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Pinturas de Beatriz Zamora dentro de su exposición individual en LABOR. Cortesía de la galería.

Beatriz Zamora en LABOR: un diseño de Sala Hars y AGO projects

Columna invitada 19.02.2020

Isabel Abascal

Isabel Abascal analiza el montaje de la nueva exposición de Beatriz Zamora en LABOR, el cual estuvo a cargo de los despachos Sala Hars y AGO projects.

Dos razones hacen especialmente interesante la exposición de Beatriz Zamora en la Galería LABOR: la reincidencia de las obras de arte y la manera en que están expuestas.

Estamos acostumbrados a ver pintura de forma secuencial, es decir un cuadro detrás de otro. En esta propuesta expositiva, sin embargo, todas las piezas, realizadas a lo largo de más 40 años, se contemplan al mismo tiempo.

De entre los más de 4 000 lienzos titulados El negro, seguido de un número de serie, que Beatriz Zamora realiza desde 1978, como parte de su búsqueda espiritual y artística, la Galería LABOR ha escogido mostrar 18. Organizados por tamaños, los cuadros se agrupan elegantemente sobre seis estructuras de acero pintado de negro.

Los responsables de esta museografía —que es sutil y potente a la vez— son el joven despacho Sala Hars en colaboración con AGO-Projects, ambos basados en México.

Los soportes metálicos van reduciendo su longitud secuencialmente a medida que nos acercamos al fondo de la sala. Es decir, el primero y más bajo es también el más largo; y el último y más alto es el más corto. Con esta operación se logra no solo abrir más espacio para los visitantes que se adentran en la galería, sino también forzar la perspectiva visual desde la entrada. Con este delicado trampantojo la sala parece más profunda y grande de lo que es en realidad.

Beatriz Zamora en LABOR. Pinturas negras.

Pinturas de Beatriz Zamora dentro de su exposición individual en LABOR. Cortesía de la galería.

Al ser consultada sobre el diseño de la exposición, Zamora respondió con el razonamiento de una verdadera artista: «Mi trabajo está hecho». Y al ser presentada con más de diez opciones diferentes para el diseño expositivo, Pamela Echeverría, directora de LABOR, tuvo el acierto de escoger la única en la que se no se erigen paredes. La única en la que todos los cuadros componen una obra conjunta, más fuerte que cada una de las piezas que la conforman.

Beatriz Zamora en LABOR. Arquitectura.

Sala Hars + AGO projects, Propuestas de montaje para la exposición de Beatriz Zamora en LABOR. Cortesía de la galería.

Abrazar la monocromía durante tantas décadas nos remite, por un lado, a la belleza sobria de las Black Paintings del estadounidense Ad Reinhardt, sobre las cuales el artista dijo: «Hay un negro que es viejo y un negro que es fresco. Negro brillante y negro opaco, negro a la luz del sol y negro a la sombra».1 Y por el otro a los experimentos lisérgicos del neurólogo británico Oliver Sacks con el color índigo, que él mismo describió de la siguiente manera: «Construí una especie de plataforma de lanzamiento farmacológica […] y dije: “Quiero ver el índigo ahora”. Y como si fuera arrojada por un pincel, una enorme gota en forma de pera del índigo más puro apareció en la pared. Una vez más tenía esta cualidad luminosa y numinosa; salté hacia ella en una especie de éxtasis. Pensé: Este es el color del cielo».2

Pinturas de Beatriz Zamora dentro de su exposición individual en LABOR. Cortesía de la galería.

Enfrentados a una trayectoria tan sólida como la de Zamora que combina lo analítico con lo místico, parece más adecuado considerar sus pinturas de un modo parecido a cómo las examinaríamos en un gabinete de pintura del siglo XVII, todas a la vez. Pero con la particularidad de que los vemos en seis capas que primero se van alejando de nosotros y después nos invitan a recorrerlas. Así, podemos —por ejemplo—, apreciar tres cuadros realizados con la misma técnica, que incluye piedras semipreciosas, pero desde tres distancias diferentes con tres respuestas diferentes a la luz.

Este tipo de tratamiento episódico acerca toda la instalación a la lógica de la arquitectura clásica. Al mismo tiempo, las vigas de acero deshabitadas, sin cuadros, componen un «paisaje dentro de un cuarto», en palabras de los arquitectos Douglas Harsevoort y Juan Sala de Sala Hars. Una referencia a las grandes obras de land art de Richard Serra y a esculturas como Every Which Way (Richard Serra, 2015).

Cada viga-caballete, de entre 500 y 800 kilogramos, pintada en negro semimate, proyecta una imagen contradictoria entre lo inestable y lo inamovible. Al igual que las obras de Beatriz Zamora son todas iguales pero distintas. Un archivo de iteraciones levemente heterogéneas.

En un momento en el que la cuestión más compleja de la arquitectura efímera es, ¿qué hacer con el material una vez que el tiempo de vida de la obra se agota?, esta propuesta deja una hermosa infraestructura que tiene una vida propia y que puede ser reinventada sin perder su esplendor.

 

1 “There is a black which is old and a black which is fresh. Lustrous black and dull black, black in sunlight and black in shadow.” Ad Reinhardt, “Black as Symbol and Concept,” in Barbara Rose, Art-as-Art: The Selected Writings of Ad Reinhardt (New York: University of California Press, 1953), 86.

2 “And I built up a sort of pharmacological launchpad […] I said, ‘I want to see indigo now.’ And as if thrown by a paintbrush, a huge pear-shaped blob of the purest indigo appeared on the wall. «Again it had this luminous, numinous quality; I leaped toward it in a sort of ecstasy. I thought, ‘This is the color of heaven.’” Oliver Sacks, Hallucinations (Knopf/Picador, 2012).

Isabel Abascal

Es arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid. Estudió en la Technische Universität de Berlin, y en la Vastu Shilpa Foundation de Ahmedabad (India). Colaboró con los estudios SANAA (Tokyo), Aranguren y Gallegos (Madrid), Anupama Kundoo (Berlin) y Pedro Mendes da Rocha (São Paulo). Ha sido profesora de proyectos durante seis años en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Escola da Cidade, en São Paulo. Participó de la curadoría de la X Bienal de Arquitectura de São Paulo, 2013. Dirigió de 2015 a 2017, la plataforma LIGA, espacio para arquitectura DF, dedicada a la exposición, divulgación y discusión de la arquitectura latinoamericana. Fundó en 2015 la oficina de arquitectura LANZA Atelier junto a Alessandro Arienzo. LANZA ha sido nominado al Premio de Obras de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura 2016 y al Mies Crown Hall Award for Emerging Architects del IIT Chicago. El estudio ha sido acreedor del League Prize 2017 del Architectural League of New York. El museo SFMOMA de San Francisco celebró la primera exposición individual sobre la obra de LANZA Atelier entre marzo y julio de 2018.

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Pinturas de Beatriz Zamora dentro de su exposición individual en LABOR. Cortesía de la galería.

Sala Hars + AGO projects, Montaje para la exposición de Beatriz Zamora en LABOR. Cortesía de la galería.

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