Hace apenas unas semanas terminó el frenesí de la semana del arte, que por cierto ya es también del diseño y de todo lo demás que se atraviese en el camino. Cantidad de eventos, tres ferias simultáneas, cenas, fiestas y muchas pero muchas inauguraciones son ya características de esos días liderados por Zona Maco.

Entre las múltiples y nuevas ofertas de diseño «coleccionable» —lo que sea que eso significa en un país dónde aún no hemos reflexionado sobre lo que puede hacer el diseño o para qué sirve—, la exposición Transmutaciones de Fernando Laposse en Archivo Diseño y Arquitectura es una bocanada de aire fresco, un evento esperanzador y por demás emocionante.

Vista general de la exposición Transmutaciones, de Fernando Laposse. Fotografía de Emilio Díaz. Cortesía de Archivo Diseño y Arquitectura.

Mexicano de nacimiento, pero residente europeo desde hace más de una década, Laposse estudió diseño en la prestigiosa Central Saint Martins y vive actualmente en Londres. La exposición revela las exploraciones de este diseñador a través de tres materiales distintos cuyo denominador común es su condición orgánica, pero también su arraigo en la cultura y el imaginario mexicano. La muestra inicia con un video donde Laposse explica su proceso creativo, sus intereses y preocupaciones además de que enuncia su manera de producir. A diferencia del diseñador industrial tradicional, Laposse ha decidido ensuciarse las manos realizando muchos de los procesos de producción él mismo. Así, ha desarrollado y aprendido técnicas de tejido y armado que le permiten realizar finas estructuras con estos materiales naturales.

La lufa o estropajo, el sisal o henequén y la hoja de maíz o totomoxtle son los tres materiales seleccionados. Cada material corresponde a un núcleo donde además de piezas terminadas se presentan unas mesas de proceso donde el espectador puede entender a la perfección los distintos pasos que el diseñador sigue para procesar los materiales.

Retrato de Fernando Laposse. Fotografía de Emilio Díaz. Cortesía de Archivo Diseño y Arquitectura.

El primer núcleo esta dedicado a la lufa o estropajo y los muebles de madera combinados con el material generan el efecto estético perfecto. Las bancas de sisal en la segunda sección son quizá las piezas más llamativas de la muestra. Ubicadas al centro del espacio son dos estructuras de MDF con alambrón sobre las cuales el diseñador tejió con una técnica de anudado unos enormes mechones de henequén.

Vista general de la exposición Transmutaciones, de Fernando Laposse. Fotografía de Emilio Díaz. Cortesía de Archivo Diseño y Arquitectura.

Pero es el tercer núcleo con material conocido como totomoxtle u hoja de maíz donde realmente Laposse lleva su filosofía a sus últimas consecuencias.

Buscando diseñar un material que hiciera uso de las hojas de maíz de distintos colores, el diseñador se vio en la necesidad de adentrarse en la problemática nacional actual. Debido a diversos factores, entre ellos las semillas genéticamente modificadas, la gran variedad de maíces nativos están despareciendo. Esto aunado al abandono que ha sufrido el campo y los efectos de la migración, son una bomba de tiempo para que el maíz, producto esencial para la alimentación nacional y parte fundamental de la identidad cultural de México, entre en una crisis que lo lleve a un punto de no retorno.

Vista general de la exposición Transmutaciones, de Fernando Laposse (al fondo se ve el trabajo de Totomoxtle y las hojas de maíz). Fotografía de Emilio Díaz. Cortesía de Archivo Diseño y Arquitectura.

Para concebir su proyecto con el rigor necesario, Fernando Laposse tuvo que iniciar desde la selección del maíz para generar las hojas de color, apoyado y asesorado por un destacado banco de semillas, pasando por el cultivo y la cosecha para después instalar un taller en el corazón de la comunidad de Tonahuixtla, en Puebla, donde las mujeres de la zona pudieran trabajar para darle vida a su material. El resultado es una suerte de mosaico de marquetería de múltiples y seductores colores, de una estupenda calidad y hermosa vista, realizado con las hojas del maíz. Laposse regresó al pueblo donde pasó una parte de su infancia a trabajar con un campesino amigo de la familia. Lo que él recordaba como el paraíso fue una decepción. Tonahuixtla había perdido parte de su encanto y Fernando Laposse entendió que, a través de procesos de diseño de la mano de Delfino, el ejidatario que conoció en su infancia, podría recuperar parte de las labores del campo y generar nuevas actividades. Los hermosos mosaicos de totomoxtle que funcionan como piezas de marquetería generan un efecto poético en el espacio. Diseño y realidad social se conjugan en un material que pasa luego a convertirse en bellos objetos. La comunidad de Tonahuixtla se ha involucrado en el proyecto, producen no sólo el maíz, sino que procesan el material para los diseños de Laposse.

La exposición muestra los alcances del diseño. La disciplina en esencia debe ser capaz no sólo de generar objetos bonitos sino proyectos y procesos transformadores.

La exposición, que está abierta hasta el 2 de marzo en Archivo Diseño y Arquitectura, es la evidencia de todo lo que el diseño puede hacer para transformar nuestra realidad.