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Pía Camil, A Pot for a Latch (2016). Vista de instalación. ©Maris Hutchinson / EPW Studio. Cortesía del New Museum
Pía Camil, A Pot for a Latch (2016). Vista de instalación. ©Maris Hutchinson / EPW Studio. Cortesía del New Museum
Pía Camil, A Pot for a Latch (2016). Vista de instalación. ©Maris Hutchinson / EPW Studio. Cortesía del New Museum
Pía Camil, A Pot for a Latch (2016). Vista de instalación. ©Maris Hutchinson / EPW Studio. Cortesía del New Museum

Reseña: A Pot for a Latch, de Pía Camil. La obra más allá del museo

17.03.2016

Una suerte de mercado ambulante ocupa la galería del lobby del New Museum. De sus “puestos” —formados con paneles de metal cuadriculados— penden objetos cuyo valor no es monetario sino afectivo. La estructura está inspirada formalmente en los dibujos cuadriculares y seriales de Sol Lewitt y Agnes Martin, aunque estas referencias quedan en segundo plano muy pronto, cuando se descubre que lo importante de la obra, A Pot for a Latch de Pia Camil, recae, más que en la forma, en su carácter participativo.

Imitando la ceremonia de intercambio de regalos (o potlach, que en la lengua chinook significa “regalo” o “regalar”) practicada por los indígenas de la costa del Pacífico norte de Estados Unidos y Canadá, la artista invita al público a regalar algún objeto, “una suerte de talismán”. El primer intercambio tuvo lugar en diciembre: más de cien personas donaron objetos, todos ellos con un valor afectivo para quienes los donaban. Así, detrás del paraguas de plástico exhibido hay una historia. Lo mismo detrás del corazón de cristal, del traje de baño vintage de mujer, o del par de zapatillas de ballet —estas últimas, por ejemplo, fueron donadas por alguien que, frustradamente, quiso retomar el ballet de adulto. Pelucas y otras prótesis femeninas protagonizan el tianguis (hay que decir que, de manera claramente intencional, el tema del cuerpo femenino y su transformación comercial se encuentra muy presente en la obra).

Durante ese primer intercambio, Camil (Ciudad de México, 1980) obsequió sudaderas diseñadas por ella en colaboración con Lorena Vega a cambio de objetos donados. La idea de la prenda de ropa como obra, que se inspira en las “pinturas habitables” de Helio Oiticica, es un recurso que la artista había utilizado previamente, en la edición de 2015 de
Frieze, cuando regaló ochocientos ponchos diseñados a partir de retazos de tela defectuosos. Regalar una prenda ahora, en A Pot For a Latch, es una forma de que la vida de la obra se extienda más allá del museo y se prolongue aun después de que la pieza se desmonte.

A lo largo de la exposición se llevarán a cabo cinco intercambios más en los que el público podrá llevarse ya no una prenda sino un objeto de la propia muestra. Así, ésta permanecerá en un estado de metamorfosis constante, ganando y perdiendo objetos, hospedando nuevas historias, replanteándose una y otra vez.

Del 13 de enero al 17 de abril. New Museum, Nueva York

Lorena Marrón es ensayista y fotógrafa. Actualmente cursa una maestría en Historia del Arte y Estudios Museísticos en The City College of New York. Ha publicado ensayos sobre arte contemporáneo en diversas publicaciones.

 

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