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Still de Puntos Suspensivos.

Historia oficial vs. memoria colectiva. La desaparición forzada

Columna 02.05.2018

Hipatia Argüero Mendoza

Hipatia Argüero nos presenta una selección de documentales que visibilizan las desapariciones forzadas, una problemática muy presente en nuestro país.

El contenido y discurso que sostiene la historia se construye de materia tan sólida que no únicamente cierra puertas a otras versiones, sino que se erige con hechos incuestionables, incambiables ni resignificables. En contraparte, la memoria de corte social, es reinterpretada y resignificada cada vez que se recuerda, y experimenta de forma continua actualizaciones y cambios, construye otros pasados, los revisita de diversas maneras, aunque hechas desde la gente, no dictadas desde altas esferas del poder, que las manipule e imponga según intereses de administradores públicos.

Paola Ovalle y Alfonso Díaz1

La presente columna fue realizada en colaboración con Itzia Fernández Escareño, quien estuvo a cargo de la curaduría de los cortometrajes referidos.

 

Rabia. ¿Qué más se puede sentir? ¿Miedo? ¿Impotencia? ¿Es posible usar la indiferencia como paliativo? ¿Para adormecernos y conciliar el sueño a pesar del terror constante en el que vivimos, en esta guerra que nos hace víctimas, cómplices, victimarios o testigos? ¿Cómo sobrellevar el hecho de que vivimos en un país cuyo territorio completo se ha convertido en el lugar equivocado? O al menos eso nos dicen —y cada vez resulta más difícil no creerlo.

Desde la desaparición de los tres estudiantes de cine en Jalisco, Javier Salomón Aceves Gastelum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García, hemos pasado, una vez más, por las etapas del duelo de la desaparición forzada, una de las realidades más comunes a las que nos rehusamos a acostumbrarnos —que sea cotidiano no puede hacerlo normal. De la búsqueda incansable a la rabia, de la incógnita a la historia oficial —nunca satisfactoria, siempre planteada con una peste a lejía de manos lavadas y culpas desviadas—, de la esperanza al deseo de que no vuelva a pasar. Es un ciclo que se repite, que duele y no sana, que a veces se prolonga indefinidamente, hasta que quienes faltan se transforman en nombres, en estandartes, en recuerdos y en olvido. ¿Cuál será la gota que derrame el vaso? ¿Acaso todavía hay vaso? O será que ahora no queda más que patalear sin rumbo en un mar salvaje para no ahogarnos, donde la muerte se simplifica y se resume en videos informativos de alguna fiscalía en los que se explican, con aparente ciencia, los hechos. Como si los hechos no estuvieran formados de historia, o de los hilos que siempre se jalan desde arriba.

Supongo que la pregunta que más me cuesta responder es, ¿podemos seguir cerrando los ojos?

No.

Hay muchos problemas con los discursos oficiales. El principal es que tienen un propósito, o consecuencia, terrible: explicar para enterrar, dar cuenta de una serie de eventos que culminaron en la muerte de personas inocentes con el fin de acallar las voces que claman justicia y exigen encontrar a las tantos desaparecidos. La historia oficial cae sobre México como el martillazo que cierra un caso, cerrando el diálogo, estableciendo una versión única de las cosas y dejando en claro que ya no hay nada más que hacer. En la última semana hemos leído ciertas palabras como un punto final: cártel, confusión, desaparición, confesión, ácido, muerte. Luto nacional. Otra vez.

El video de poco más de 11 minutos con el que la Fiscalía de Jalisco expone los hechos, a través de recursos como materiales de apoyo y una voz en off que consigue mantener un tono neutro mientras narra las atrocidades que hasta el momento han investigado desde dicha institución, no es el único material audiovisual que existe y que podemos ver para encontrar respuestas o comprender qué es lo que está pasando. El cine y el universo audiovisual, lo creo desde lo más profundo de mi corazón, tiene un gran poder: comunicar, informar, mover y conmover. Porque además de ese video que pretende ser un punto final, hay puntos suspensivos, pies de página; hay poemas que siguen resonando, años después, en nuestras cabezas; hay vueltas al pasado reciente en el que otro funcionario lee otra explicación con la intención de detener la conversación, de parar los gritos. Hay memoria y esa memoria sigue presente gracias a trabajos de documental con corte activista y de denuncia, trabajos experimentales que revuelven las tripas o invitan a la reflexión, que nos ayudan a la catarsis necesaria para seguir marchando, gritando, exigiendo y recordando.

Como un ejercicio de memoria y consciencia, retomo la curaduría que Itzia Fernández Escareño presentó en el marco de «Bechi Loi – Permanencia voluntaria», un evento realizado durante la pascua de 2018 en la sala comunitaria de Cine Too, en Guelatao de Juárez, Oaxaca.

