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Korakrit Arunanondchai en colaboración con Alex Gvojic, still de No history in a room filled with people with funny names 5, 2018. Cortesía de Carlos/Ishikawa, C L E A R I N G, Bangkok CityCity Gallery.

Ralph Rugoff. Entrevistamos al curador de la 58 Bienal de Venecia

Entrevista 02.05.2019

Manuel Guerrero

Las fake news y la comunicación digital son temas presentes en la 58 Bienal de Venecia. Platicamos con Ralph Rugoff, el curador de esta edición.

La Bienal de Venecia es, sin lugar a duda, un evento clave para comprender el arte del siglo XX. Este evento reúne el trabajo de los creadores más destacados a nivel mundial con el propósito de brindarle al público un panorama amplio de los procesos e inquietudes que permean las prácticas artísticas actuales.

Al igual que en ediciones anteriores, la 58 Bienal de Venecia contará con la dirección artística de un curador, el cual se encarga de brindar un eje temático a las exposiciones mostradas en sus sedes. Sin embargo Ralph Rugoff, el director artístico designado para este año, ha dado un giro a la dinámica al prescindir de un tema. Para esta Bienal, que lleva por nombre Que vivas tiempos interesantes, Rugoff ha apostado por una selección más flexible que brinde un testimonio sobre la complejidad de los eventos que permean la cultura y la política contemporáneas.

En entrevista para Revista Código, Ralph Rugoff comparte algunos antecedentes sobre el eje curatorial de esta edición, su opinión sobre el arte contemporáneo a nivel global —marcada por un trabajo colaborativo—, así como el papel de la comunicación digital en la conformación de la opinión pública y la recepción del arte a través de las redes sociales.

 

—En esta edición, parece no haber un tema como tal que dirija toda la Bienal. ¿De dónde vino esta convicción?

Entre otras cualidades sobresalientes, los colaboradores de esta exposición se caracterizan —al menos a mí me lo parece— por un espíritu aventurero con el que experimentan una gran cantidad de aproximaciones a la producción artística.

Cada uno de ellos ha producido cuerpos de trabajo que articulan distintos modos de pensar y relacionarse con una amplia gama de preocupaciones. No solo hacen piezas artísticas individuales, sino que realizan proyectos en diversas formas, trabajando regularmente a través de los filtros de varias subjetividades.

[En este sentido] con el propósito de llamar la atención sobre la multiplicidad ejemplar de estas prácticas artísticas, con una apertura de visiones y exploraciones desde distintos enfoques, me pareció que esta Bienal necesitaría una aproximación ligeramente diferente: no tendremos una sombrilla narrativa o temática. Articularemos un tema profundo que trae coherencia a una exposición; algo que generalmente se ve como el distintivo autoral de un curador, pero, en este caso, creo que imponer una narrativa cohesiva solo oscurecería nuestro objetivo: subrayar el carácter heterogéneo de los trabajos de los artistas y su pensamiento asociado.

Fotografía de una mujer frente a un espejo. 58 Bienal de Venecia.

Zanele Muholi, Bona, Charlottesville, Virginia, 2015. Cortesía de Stevenson y Yancey Richardson.

—La manipulación de la información a través de fake news parece ser la característica de la Bienal. En tu opinión, todas estas reflexiones sobre las noticias falsas y la verdad posterior, ¿afectan de alguna manera al mundo del arte contemporáneo? 

Creo que ciertamente tenemos que hacer preguntas sobre esto. En una era de «postverdad», ¿el arte tiene la capacidad de cuestionar las ideas y actitudes establecidas y hacerlas aparecer desde una luz diferente? En un momento en el que los agentes del gobierno no solo transgreden la línea entre los hechos y la ficción, sino también insinúan que esa frontera no existe. ¿Los artistas necesitar cambiar su aproximación para desafiar las categorías tradicionales y sus límites? Quizás se necesite un tipo diferente de espíritu crítico. Me gusta mucha la idea de Slavs and Tatars —un grupo incluido en la Bienal—, que propone maneras de criticar en completa intimidad, en lugar de hacerlo a distancia.

Instalación de video en un museo de arte. 58 Bienal de Venecia.

Apichatpong Weerasethakul + Tsuyoshi Hisakado, Synchronicity, 2018. Cortesía de SCAI THE BATHHOUSE y OTA FINE ARTS.

—Notamos en la selección curatorial de esta edición la presencia de artistas mexicanos como Teresa Margolles y Gabriel Rico. ¿Qué te interesó del trabajo de estos dos creadores?

Ambos son artistas maravillosos, pero muy diferentes entre sí, y me siento atraído a su trabajo por distintas razones. Los visitantes de la Bienal se encontrarán con un amplio rango de trabajos que hablan sobre las divisiones sociales y económicas de nuestro tiempo. Uno de ellos es la presentación de Teresa Margolles que consiste en un muro de bloques de doce metros de largo proveniente de Ciudad Juárez. Éste tiene agujeros de bala que a su vez son testimonio de la violencia endémica relacionada con los cárteles de droga en esa ciudad mexicana.

Por otra parte, las piezas de Gabriel Rico a menudo nos hablan de la división entre humanos y animales y las maneras en las que nos separamos de nuestro entorno.

Muro con balas. 58 Bienal de Venecia.

Teresa Margolles, Muro Ciudad Juárez, 2010. Fotografía de Nils Klinger. Cortesía de la artista y Galerie Peter Kilchmann.

—En la actualidad, las redes sociales como Instagram les permiten a las personas descubrir obras de un gran número de artistas alrededor del mundo. En este sentido, ¿qué le puede ofrecer la Bienal al público? 

La mayoría de las obras de arte no son algo que puedas experimentar por completo a través de Instagram. Muchos artistas de la Bienal juegan con la escala de diferentes maneras en sus trabajos, lo cual es algo que solo puedes entender viendo las piezas en persona, y éstas están relacionadas con la arquitectura del lugar. Otros hacen instalaciones que requieren una exploración espacial [por parte del espectador] para saber qué es lo que está mostrando. Muchos trabajos tienen cualidades táctiles que no pueden ser percibidas a través de la representación fotográfica. Finalmente, hay una calidad inmersiva tan grande como la Bienal misma: es como entrar a un laberinto con la posibilidad de perderte. Eso es muy intenso, la experiencia física es algo que no te da una red social: es algo que solo puedes obtener a través del encuentro directo con las obras de arte.

Instalación de placas de metal en una galería de arte. 58 Bienal de Venecia.

Liu Wei, Microworld, 2018. Fotografía de Jonathan Leijonhufvud. Cortesía de Liu Wei Studio & Faurschou Foundation.

 

 

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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Zanele Muholi, Bona, Charlottesville, Virginia, 2015. Cortesía de Stevenson y Yancey Richardson.

Apichatpong Weerasethakul + Tsuyoshi Hisakado, Synchronicity, 2018. Cortesía de SCAI THE BATHHOUSE y OTA FINE ARTS.

Teresa Margolles, Muro Ciudad Juárez, 2010. Fotografía de Nils Klinger. Cortesía de la artista y Galerie Peter Kilchmann.

Liu Wei, Microworld, 2018. Fotografía de Jonathan Leijonhufvud. Cortesía de Liu Wei Studio & Faurschou Foundation.