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Jean-Luc Godard. Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine, 1986.
Jean-Luc Godard. Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine, 1986.

Reseña: Godard en barras de color. Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine

02.03.2018

Praxedis Razo

El eternamente joven Godard llega a las pantallas del FICUNAM como si nada, pues el festival siempre fue, se deducirá, su nido amoroso. Llega triunfante con una crítica, precisamente, al mundo que alimenta las pantallas: Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine (Grandeur et decadence d’un petit commerce de cinéma, d’après un roman de J. H. Chase), estrenada en mayo de 1986 en Francia, nunca bien llegada a nuestra humilde cartelera, quizá por su formato en video, quizá por la intención tan localista de su promotor, Pierre Grimblat, que simplemente quería hacer una serie noir para el público francés que encendía masivamente la televisión.

Jean-Luc Godard, Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine, 1986. Cortesía Videódromo.

Armando un circuito cerrado en torno a una preproducción muy acotada, en donde una caricatura (y no tanto) de productora de cine medio hace casting a gente común en busca de su papel como actores realizados, medio revela el caos en que está sumergida, Jean-Luc Godard aprovecha para exponer la crisis del cine en tiempos del video sin dejar de lado la oportunidad de buscar, entre los restos de una industria, la belleza de un oficio.

Para criticar: la repetición inexpresiva de poemas truncos de los personajes en busca de un papel, los centavos a cambio del tiempo, las disculpas por las geniales fallas técnicas, la elipsis del realizador minimizado a castinguero (caricatura —y no— de un Federico Fellini ya para entonces atrapado en la televisión de Berlusconi también). Para encumbrar: la mirada afectada de la fotógrafa viendo los inútiles ejercicios de los actores, los juegos de palabras, de nombres, los posters de grandes filmes en las nimias paredes oficinescas, la cuidada atención para registrar el momento más irrelevante en la producción de cine.

Todo aderezado, obviamente, con un trabajo rizomático tan excitante como extenuante para el espectador que comienza en la elección del reparto con los Jean-Pierre —Léaud haciendo de Truffaut-Fellini; Mocky haciendo de Mocky haciendo de Godard frente a Godard en una grandilocuente secuencia a bordo de un Mercedes llevado y traído por la plegaria de Joplin— y no termina ni en el sobado Pärt, ni en el Cohen que abre la pieza con «one by one, the guests arrive… the open-hearted many, the broken-hearted few…», conjurando las escenas que protagonizan.

Jean-Luc Godard. Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine, 1986. Cortesía Cinerama.

Este pre work in progress de Godard, ya en la extenuación de lo procesual (presintiendo ya, incluso, Adiós al lenguaje, de 2014), ¿es un thriller? Sí. ¿Es una comedia? Sí. ¿Es un ocho y medio? Sí. ¿Es una injuria? Sí. Es un apunte más, uno descollante, en la escala godardiana de concebir la imagen y el sonido como el máximo memento (por mínimo que sea) de nuestro ínfimo paso por el mundo.

 

Praxedis Razo es encargado de la programación de cine en el Instituto Politécnico Nacional. Comparte créditos de edición en la revista F.I.L.M.E., escribe crónica taurina para La Razón y sobre asuntos literarios para la revista Casa del tiempo de la UAM.

Praxedis Razo

Encargado de la programación de cine en el Instituto Politécnico Nacional. Comparte créditos de edición en la revista F.I.L.M.E., escribe crónica taurina para La Razón y sobre asuntos literarios para la revista Casa del tiempo de la UAM.

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Jean-Luc Godard. Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine 1986. Cortesía Videódromo.

Jean-Luc Godard. Still de Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine. 1986. Cortesía Cinerama