En palabras de la académica y curadora a quien invité a colaborar para este artículo, la programación titulada «Memoria de la desaparición forzada en el documental contemporáneo mexicano» es una «revisión de la memoria ciudadana a través del documental contemporáneo en un contexto activista asociado a la problemática de la desaparición forzada en México. Una vanguardia estética que informa y sensibiliza al espectador sobre esta grave problemática».

La mayoría de los trabajos incluidos en esta curaduría son de acceso abierto y de corta duración. Sugerimos ver todos los materiales, reflexionarlos y compartirlos. Tenerlos presentes, porque esto ya ha pasado y el sentimiento es el mismo.

 

Volatilidad, Bruno Varela
México, 2015, 2 min. 7 seg.

En plabras de Itzia Fernández, Volatilidad es una «Convocatoria fílmica explícita que logra la acción indirecta audiovisual, entre fantasmagórica e irreconocible, del cine familiar trastocado en manifiesto político, con la voz desplazada del procurador de la «verdad histórica»».

En este breve trabajo, Bruno Varela, artista visual, yuxtapone las palabras que el ex procurador general Jesús Murillo Karam dijo en una rueda de prensa sobre los avances en la investigación tras la desaparición de los 43 estudiantes en 2014, con una serie de imágenes intervenidas, como si tuvieran un velo fantasmagórico sobre ellas, y un paisaje sonoro saturado en el que por momentos se escuchan voces ininteligibles. Algunos rostros aparecen y desaparecen, muchos de ellos infantiles, como si fueran borrados de manera química o digital, o que fuera de foco parecen más esqueletos, más fragmentos que personas.

 

Pie de Página, Paola Ovalle y Alfonso Díaz Tovar
México, 2014, 9 min. 34 seg.

Los desaparecidos en México se han convertido en el pie de página que molesta e interrumpe el relato ficticio de su democracia y progreso. Este corto documental expone nuestra indiferencia. Las imágenes de unas ruinas olvidadas, ubicadas en los márgenes de la ciudad fronteriza de Tijuana, son marcadas con notas al pie que detallan un dispositivo para la desaparición. Se trata de tres lugares diseñados y construidos por el crimen organizado, para desintegrar cuerpos humanos y depositar sus restos.2

Este corto documental es resultado de la investigación realizada por el colectivo RECO y el estudio etno.mx. Quizá de todos los trabajos aquí reunidos, Pie de página sea el más difícil de ver. Tres espacios que han sido abandonados tras haber servido como laboratorios, campos de tiro, casas de seguridad y desecho de cuerpos humanos; lugares ahora desolados cuya reapropiación resulta casi imposible. Aunque la violencia no se muestra directamente, transitar por los lugares mientras se leen las «notas al pie» al tiempo que explicaciones, datos y testimonios sobre la práctica de la disolución de cuerpos se escriben sobre la pantalla, resulta escalofriante, paralizante incluso. No hay monumentos para los caídos en esta guerra, sólo ruinas. No hay dónde llorar a las miles de vidas que han sido arrancadas de nuestra historia.

 

Ausencias, Tatiana Huezo
México/El Salvador, 2015, 28 min.

«Lulú (Lourdes Herrera del Llano) despierta en el silencio de una casa que quedó vacía. La ausencia la hace vivir en un limbo en el que también habitan el deseo, la esperanza y la lucha por encontrar vivos a su hijo Brandon, de ocho años y a su esposo, desaparecidos hace cinco años».

Este cortometraje de Tatiana Huezo, quien también ha abordado temas de derechos humanos, las consecuencias de la violencia y la desaparición forzada en su ópera prima documental El lugar más pequeño (2011) y más recientemente en Tempestad (2016), presenta la vida después de la desaparición y cómo en la cotidianeidad de la ausencia aún se alberga la esperanza por el regreso de quienes ya no están. En este documental se demuestra que la resistencia está en los detalles: está en seguir nadando y salir a flote, en recordar y aferrarse a la memoria, en seguir llamando a un teléfono que no ha sido desconectado.

Puntos Suspensivos, Paola Ovalle y Alfonso Díaz Tovar
Baja California, México, 2015, 8 min 37 seg.

Concebimos este corto como un documento visual del horror, pero también de la resistencia cotidiana frente a éste. Al documentar la intimidad y la materialización del duelo de estas madres, no sólo esperamos generar un producto visual que acompañe su lucha por el reconocimiento, la verdad y la justicia; esperamos que este corto además trascienda como un artefacto de la memoria de este momento de la historia de México, que algunos politólogos anuncian como una guerra civil económica.

En este cortometraje los objetos dejados atrás cobran vida para guardarse dentro de baúles o maletas, resguardo de recuerdos y materialización del dolor de la pérdida sin conclusión. Al igual que Pie de página, este cortometraje fue realizado por el colectivo RECO, el cual está integrado por investigadores, académicos y artistas dedicados a los procesos de acompañamiento, visibilización y recuerdo del fenómeno de la desaparición forzada en México a través de tres principios: recordar, reconstruir, reconciliar. Los testimonios que acompañan la animación muestran una vez más la resistencia de quienes mantienen viva la memoria después de la desaparición.

