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Render de Estación Chetumal del Tren Maya. Tomada de SIPSE.

El Tren Maya y su impacto socioambiental. ¿Un desastre promovido por la 4T?

Columna 21.02.2019

Paloma Vera

Desde la perspectiva del urbanismo y la ecología —y ante la falta de información—, el Tren Maya solo genera desconfianza.

En México conviven muy mal el potencial económico del turismo y el cuidado de zonas de reserva. La explotación nunca ha ido ligada a políticas urbanas, de impacto ambiental y protección de bienes patrimoniales que permitan que no se destruya lo que se «vende».

Aún con los candados más estrictos los propios mecanismos de las instituciones y la ley permiten que se acabe deforestando, construyendo donde no se debería y sacrificando todo lo que tiene algún valor natural, ecológico, social, cultural y de patrimonio. Las periferias de cualquier ciudad (protegida o no) son las mismas en todo el territorio, anónimas, caóticas, en la gama de grises de la autoconstrucción, sin ninguna contención.

No importa si se destruye la vista de los cerros circundantes a Teotihuacán o las de la UNAM, si se construye sobre vestigios prehispánicos o si se talan árboles. Siempre hay maneras de lograrlo y el gobierno participa en ellas. Aceptamos con resignación nuestra propia incapacidad para que se haga de otra manera.

El entorno natural de este país está devastado, basta circular por las carreteras para comprobarlo, donde fijemos la vista hay construcciones, hay poquísimos lugares donde se puede estar rodeado del paisaje y que esté conservado. Probablemente en las montañas de Chiapas, algunas zonas despobladas del norte y el pequeño pedazo que queda de selva cerca de Calakmul sean los poquísimos ejemplos en los que todavía no se destruye, aunque estamos a punto de acabar con la reserva más importante que tenemos por el proyecto estrella de este sexenio: el Tren Maya, que terminará por destruir la selva que rodea una de las ciudades mayas más importantes y que se mantuvieron protegidas por su poca accesibilidad.

Es real, cuando llegan los turistas y los habitantes se destruye todo, flora, fauna, agua, vistas, es una devastación total. No tenemos un solo ejemplo que funcione propiamente en el que convivan sanamente la explotación económica con la preservación.

Mapa de la península de Yucatán. Tren Maya impacto socioambiental.

Mapa de las rutas para el proyecto Tren Maya, 2019. Tomada de AMLO.

Hay ejemplos interesantes en los que se ha logrado generar una economía del turismo importante pero que, donde reglas muy estrictas, protegen el bien que está generando la economía y el trabajo.

En Sudáfrica existen reservas territoriales enormes  a las que se accede únicamente por accesos controlados para visitar un pequeñísimo porcentaje de esa reserva y poder contemplar  la naturaleza, y los animales. Estos «campamentos» tienen un número reducido de construcciones contenidas en un pequeño perímetro: hotel, zona para acampar, baños, restaurante, información. Hay muchos de este tipo de sitios y funcionan muy bien porque los administra la secretaría de turismo y no un particular, son facilidades en las que puede llegar todo tipo de visitantes. Pero eso no deja suficientes recursos para el mantenimiento de las reservas, y lo que ayuda a financiar esos parques baratos y abiertos a todo público es que al mismo tiempo existen otras reservas mucho más alejadas a las que se llega únicamente en avioneta y que están destinadas a turismo de lujo que financia todos los demás sitios. Por más antidemocrático que parezca este esquema, ha permitido que se protejan la totalidad de las reservas naturales y su fauna, pero también que sea posible que toda la población pueda visitar estos sitios pagando casi nada ya que unos cuantos pagan mucho para mantener el sistema funcionando.

Hotel en una reserva ecológica. Tren Maya impacto socioambiental.

Designworkshop, Singita Sweni, (hotel ubicado en Sudáfrica), 2003. Cortesía del despacho.

El proyecto del Tren Maya genera más dudas que certezas porque hay poquísima información del proyecto. Tiene sentido promover la Península, pero tal vez no esté bien tratar de la misma manera todas las estaciones y ciudades que se planean en el recorrido. No es lo mismo trabajar en zonas urbanas ya impactadas como Escárcega, que en Calakmul, y no es simplemente una decisión referente a la selección de los materiales propios de las estaciones. No es un problema de arquitectura, asusta mucho saber que se van a diseñar «nuevos centros urbanos» en la zona, que terminarán siendo, a muy corto plazo, igual que las periferias de todas las ciudades del país, solo que nuevas. ¿Para qué? ¿Cuáles serán los criterios de ubicación de los nuevos asentamientos? ¿Para cuánta población?¿Serán centros urbanos de la miseria igual que los conjuntos de casas de interés social a las afueras de Playa del Carmen y Cancún? ¿Se va a someter también a una consulta?

