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Emilia & Ilya Kabakov, El barco de la tolerancia en Siwa, Egipto (2005) ©Ilya & Emilia Kabakov
Emilia e Ilya Kabakov. ©Roman Mensing
Ilya & Emilia Kabakov, Monumenta (2014)
Ilya & Emilia Kabakov, The Palace of Projects (1995-98). Cortesía de los artistas
Emilia & Ilya Kabakov, El vagón rojo (2008) ©Ilya & Emilia Kabakov
Ilya & Emilia Kabakov, The Black Corner Missed By Malevich (2006). Cortesía de los artistas
Ilya & Emilia Kabakov, Decorator Malygin (2011). Cortesía de los artistas
Ilya Kabakov, Young girls (1996). Cortesía del artista
Ilya & Emilia Kabakov, The Appearance Of Collage #6 (2012). Cortesía de los artistas
Ilya & Emilia Kabakov, Quotations #1 (2012). Cortesía de los artistas

La experiencia del espectador. Entrevista con Emilia Kabakov

18.06.2014

Durante más de 40 años Ilya y Emilia Kabakov han desarrollado instalaciones totales: espacios que provocan experiencias en el espectador. Código platicó con Emilia a propósito de la exhibición que, junto a su esposo, presentó en Moscú, y de las muestras que tendrán lugar en Monumenta hasta el 22 de junio y en la ciudad de México. Próximamente la obra de los Kabakov será exhibida en el Antiguo Colegio de San Ildefonso como parte del proyecto Angelyology, desarrollado en conjunto con la Galería Nina Menocal.

Me gustaría comenzar esta entrevista preguntándote ¿cuáles son los proyectos recientes y futuros que presentarás junto a Ilya?

Actualmente exhibimos en el Multimedia Art Museum de Moscú una muestra comparativa entre el trabajo de El Lissitzky y el de nosotros. Se trata de una reflexión sobre la utopía y la realidad. También continuamos con El barco de la tolerancia, proyecto itinerante con el que hemos visitado escuelas de todo el mundo para trabajar con niños que tienen diferentes tipos de problemas. A través de dibujos e historias provocamos que se expresen, los invitamos a participar en discusiones y a platicar con sus maestros, entre ellos mismos y con nosotros. Como resultado utilizamos los dibujos para formar la vela de un barco. Este año el barco se presentará en el Museo Judío de la Tolerancia y en el Gorky Park, ambos en Moscú, así como en Nueva York, acompañado de un concierto para niños cubanos, rusos y estadounidenses con los que trabajaremos.

Por otra parte, en 2014 seremos los invitados de Monumenta en París. Realizaremos una instalación de siete edificios que conducirá al espectador a un estado superior de conciencia intelectual. Más tarde viajaremos a México para presentar diferentes piezas —dibujos, álbumes, pinturas e instalaciones— en la galería Nina Menocal, que está organizando una exhibición sobre ángeles.

 

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Al respecto de El Lissitzky y de utopías, ¿cuál es tu perspectiva sobre la relación utópica entre los procesos de globalización y el neoliberalismo?

Es probable que desde sus inicios la humanidad haya soñado con la utopía. Puede ser una utopía religiosa como el paraíso. Pero mucha gente ya no es religiosa y sueña con que éste se puede alcanzar antes de morir. Anteriormente la utopía se proyectaba como la imagen de una sociedad en la que todos tienen más o menos las mismas cosas, o un lugar donde se es feliz en todos los sentidos.

Esa idea comenzó con la Revolución Francesa, pero la Unión Soviética fue el primer país que trató de hacerla realidad. Soy muy ambivalente al tratar de definir si el proceso fue exitoso o no. Sé que fue horrible porque asesinaron a mucha gente. Los cambios sociales destruyen vidas y los estilos de vida que la gente no está dispuesta a cambiar. Por ello hay mucha violencia y las personas sufren.

Sin embargo, creo que hubo mejoras en la educación y en la calidad de vida. Para muchos la Unión Soviética fue una especie de paraíso. Por otro lado, la gente joven cree que en ese entonces había estabilidad: la educación y los servicios de salud eran accesibles. Fue una época feliz. Había tranquilidad. Pero no fue así para todos. Mucha gente murió en los campos de concentración. Posteriormente la globalización ofreció la posibilidad de viajar para conocer otras culturas.