[A]firmamos que realizar un corto documental, que recupere la memoria y la identidad de personas desaparecidas, constituye un ejercicio de memoria subalterna. En este ejercicio, se recuperan las voces silenciadas por los discursos oficiales que presentan a las víctimas de desaparición como cifras, daños colaterales, ajustes de cuentas, «levantones», incluso hasta como crímenes pasionales. Son las voces que no se articulan desde la historia oficial de esta década, en la que se vive una guerra y una violación masiva de los derechos humanos, no reconocida de forma institucional.3

 

Impresiones para una máquina de luz y sonido, Colectivo Los Ingrávidos
México, 2014, 6 min. 42 seg.

Versión digital de una proyección analógica de La Perla (Emilio «El indio» Fernández, México, 1945) con el poema Los Muertos de María Rivera leído por la autora en la Marcha Nacional por la Paz de 2011. «Es sujeto a una muerte fílmica por medio de la destrucción del material fílmico mismo. […] Es un intento por transformar la experiencia cinematográfica en una devastación fílmica. Una experiencia audiovisual de la actual Guerra civil mexicana. Era preciso poner en trance al celuloide haciéndole parecer lo sonoro en carne propia».

El nudo en la voz de María Rivera es apenas perceptible en las palabras firmes que retumban a través de su micrófono ante la multitud que en 2011 marchó por la paz en un momento en el que aún no sabíamos qué tanto se extendería la masacre, en el que aún ignorábamos que su poema sería tan relevante como el día de esta lectura. Pero la multitud no está en pantalla, lo que vemos es un fragmento de una obra cumbre del cine mexicano, pero violentada, transgredida, descompuesta.

La resistencia en lo colectivo

Los cortometrajes anteriores pueden verse en la intimidad de cualquier pantalla chica una computadora o un celular, lo importante es verlos, pero también pueden ser parte de una experiencia colectiva —éstos u otros documentales y ficciones mexicanos que retratan y reflexionan el estado de emergencia en el que vivimos. Poder comentar las emociones suscitadas al ver este tipo de expresiones artísticas es importante. Por ello retomo esta invitación y manifiesto, remix del texto colectivo «Estrategias de Comunalidad para tiempos de Resistencia» de Cine Too Lab, el cual propone hacer del cine una catarsis para estos tiempos y una oportunidad para generar diálogo y fortalecer comunidades.

Tomado de Cine Too Lab.

También extiendo la invitación para asistir a las funciones de Ambulante que inician pronto en la Ciudad de México, festival que ya transitó por otros estados del territorio nacional. Entre la programación de 2018 destaca el cortometraje documental Sinfonía de un mar triste de Carlos Morales, el cual retrata las consecuencias de la violencia, la migración, y la búsqueda de una mejor vida a través de un contraste devastador entre la historia de Hugo, cuyo hermano de 14 años fue asesinado, y la belleza natural del paisaje en Baja California Norte, interrumpido, casi cortado, por el muro de fierro oxidado que se levanta para marcar la frontera.

«La importancia del cine documental como artefacto de la memoria sólo se puede apreciar en el marco de esta diferenciación entre la memoria y la historia; más aún, en la discusión sobre memoria y poder», apuntan Ovalle y Díaz en su artículo. Los trabajos aquí presentados son realizados desde la necesidad de cuestionar las versiones oficiales que pretenden hacer de nuestro pretérito y presente un monolito estático, algo que se aprende, no que se recuerda. Las memorias subalternas que vemos en los documentales de creadores mexicanos que han presenciado o vivido la ruptura causada en esta era de violencia inabarcable sirven para reclamar la construcción de lo que somos, para no dejarnos definir como personas que transitaron, ocuparon o vivieron el lugar equivocado. Porque no debería haber lugares equivocados.

Javier Salomón Aceves Gastelum, Marco Francisco García Ávalos, Jesús Daniel Díaz García. No serán olvidados. Nos vemos el 4 de mayo, y todas las veces que hagan falta.

#NoSonTresSomosTodxs

 

 

1-3 Diáz, Alfonso; Ovalle Paola “Puntos suspensivos. ¿Construcción colaborativa de un artefacto de memoria?” En Gordillo, Claudia, Mejia Afra. Miradas Urgentes. Sujetos, estéticas y memorias del documental latinoamericano contemporáneo. Editorial FOC SL. Barcelona 2017.

 

—Las opiniones expresadas en Revista Codigo son exclusiva responsabilidad de los autores.

 

Itzia Fernández Escareño es investigadora, docente y curadora. Es socia fundadora de La Pizca Film Research, y actualmente escribe el libro La compilación audiovisual en México: forma y género 1895-2015.

 

 

 

Hipatia Argüero Mendoza

Es crítica de cine y guionista. Estudió Guión Cinematográfico en el Centro de Capacitación Cinematográfica, y es fundadora de Malamadre A.C.

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Tomado de Cine Too Lab.