El performance es una disciplina artística con mucha presencia en los discursos del arte contemporáneo; sin embargo, las discusiones que se articulan alrededor de ella cambian según el contexto desde el que se hable, cobrando matices particulares.

Las contribuciones estéticas y teóricas que se han articulado desde el contexto de Latinoamérica, marcadas por una serie de problemáticas políticas y culturales son varias, aunque no siempre revisadas a detalle. Por ello, en Revista Código preparamos una lista compuesta por cinco artistas de esta disciplina.

—Coco Fusco (Nueva York, Estados Unidos, 1960)

Foto: tomada de la web de la artista.

Cada performance o proyecto emprendido por Coco Fusco revela algunos de los problemas más arraigados en el panorama global: conflictos derivados del racismo, exotización cultural o crisis económicas son algunos de los temas sobre los que la artista emite un posicionamiento crítico, mediante acciones realizadas en espacios públicos o en entornos institucionales.

Algunas de sus acciones más recordadas incluyen su caracterización como el personaje de la Dr. Zira, de El planeta de los simios, con el que Fusco ha impartido conferencias en las que enfatiza los problemas derivados de la violencia que se ejerce en distintos aspectos de la sociedad.

La artista ha colaborado con otros creadores, entre ellos Guillermo Gómez Peña. Entre 1992 y 1994 realizaron una acción titulada Two Undiscovered Americans Visit the West, en la que se presentaron en museos de historia natural y galerías de Estados Unidos dentro de una celda dorada, con ropas y decoraciones reminiscentes a culturas prehispánicas. La acción tenía como fin mostrar los estereotipos que prevalecen cuando se habla del otro como sujeto social y político.

Coco Fusco ha expuesto de manera individual en bienales y ferias de arte como la 56 Bienal de Venecia, Basel Unlimited, en la Bienal de Whitney en dos ocasiones y el Festival Next Wave de BAM, solo por mencionar algunos. En museos, su trabajo ha sido mostrado en espacios como la Tate de Liverpool, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, o el MACBA.

—Guillermo Gómez Peña (Ciudad de México, México, 1955)

Foto: 18thstreet.org

Las acciones de Guillermo Gómez-Peña abarcan un amplio espectro de referencias culturales y asociaciones con movimientos culturales chicanos, lo que le brinda al público un punto de partida para reflexionar sobre lo que implica hablar de identidades en la actualidad, donde la migración y el intercambio de información a gran velocidad han permitido una «hibridación» de los modos de vida.

Gómez-Peña emigró hacia los Estados Unidos en 1978 y desde entonces se ha dedicado a explorar las complejidades de la cultura a través del performance, la poesía y el video, entre muchas otras disciplinas. En la década de 1990 su trabajo tuvo gran reconocimiento gracias a la fundación de colectivos como Border Arts Workshop/Taller de Arte Fronterizo y La Pocha Nostra: un colectivo formato por varios artistas asociados con el performance.

El artista ha expuesto en múltiples ocasiones en Estados Unidos y en Europa; sin embargo, no fue sino hasta 2017 que un museo mexicano dedicó una retrospectiva a su carrera: (IN)documentado fue presentada en el Museo de Arte Moderno y estuvo compuesta por 150 objetos, entre vestuario, video, fotoperformances, instalaciones, documentos y textos.

—Marcos Kurtycz (Polonia 1934-Ciudad de México, México, 1996)

Foto: MUAC UNAM.

En medio de un panorama político álgido, el polaco Marcos Kurtycz llegó a México en 1968 para dejar a un lado su formación como ingeniero y comenzar una carrera como artista, misma que no estuvo al margen de las discusiones y propuestas estéticas del momento.

Kurtycz tuvo una prolífica producción en disciplinas como la pintura, el dibujo, la estampa o el arte objeto: de hecho, hacia el final de su vida, se propuso crear un libro de artista cada día durante un año. Sin embargo, el performance fue un medio que exploró ávidamente, tanto en espacios expositivos convencionales como en lugares públicos, y con el que exploró sobre las posibilidades de su propia corporalidad como una herramienta creativa.

Entre sus performances más recordados se encuentran La serpiente en el metro (1995), en la que colocó una serie de objetos inflables con forma de cuerpo en el respiradero de la estación Zócalo, en la Ciudad de México, mientras realizaba una coreografía envuelto en una «piel» de plástico decorada con varios rostros.

—Ana Mendieta (La Habana, Cuba, 1948-Nueva York, Estados Unidos, 1985)

Foto: Timeline.com

Debido a su situación migratoria, Ana Mendieta vivió en distintas ciudades a lo largo de su vida, algo que lejos de ser una limitante para consolidar una carrera artística, le permitió no lograr una mayor difusión, y nutrirse de varias perspectivas que incorporó a su trabajo y entendimiento del performance.

Gran parte de sus acciones emplearon materiales naturales como una alusión a lo efímero de la existencia humana. En muchas piezas, como Silueta Series (1974) o Body Tracks (1974) —donde utiliza su propia sangre— las acciones muestran de manera directa su intención: significar el momento y el cuerpo que realiza el acto.

Además del performance, Mendieta exploró otros medios como la escultura, el video o la fotografía para continuar con sus exploraciones creativas, mismas que llegaron a presentarse en recintos expositivos de Estados Unidos, como el New Museum of Contemporary Art en Nueva York, el Museo Hirshhorn o el Museo de Arte de Miami, por mencionar algunos. Su trabajo forma parte de importantes colecciones internacionales de museos públicos, como el Museo de Whitney, Tate Modern, el Museo Guggenheim o el Centro Pompidou.

—Pola Weiss (Ciudad de México, México, 1947-1990)

Foto: Hammer Museum.

Pola Weiss es reconocido como una de las pioneras del videoarte en México; sin embargo, su trabajo no solo tiene influencia en las generaciones interesadas en la producción audiovisual, sino también en las escenas articuladas desde el performance.

Combinadas con un trabajo experimental de edición de video, las acciones de Weiss frente a la cámara construyeron una reflexión sobre la representación corporal en movimiento desde un formato reproductible y reproducible. Más allá de la estética del cuerpo y lo visual que definió el formato televisivo en la segunda mitad del siglo XX, la artista aprovechó los recursos técnicos y narrativos del medio para ofrecer nuevas formas de pensar la idea de la mujer en la sociedad o cuestionar la idiosincrasia mexicana, como se puede ver en Mi corazón (1986).

Pola Weiss tuvo una gran recepción en Europa, donde llegó a exponer en recintos como el Centro Pompidou, el Saint Gervais de Ginebra —donde tuvo una retrospectiva— o eventos de la talla del Encuentro Internacional de Perfomance, en Italia.

Actualmente, gran parte del archivo videográfico de la artista se encuentra digitalizado, mismo que puede ser consultado en el siguiente enlace: http://polaweiss.mx/gracias.html