Desafortunadamente, la globalización también fracasó. Ciertas cosas del mundo se encuentran en la zona limítrofe del paraíso y el infierno. Cuando existía la Unión Soviética había una gran división. Estados Unidos era un paraíso para algunas personas y la Unión Soviética un infierno para otras, y viceversa. Cuando se deshizo la Unión Soviética apareció la idea de que todos éramos iguales, libres, podríamos ir adonde quisiéramos. Pero no fue cierto. Tal vez ese ideal es imposible. Tal vez la naturaleza humana es autodestructiva y no puede construir un paraíso.

El proyecto que Ilya y yo elaboramos sobre la tolerancia parte de la convicción de fomentar el respeto entre los niños, sin importar su lugar de origen o religión. Para nosotros el respeto está basado en el conocimiento. Y tratamos de extender esta idea a través del arte. Es una postura muy personal y a una escala muy pequeña, pero es nuestra idea de cómo construir un paraíso.

¿Cómo concibes la transformación a partir de la experiencia y la memoria?

Es complejo porque podría hablar de memoria individual o de memoria colectiva. Creo que hay varios tipos de personalidades que se pueden clasificar con base en esta diferencia. Existen personas con memorias individuales, que no desean tener memoria colectiva y construyen su vida dentro de una pequeña unidad privada. Pero también las hay interesadas en la relación con los otros. La memoria colectiva está construida a partir de la memoria histórica y los recuerdos personales.

A pesar de ello, no se puede decir que la memoria histórica diga la verdad, porque depende de quién la escribió y en qué momento. La memoria histórica cambia constantemente. Y la interpretación puede ser modificada de acuerdo al conocimiento contemporáneo. Ésa es la historia de la humanidad.

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¿Cómo entiendes la experiencia desde la práctica artística?

Nuestro trabajo parte del concepto de instalación total, que depende de una transformación del espacio para crear una atmósfera. Tratamos de producir una experiencia en el espectador. Cuando una persona entra en un espacio los elementos que la rodean pueden adquirir nuevos sentidos, diferentes al del ambiente exterior. Es un lugar construido por experiencias personales que necesitan tanto del sitio como del visitante.

Lo que pretende la instalación total es que el auditorio imagine, recuerde y genere sus propios significados. Eventualmente descubrirá sentimientos ambivalentes y producirá empatía con otras personas que están en el lugar y con el autor de la obra. Pero también se dará cuenta de que la pieza tiene que ver con su mundo, sus sueños, sus miedos, su dolor. Eso es una instalación total.

Lo que vamos a construir en Monumenta son siete edificios de diferentes tamaños con interiores desiguales. Cuando los espectadores entren se sentirán como si estuvieran en una ciudad y podrán tener una nueva experiencia cada vez que visiten un edificio. La experiencia dependerá de cada persona.

¿Crees que en este momento hay una crisis en el arte?

Creo que hay una crisis cultural producto de una crisis educativa. En el arte hay crisis porque hay mucho dinero y política involucrados. No siempre fue así. En los sesenta y setenta todo era más idealista. Actualmente, los inversionistas y los coleccionistas creen que pueden hacer dinero rápido y eligen a artistas jóvenes para quienes la riqueza y la fama son irresistibles. Por eso las cosas son efímeras.

También hay que tomar en cuenta que los medios han cambiado y se han multiplicado las posibilidades de producción. Hoy en día es mucho más fácil trabajar en video o con computadoras. La combinación de factores como la educación de mala calidad, el dinero, la política y la rapidez de los medios de producción artística han generado una crisis porque no producen experiencias sobre la vida. Los artistas no tienen pensamientos profundos de nada. Y más preocupante aún: no reflexionan sobre ellos mismos.


Daniel Montero es doctor en Historia del Arte. Ha sido docente en varias instituciones de educación superior y ha participado en diferentes proyectos de curaduría y promoción cultural. Publicó El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90 (2013).


Esta entrevista fue publicada en el número 77 de Código.


[18 de junio de 2014]

 

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