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Rufino Tamayo, La gran galaxia (1978)

Rufino Tamayo: 10 momentos destacados a 31 años de su muerte

Lista 24.06.2019

Rufino Tamayo es uno de los creadores más importantes de la historia del arte mexicano. Aquí repasamos los momentos más emblemáticos de su carrera.

A lo largo de su trayectoria, Rufino Tamayo (Oaxaca, 1899-Ciudad de México, 1991) desarrolló una sintaxis estética propia, como resultado del diálogo que creó entre su herencia mexicana y la vanguardia internacional, apreciable por el uso del color, la perspectiva, la armonía y la textura en su obra. Siempre en constante renovación de técnicas y motivos artísticos, impuso su estilo personal frente al de sus contemporáneos muralistas. Así, aunque su obra trató temas sociales, no representó un enfoque político. Sus inicios principalmente expresionistas detonaron una renovación que lo llevaría a evolucionar el tratamiento estético de distintas temáticas que predominaron en su obra: desde la bestialidad humana y los cuestionamientos sobre el cosmos, hasta una reflexión en torno a la figura femenina. Además de su prolífica producción artística, Tamayo es reconocido por su importante colección de arte, en un ánimo de representar los cuestionamientos artísticos y las nuevas formas que surgieron a partir de estos.

Código seleccionó 10 momentos de Rufino Tamayo que muestran la evolución de su obra artística, las temáticas más frecuentes en ésta y los puntos álgidos que lo llevaron a consolidarse como uno de los grandes artistas mexicanos del siglo XX.

Museo Tamayo

En 1981, Tamayo fundó el museo que lleva su nombre. El edificio en sí mismo es una obra de arte, incluso desde su inicio fue concebido como una pieza más de la colección. El diseño estuvo a cargo de los arquitectos mexicanos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky. Se trata de un edificio modular en varios niveles que logra incorporarse armónicamente con el entorno. Por su parte, el diseño de los interiores pone acento especial en la entrada de luz natural. Por sus soluciones plásticas y funcionales, recibió el Premio Nacional de Arquitectura en el año de su fundación.

Teodoro Gonzalez de León, Museo Rufino Tamayo de Arte Contemporáneo (1981). Fotografía tomada de mexicocity.com

—Coleccionista de arte

Olga y Rufino Tamayo, una de las parejas en el arte mexicano más conocidas, conformaron un acervo de dos tipos de obra: de arte moderno y arte contemporáneo. Interesado en las vanguardias de la segunda mitad del siglo XX, Tamayo reunió una colección de más de 300 obras que representa los cambios sucedidos en la cultura internacional y, sobre todo, el cuestionamiento de los conceptos estéticos que dieron cabida a nuevas manifestaciones. Además, se han incorporado donaciones de artistas que han exhibido en el Museo Tamayo y obras producidas ex profeso.

Pintura abstracta de desnudo. Rufino Tamayo obras.

Wilfredo Lam, La Femme Cheval, 1949. Tomada de Museo Tamayo.

—Frutas

En 1911 el pintor se mudó a la Ciudad de México donde trabajó como comerciante de frutas, elementos que más tarde serían los protagonistas de gran parte de sus obras. Más tarde, estas formas se conjugarían con figuras antropomórficas y con colores brillantes. Por sus reiteradas apariciones en sus pinturas, la sandía se convirtió en una imagen que se asocia a su obra.

Rufino Tamayo, Sandías, 1968. Tomada de Pinterest.

—La cultura prehispánica

En 1921 Tamayo fue nombrado Jefe del Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Arqueología, oportunidad que le permitió descubrir los valores estéticos de la escultura prehispánica de distintos grupos étnicos. Un ejemplo magistral de esta influencia es El Pájaro Cantor (1943), que refleja la sencillez de la forma, la influencia del cubismo y la fuerza del color.

Pintura de hombre sentado bajo una jaula de pájaro. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, El pájaro cantor, 1943. Tomada de Pinterest.

