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Protestas en Santiago, Chile, 2019. Fotografía de Carlos Figueroa. Tomada de Wikipedia.

2019: Latinoamérica protesta (¿y México no?)

Columna invitada 18.12.2019

Alejandra Sánchez Inzunza

De Colombia a Chile, las calles son tomadas por multitudes que se manifiestan contra la corrupción, los recortes presupuestales y la violencia.

2019 ha sido el año de las protestas en las calles. Desde Chile hasta Hong Kong. De Zimbawue a Bolivia. De Irak a Ecuador. El mundo está indignado. Miles de manifestantes han salido para denunciar desigualdad, corrupción y falta de transparencia democrática. Las razones sobran y las quejas, sin importar de qué país, son todas legítimas. Pero ¿sirve de algo salir a la calle?

América Latina ha destacado en el panorama global por su llamada «primavera latinoamericana», que refleja un estado continuo de exclusión social en varios países del continente más desigual del mundo. Octubre fue el mes de la indignación. Aunque todo empezó en Ecuador con el estallido indígena a raíz de la subida del precio del diésel —que se habría traducido en un aumento a todos los productos alimenticios—, la mayor parte de los países ya han tenido algún brote de manifestaciones que reflejan un hartazgo de sistemas políticos y económicos injustos. No se trata de partidos ni banderas políticas, los ciudadanos exigen soluciones a sus problemas más básicos.

Protestas Latinoamérica. Ecuador

Manifestantes en Ecuador protestando contra las medidas de austeridad implementadas por Lenin Moreno. Fotografía de Voz de América. Tomada de Wikipedia.

En los últimos meses, los chilenos tomaron las calles denunciando la injusticia social, después de que el presidente Sebastián Piñera anunciara un alza al boleto del Metro. En Colombia, las protestas contra el gobierno de Iván Duque mostraron la inconformidad de estudiantes, sindicatos, indígenas y grupos opositores por el aumento del desempleo, el asesinato a líderes sociales y las reformas laborales, fiscales y de pensiones. Bolivia protestó por un supuesto fraude electoral que derivó en la renuncia del presidente Evo Morales. Esto sin contar otras manifestaciones a lo largo del año en Honduras —contra los recortes en salud y educación—, Perú —contra la corrupción—, Puerto Rico —para exigir la renuncia del gobernador Ricardo Roselló— y Venezuela —donde la oposición pide desde hace ya años la salida del presidente Nicolás Maduro—.

Protestas Latinoamérica

Protestas en Plaza Baquedano, Santiago, Chile, 2019. Fotografía de Carlos Figueroa. Tomada de Wikipedia.

A excepción de Venezuela, todos los casos han surgido de manera espontánea y horizontal, sin grandes líderes ni organizaciones detrás, mostrando una «generación sin miedo» como se han autonombrado los manifestantes chilenos y colombianos. Estas manifestaciones carecen de ideología y han tenido resultados tangibles en Perú, donde el presidente Marcos Vizcaya disolvió el Congreso y convocó a elecciones legistativas, Ecuador, donde Lenín Moreno prefirió ceder a gobernar de manera inconstitucional y en Chile, donde se hará una nueva Constitución.

México, que solo se ha unido a causas como «Un violador en tu camino», iniciada por las mujeres en Chile o a las protestas por el cambio climático, lideradas por Greta Thurnberg, parece un actor pasivo de la indignación latinoamericana.

Pero no es por falta de razones para protestar. El país ha vivido el año más violento de su historia, casos como el fallido operativo para capturar al hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán o la masacre de la familia Lebarón, podrían desatar un movimiento de indignación y contrapeso más allá de las pequeñas marchas lideradas por la oposición al gobierno actual.

Sin embargo, la reacción al desencanto se mostró en las urnas el año pasado con Andrés Manuel López Obrador como el presidente más votado de la historia. No se trató de un concurso de popularidad, sino de una mayoría de mexicanos que protestaban democráticamente en contra de un sistema político obsoleto representado por el PAN y el PRI a lo largo de este siglo. 

Gestión cultural 4T. AMLO Conferencia matutina.

Andrés Manuel López Obrador en conferencia de prensa matutina. Tomada de Efecto Espejo.

México está viviendo un periodo de prueba para determinar si un gobierno de izquierda puede traer mejorías al país, después de trece años de guerra contra el narco, una posible recesión y un sistema político sin mayores alternativas. Los fallos de este gobierno no solo podrían derivar en una nueva revuelta social en las siguientes elecciones, sino en un nuevo periodo de desesperanza. Las opciones conocidas se habrían agotado y entraríamos en un terreno inexplorado y de difícil previsión.

Un estudio de las universidades de Harvard y Estocolmo realizado en 2017 señala que las protestas en democracias occidentales no resultan en cambios inmediatos en las políticas públicas, pero ayudan a que la población se involucre y exija más a sus gobernantes.

Tomar las calles puede parecer inútil en el corto plazo, pero no conformarse con los abusos de autoridad sirve para que nuevas generaciones no repitan nuestros errores y para que aquellos que históricamente no han tenido voz puedan gritar por sus derechos.

La protesta es fundamental para una sociedad democrática. Sirve para modificar la agenda y comenzar debates. La gente se da cuenta que no está sola y que otros comparten su indignación. Los grupos minoritarios se encuentran en un espacio y como se ha visto recientemente en los países andinos, a veces, hay victorias.

Alejandra Sánchez Inzunza

Es periodista, fundadora de Dromómanos, una productora de proyectos periodísticos. Es coautora de Narcoamérica y ha sido reconocida con el Premio Ortega y Gasset 2014 y el Nacional de Periodismo 2013.

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Andrés Manuel López Obrador en conferencia de prensa matutina. Tomada de Efecto Espejo.