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Pablo Helguera, del libro Las Aventuras de Olmeco Beuys, 2010. Cortesía del artista.

Sobre los alcances del Programa Jóvenes Creadores del Fonca

Opinión 19.03.2019

Pablo Helguera

Pablo Helguera nos ofrece una opinión sobre los alcances, logros y posibilidades del Programa de Jóvenes Creadores del Fonca.

Con relación al ya tan debatido tema sobre el Programa Jóvenes Creadores del Fonca, se podría usar la frase «sobre el tema ya se ha dicho todo, aunque todavía no terminan de decirlo todos». De manera que si bien no sea posible añadir nuevas ideas, queda al menos recalcar algunas de las opiniones que ya se han expresado.

Como alguien que tuvo el privilegio de recibir este apoyo cuando era joven creador, decidí responder a dos preguntas realizadas a los artistas de México que han surgido como parte de este debate: «¿Qué valoras del programa de jóvenes creadores?» y «¿Qué quisieras que mejorar del programa?»

El Programa de Jóvenes Creadores ofrece dos grandes oportunidades: una es la de servir como plataforma de lanzamiento para aquellos artistas que comienzan su carrera, dándoles un pequeño empujón y estímulo tanto económico como profesional. La segunda es servir como una plataforma de intercambio y aprendizaje colectivo. Si bien la mayoría de los becarios han recibido formación como artistas a nivel universitario, esta beca suele entrar en una fase crucial de su trayectoria, cuando los artistas entramos en el «mundo real» realizando nuestros proyectos y presentándolos al público y ante nuestros colegas. En mi momento, durante el transcurso de mi beca, pude establecer relaciones con otros artistas de mi generación con quienes aún mantengo un diálogo. Esta oportunidad de vincularse con otros artistas es un beneficio otorgado —intencionalmente o no—por esta clase de estímulos. De ahí que los encuentros de los creadores del Fonca, apoyados por tutores y en diferentes ciudades de la república, es quizá el aspecto más significativo y memorable de la experiencia de muchos de nosotros con esta beca.

El modelo del encuentro profesional es, a mi ver, tan valioso como el estímulo económico. Para ello, es importante analizar la manera en que este componente suele funcionar en otras fundaciones.

En el caso de la fundación Creative Capital, por ejemplo, los encuentros son una oportunidad para el artista de presentar su proyecto ante un público que no solo incluye a otros becarios, sino a una gama de curadores, críticos, directores de museos, fundaciones privadas y, en general, toda una serie de líderes en el campo de las artes con la capacidad y poder de impulsar aún más estos proyectos artísticos, ya sea dándoles más recursos o visibilidad. Los encuentros a la vez consisten en una diversidad de talleres profesionales que se enfocan en temas como comunicación, gestión de proyectos, administración de presupuesto y planeación en general.

Los encuentros fallan cuando el proceso burocrático oscurece el objetivo primordial: es decir cuando el proceso consiste en entregar reportes que deben de ser supuestamente estudiados y evaluados por los tutores y el constante papeleo generado en el proceso de cumplir estas exigencias. Estos procesos, si bien imagino han sido concebidos para asegurar que los artistas cumplan con las propuestas por las que recibieron la beca, tienen el efecto indirecto de infantilizar al creador, tratándolos como estudiantes de secundaria por la exigencia rígida de asistir a todos los encuentros. Recuerdo vagamente este clima escolar en uno de los encuentros que tuvimos, durante el cual uno de los becarios —creo que fue Miguel Calderón— circuló como broma un chismógrafo entre nosotros.

Ante este clima actual de recorte de recursos, me parece fundamental mantener íntegro este programa que ha servido por décadas como una muy necesaria extensión a la educación y cohesión de la comunidad artística. Pero si los recortes que se están realizando solo mantienen el aparato burocrático al mismo tiempo de reducir la cantidad de cada beca, mi propuesta es la siguiente: eliminar por completo los requisitos a asistir a encuentros y entregar reportes vacuos y/o presentar el estatus de los proyectos ante tutores. Si no hay dinero, habilidad administrativa y conocimiento para impulsar a estos artistas, es mejor darles el dinero directamente a cada uno y eliminar el constante monitoreo, de por sí ineficiente y de seguro costoso, para supuestamente corroborar que están realizando sus proyectos. Hay cientos de becas en el mundo que se otorgan por mérito, y que no requieren al artista tenga que comprobar si el dinero lo utilizó para pagar la renta, cubrir los gastos de materiales para una nueva oportunidad de exposición o la edición de un video, o para irse a la playa (que de paso yo sí considero un gasto psicológicamente necesario para cualquiera, no solo artistas).  Si no existen los recursos (a pesar de que es útil y necesario) para administrar una plataforma de aprendizaje e intercambio entre los artistas, es mejor dirigirles los recursos directamente, tratándolos como adultos y en reconocimiento a su obra, no con el requisito de entregar reportes trimestrales que nadie quiere escribir ni leer.

Y los encuentros deben de ser completamente opcionales, menos con la actitud de corroborar si el artista hizo la tarea y más con el objetivo de ver cómo la obra de estos artistas puede ser apoyada, amplificada e integrada en el mundo de la cultura en México. No dudo que muchos becarios vean a los encuentros entonces menos como una tarea y más como una oportunidad para presentar su obra ante el público.

Esto, supongo, ya también se ha dicho. Aún si es así, espero que algún día sea un hecho.

 

 

Pablo Helguera

(Ciudad de México, 1971) es un artista mexicano radicado en Nueva York.  Su obra abarca el performance, la escritura, la gráfica, la pedagogía y el arte de interacción social.  Ha mostrado su obra en muchos museos y bienales a nivel internacional. Ha recibido las becas Guggenheim y Creative Capital, entre muchas otras; y ha publicado varios libros, incluyendo Education for Socially Engaged Art (Jorge Pinto Books Inc., 2011), el Manual de estilo del arte contemporáneo (Tumbona, 2005) y The Parable Conference (Jorge Pinto Books Inc, 2014). Desde 2007 es director de programación educativa del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

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