Zona periférica con vías de tren. Tren Maya impacto socioambiental.

Still del anuncio del proyecto Tren Maya, 2018. Tomado de YouTube.

Esa no es definitivamente la manera de tomar decisiones ni tampoco de diseñar comunidades y asentamientos urbanos, imaginar crecimientos y detonar economías locales además de preservar la riqueza de la zona.

¿Qué pasa si no hay estación de tren en Calakmul y esa decisión radical es la única que permite que siga existiendo la reserva? Además de delimitar un perímetro para los asentamientos urbanos. Eso sí sería una transformación en la manera de pensar, diseñar y llevar a cabo proyectos, además de asegurar la existencia de la única zona verde que vale la pena que conservemos porque es la única que tenemos.

Otro ejemplo que nos podría ayudar a imaginar otras opciones vinculadas con la protección del patrimonio es Machu Picchu, el acceso a la ciudad Inca se realiza únicamente por tren, y una vez que se llega a la última estación se toman pequeños autobuses de manera que se va mitigando el impacto de miles de turistas, estacionamientos, autobuses y todo lo que el turismo masivo conlleva. Es así de claro: no hay acceso vehicular, evidentemente en este caso ayuda la topografía, pero es un ejemplo en el que complicando las vías de acceso se puede tener un mejor control y protección del sitio y del territorio circundante.

¿No se podría proponer  que no existiera acceso vehicular a Calakmul y que únicamente se realizara en tren? ¿cómo mitigar el impacto masivo que genera recursos pero que destruye?

En China hay un ejemplo interesante que vincula hoteles y patrimonio, La Commune es un hotel construido con pabellones en medio del paisaje, está ubicada a un par de kilómetros de la muralla, tiene un acceso restringido de manera que la vegetación y el paisaje circundante están preservados. Esta solución permite que  se generen recursos económicos sin destrozar el entorno. Está claro que ayuda mucho el sistema inamovible chino en el que no hay manera de que ninguna acción espontánea ocurra. Pero sigue siendo una influencia muy positiva la mezcla de poca arquitectura, conservación del patrimonio histórico y cultural, y la conciencia de la importancia del paisaje. En este ejemplo no hay acceso vehicular a la muralla desde el hotel, se necesita caminar, y eso es precisamente lo que se vende, esa es parte más importante de la experiencia, así se diseñó y es un éxito. Hasta los chinos tuvieron cierta sensibilidad para dosificar el acceso masivo. ¿No podríamos tenerla también?

¿Que pasa si el único hotel permitido se ubica a varios kilómetros del sitio arqueológico protegiendo así la reserva y ayudando a financiar el proyecto? ¿Qué pasa si no hay nuevos asentamientos cerca del sitio arqueológico y se desarrollan más otras poblaciones que causarían menor impacto?

Hay muchos ejemplos en el mundo en el que se ha tratado de reducir el impacto de los visitantes y que han tenido buenos resultados, al menos mejores que los nacionales que conocemos, donde la experiencia de los sitios arqueológicos se destruye por los peseros, autobuses, vendedores ambulantes y museos de sitios monumentales.

Calakmul es la última oportunidad que tenemos, de imaginar algo respetuoso, innovador y único que genere una experiencia de la selva y el sitio arqueológico.

Es preocupante saber que se empezarán a licitar partes del proyecto (estaciones, vías de tren, comunidades) para iniciar su construcción en pocos meses cuando se sabe tan poco del mismo y cuando todavía no existen los estudios necesarios para llevarlo a cabo.

El nuevo gobierno utilizó como tema de campaña realizar una transformación histórica, pero parece que las maneras de hacer serán las mismas. Este proyecto debería ser una oportunidad para que la reserva y ciudad de Calakmul se protejan y al mismo tiempo generen una economía. El progreso ha sido casi siempre destrucción. Esta sería una oportunidad de vincular el progreso con la protección de nuestro patrimonio natural y cultural o tal  vez lo mejor sea dejar a Calakmul como está para realmente protegerlo de nosotros mismos y la voracidad política.

Paloma Vera

Estudió arquitectura en la Universidad Iberoamericana (1995) y realizó sus estudios de maestría en la Universidad de París Belleville (2002). Es parte del consejo editorial de Arquine donde escribe regularmente. Realizó el libro sobre la arquitectura y el diseño de Oscar Hagerman y está preparando un libro sobre el Edificio Basurto. En 1995 funda su despacho con Juan Carlos Cano canovera arquitectura enfocado en proyectos de arquitectura, urbanismo e investigación. wwwcanovera.com

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Design Workshop, Hotel Singita Sweni, (ubicado en Sudáfrica), 2003. Cortesía del despacho.

Still del anuncio del proyecto Tren Maya, 2018. Tomado de YouTube.