Luna Marán (Oaxaca, México, 1986) se ha desempeñado como directora, fotógrafa, productora y gestora cultural de distintos proyectos audiovisuales bajo el sello de La Cooperativa Audiovisual y La Calenda Audiovisual A.C. Su trabajo ha formado parte de numerosos festivales latinoamericanos de cine documental, volviéndola acreedora de varios premios y distinciones.

Si bien en su filmografía se encuentran varios cortometrajes y largometrajes realizados desde 2012, Tío Yim, su más reciente proyecto, ha detonado gran atención en torno a su discurso y práctica al ser seleccionado en la curaduría para la Gira de Documentales Ambulante 2019.

Tío Yim narra la historia de Jaime Martínez Luna —cantautor, líder y pensador zapoteco en la región de la Sierra de Juárez— desde el lente de su hija, la directora Luna Marán, con el propósito de reconstruir un acercamiento crítico a la vida y obra del activista.

A través de entrevistas con familiares y personas cercanas a Jaime, mejor conocido como «Tío Yim», Marán presenta una mirada personal en torno a una figura con una rigurosa participación política, sin dejar a un lado los vínculos afectivos y memorias implícitas en su trato con el protagonista.

En entrevista para Revista Código, la directora comparte algunas ideas en torno al cine documental; el proceso detrás de la filmación de Tío Yim y sus impresiones sobre las posibilidades de difusión actual para el cine documental.

—¿Cómo fue tu acercamiento al cine documental?

Tengo el privilegio de estar en contacto con el medio audiovisual desde los nueve años por mi comunidad, Guelatao de Juárez. Soy parte de una segunda generación de cineastas indígenas. El género documental me ha permitido responder a cuestionamientos y curiosidades que me surgen para entender mi propio contexto y profundizar en quiénes somos.

Mi primer documental, [llamado] Me parezco tanto a ti, es un retrato de tres generaciones de mujeres en mi comunidad, lo que me permitió conocer de manera profunda los sueños y obstáculos que han tenido aquí las mujeres, y así reconocer toda la labor que han realizado para que mi generación de mujeres tengamos otras posibilidades de desarrollo.

Tío Yim es un documental que parte del material producido por la primera generación de cineastas de mi comunidad para hacer un retrato que complejiza la figura del pensador zapoteco Jaime Martínez Luna.

Still de Tío Yim, de Luna Marán, 2019. Tomada de Vimeo.

—¿Qué fue lo que te motivó a mostrar, desde el documental, la vida de tu padre?

Para mí el cine es como un espejo: es importante que ese espejo sea lo más cercano a nosotros. Por eso me resultó natural querer hacer un documental de lo más cercano a mí —padre y mi familia. El cine, como la fotografía, han sido una forma de entender, cuestionar y querer el mundo que me rodea. Más que un motivo, era una necesidad muy profunda el poder entender y acercarme a lo que sucedía en mi familia —por medio de la imagen—, algo que ahora es muy común ya que todos estamos documentando nuestras vidas cotidianas, nuestras familias y seres queridos, solo que yo tuve la fortaleza de contar con el trabajo de dos grandes editoras: Sofía Gómez Córdova y Perlis López.

—«Tío Yim» no se limita a la documentación de la vida de una persona en términos sociales —por decirlo así—, sino que también involucra una dimensión personal. Como directora, ¿qué retos te planteó esto en el proceso de rodaje?

El reto que ha tenido hacer este documental es aprender a escuchar lo que estaba grabando, las respuestas y silencios que mi familia daba a las preguntas, entender que había en cada palabra y en cada silencio ha sido un proceso que nos llevó siete años. Es un proyecto que necesitaba de mucho tiempo de reposo para acomodar las emociones e imágenes que queríamos compartir.

Por otro lado, Tío Yim es una película que cuestiona la relación vertical que tienen los creadores documentalistas frente a sus personajes. Es un documental participativo donde todos, [desde] el equipo creativo detrás de cámara y los personajes —en este caso mi familia—, fueron aportando y generando consensos narrativos y estéticos durante todo el rodaje y postproducción. Lo que me ha permitido reconocer que sí hay otras formas de hacer cine, donde el director, funciona más como un facilitador de una conversación horizontal, gestada en una colectividad que desea contar una misma historia.

Still de Tío Yim, de Luna Marán, 2019. Tomada de Vimeo.

—¿Qué opinión tienes sobre la oferta de festivales o plataformas para ver documentales en México?

Creo que mi generación es muy afortunada. En los últimos diez años han crecido los festivales de ocho a más de cien, y cada vez más hay plataformas en línea donde libremente podemos colgar nuestro trabajo.

En mi caso tengo mucha suerte por que mi pueblo construyó una sala de cine (Cine Too) de 75 butacas, donde el pasado 12 de abril estrenamos Tío Yim. Creo que los realizadores tenemos mucha responsabilidad en construir esos espacios alternativos de exhibición; En México existe CEDECINE (Comunidad de Exhibición Cinematográfica), donde se están haciendo estrenos enlazados en más de 150 espacios alrededor de la república.

Creo que hay mucho por hacer para facilitar al espectador nuestras películas, pero solo nosotros como creadores podemos hacer esos puentes, así que me encuentro animada, pero al pensar en cómo mover nuestro trabajo fuera de México creo que es muy difícil. Esperemos que la creatividad nos acompañe para librar este reto.

—¿Tienes otros proyectos en puerta?

Como directora estoy preparando un nuevo proyecto titulado Nagula, que busca entender y comprender todas las aristas del por qué mi generación ya no habla zapoteco. Detrás de cada monolingüe de este país se esconde una historia de violencia y discriminación. ¿Quién o quiénes son los culpables? ¿Qué podemos hacer para revertirlo? ¿Es real que lo podamos hacer? Como productora, estamos preparando Nunca estuvo solo , dirigido por Julio López, y la segunda ficción de Sofía Gómez Córdova.