalaciones de gran escala que examinaban la viabilidad de los monumentos públicos en una época de cuestionamiento e incluso desmantelamiento de estos.

Cambio monumental (Monumental Change) fue el título de la sección y en ella predominaron materiales cotidianos y de reúso, producidas por artistas del sur global.

En la sección, el curador buscaba interrogar sobre cómo el rechazo a monumentos cuya narrativa es problemática, influye en el formato escultórico; y cómo los artistas responden proponiendo nuevos hechos a conmemorar, con diferentes materiales y formas.

Dentro de esta sección destacaron obras como el ensamble de camisetas de Carolina Caycedo (radicada en Los Ángeles y de ascendencia colombiana) y la pieza titulada La línea de Julio César Morales (artista mexicano radicado en Phoenix) que examina la frontera entre México y Estados Unidos dentro de las historias de poder, territorio y las narrativas coloniales.

Dentro de la sección «Presents», abierta a galerías debutantes, destacó A Robot’s Delirious Wardrobe, un proyecto colaborativo entre los artistas Ana Navas (Quito, Ecuador, 1984) y Leo Marz (Zapopan, México, 1979) presentado por la galería mexicana Pequod Co. Las piezas de estos artistas exploran las posibilidades pictóricas de la escultura, y mostraron pinturas y artefactos que asemejaban un escenario de ciencia ficción.

En la sección principal, la galería neoyorquina James Cohen presentó pinturas del artista latinx Eamon Ore-Giron, en las que sobresalían composiciones que mezclan vocabularios provenientes de los textiles, la arquitectura y las cartas astrales, mezcla de la cual ha obtenido un lenguaje enteramente propio.

La galería berlinesa Peres Projects presentó un room installation con pinturas y esculturas de Donna Huanca. Las piezas de la artista bolivianoestadounidense evocan el misticismo, la espiritualidad y el paisaje como visiones fantásticas, a la vez que lidian con historias de colonialismo y lucha decolonial.

En conclusión este año, The Armory Show tuvo una interesante revisión hacia las realidades no hegemónicas del arte contemporáneo. Al parecer las protestas antirracistas y feministas de los últimos años han causado un efecto en las instituciones del arte de los Estados Unidos, y The Armory Show ha ensayado una respuesta, a través de sus secciones curadas especialmente, visibilizando la diversidad de una comunidad que hoy alcanza el 19% de la población del país.

Ricardo Porrero

Es director general de Editorial Código. En 2010 editó el libro Código D.F., Arte y Cultura Contemporáneos desde la Ciudad de México. Es fundador de Gallery Weekend México y de artwks.co, plataforma de difusión y venta de arte en linea.

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