—Pareja primigenia y universal

La vida en pareja fue una temática que repetiría cíclicamente no sólo en la gráfica, sino también en la pintura, siempre con novedades iconográficas y audacias compositivas, donde puso de manifiesto el carácter complementario de los géneros, la lucha de los contrarios o la dualidad en convivencia armónica. Pareja, una litografía realizada en 1933 que cuenta con un reducido número de impresiones, retrata este motivo en su obra.

Pintura de pareja. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, Pareja, 1989. Tomada de Museo Tamayo.

—Producción artística versátil y prolífica

Rufino Tamayo fue un artista de espíritu renovador. A lo largo de su obra exploró nuevos materiales, distintas técnicas e instrumentos de trabajo, aumentando sus recursos para lograr formas inéditas. Además del caballete, demostró interés por la estética de la litografía, que cultivo desde la década de 1930 hasta sus últimos años. Por su parte, realizó 20 murales a lo largo de su trayectoria, de los cuales destacan El nacimiento de nuestra nacionalidad (1952), en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México; América (1956), en el Banco del Suroeste en Houston; y Prometeo (1958), en la sede de la UNESCO en París.

Pintura de Prometeo. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, Prometeo,1958. Tomada de Pinterest.

—Artista de su tiempo, de vanguardia

A partir de los años 30, Tamayo exhibió regularmente en Estados Unidos, y en 1946 impartió un taller de pintura en Brooklyn. Durante este tiempo, las temáticas recurrentes en sus obras fueron naturalezas muertas y paisajes urbanos. Posteriormente, su estilo se consolidó en una combinación de temas populares autóctonos con formas de vanguardia como el cubismo. Su paleta cromática evolucionó desde un color más liviano, hasta tonos más brillantes. Con la Segunda Guerra Mundial como escenario, su temática también se transformó hacia un retrato del desconcierto reflejado por la bestialidad humana. Un artista de su tiempo, con un estilo y una forma de trabajo definidos, tomó influencia de otros géneros y otros artistas sin perder su esencia y estilo.

Pintura de un león y un caballo. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, León y caballo, 1942. Tomada de Pinterest.

—Sensualidad

La sensualidad es uno de los temas que predominó en la obra de Tamayo. El artista afirmaba que su trabajo no era erótico, sino sensual porque, en sus palabras, «el sexo puede ser mecánico y lo que yo busco es mostrar el sentimiento». Una de las piezas más representativas de esta temática es Desnudo blanco (1943). De vanguardia cubista, la pintura expone una mujer en primer plano y una figura masculina difuminada: Eros y Tánatos desplegándose y penetrándose entre sí.

Pintura de desnudo abstracto. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, Desnudo blanco, 1950. Tomada de Pinterest.

—Cosmos

El legado de Tamayo es un manifiesto de la entrañable relación que tenía con el cosmos y de cómo lo percibía y admiraba: comunión de conocimiento, sensualidad, asombro e incluso temor ante lo desconocido. En una gran cantidad de sus posturas plasmó elementos que hacen eco en aportaciones de la ciencia y la tecnología relacionadas con la exploración del Universo. Una de las piezas más representativas de este momento es El Universo (1982), se trata de un vitral monumental de ocho por seis metros dispuesto en el Planetario Alfa, en Monterrey.

Vitral azul. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, El Universo, 1980. Tomada de Pinterest.

—Mujeres

A lo largo de su trayectoria, el cuerpo humano, sobre todo el femenino, fue un elemento constante de investigación y motivo de reflexión estética. El resultado: una amplia galería de desnudos sobre tela, entre los que destacan 16 litografías de la carpeta Mujeres (1969). Las formas de Tamayo destruyen y construyen la anatomía humana, exaltan y agigantan ciertos aspectos, y, disolviendo con jugosas mezclas de color, da énfasis a lo teatral, a la ampulosidad de la expresión y de las formas.

Retrato abstracto de mujer. Rufino Tamayo obras.

Rufino Tamayo, Mujer sonriente de la colección Mujeres, 1969. Tomada de Pinterest.

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