Arte contra el poder: 5 artistas subversivos
Lista 30.04.2019
Los artistas que forman parte de este listado han hecho del activismo, la crítica política y el disenso parte de su cuerpo de obra.
En el siguiente listado, nos dimos a la tarea de revisar algunas producciones artísticas en las que el activismo y la crítica política son inherentes al proceso creativo. De hecho, los artistas seleccionados han entrado en discrepancias con gobiernos o grupos conservadores, al grado de que algunos han sido perseguidos o detenidos por el contenido de su trabajo. El orden es alfabético.
Tania Bruguera es un referente cuando se habla del arte como práctica disidente. Sus proyectos a corto y largo plazo están profundamente vinculados con actividades de denuncia política, en los que toca numerosos problemas como la migración, la educación y las prácticas de censura por parte del Estado, especialmente en el contexto de Cuba.
En entrevistas y conferencias, Bruguera suele manifestar su preferencia por trabajar en espacios donde sea complicado concebir su práctica como arte, por lo que recurre a procesos coautorales como el performance, la producción editorial, la educación y la organización política, por mencionar algunas.
Sus proyectos artísticos nunca han estado exentos de fricciones con gobiernos o comunidades religiosas —como ocurrió en The Francis Effect (2014-a la fecha) o Movimiento Inmigrante Internacional (2010-a la fecha)—, por lo que en más de una ocasión ha sido detenida por parte del gobierno cubano; sin embargo, es por las protestas en las que participa que ha sido presa de una franca persecución, como ocurrió en diciembre de 2018, año en el que fue arrestada en tres ocasiones cuando intentaba dirigirse a una protesta contra el Decreto Ley 349, legislación que, en sus palabras, «criminaliza la creación artística» en la isla.
Es difícil encasillar la práctica de Marcelo Expósito: es artista, docente y editor y más recientemente incursionó en la política; sin embargo, es indiscutible que su práctica artística no ha sido ajena a la militancia.
Expósito comenzó su formación en el arte de manera autodidacta en la década de 1980; y posteriormente adquirió un interés por las prácticas artísticas conceptuales y especialmente por el videoarte. Desde entonces, ha desarrollado un cuerpo de trabajo multidisciplinario, al mismo tiempo que mantiene un compromiso político con ciertas causas, como puede verse en piezas como La imaginación radical (carnavales de resistencia) (2004), donde filmó las actividades de Reclaim the Streets, movimiento pionero de la resistencia política en distintas ciudades de Reino Unido en la década de 1990.
En 2015, fue elegido diputado por En Comú Podem, un partido que se define como catalanista, socialista y demócrata; y actualmente se desempeña como secretario tercero en la mesa del Congreso de los Diputados.
Leandro Feal es uno de los artistas jóvenes cubanos más propositivos del arte contemporáneo, quien mantiene una postura crítica respecto a las políticas del gobierno de su país, valiéndose principalmente de la fotografía y de medios como el video o el arte-acción. Una prueba de ello es el performance que presentó en la Bienal Sin 349, un evento alternativo y paralelo a la XIII Bienal de la Habana que, como su nombre lo indica, surgió como un acto de protesta contra el Decreto 349, dictamen que impone restricciones a la creación artística.
En la Bienal Sin 349, Feal personificó a un burócrata que compilaba datos personales de los asistentes, tras lo cual les entregaba una placa que los certificaba como vigilantes del sector cultural de Cuba.
La acción alentó el interés general por las circunstancias políticas en Cuba relacionadas con el Decreto 349; sin embargo, la presentación del performance en la isla dio una nueva lectura al problema de censura por parte el Estado a artistas disidentes. La pieza generó gran atención mediática a la Bienal Sin 349, y gracias a esta visibilización se dieron a conocer los arrestos de varios de los artistas participantes.
El papel de la pintura en el arte contemporáneo y su relación con la discusión política suele generar controversias. A la par de que algunos teóricos e historiadores sostienen la obsolescencia del medio pictórico en lo que respecta a la visibilización de problemas sociales, existen casos como el de Sun Mu: seudónimo de un artista norcoreano cuya obra, si bien puede resultar tradicional en cuanto a su proceso de ejecución, ha sido objeto de constantes persecuciones por parte del gobierno de Corea del Norte.
Sun Mu —nombre que podría traducirse como «sin fronteras»— escapó del régimen norcoreano a finales de la década de 1990 y desde entonces ha trabajado en el anonimato debido a las posibles represalias que la ley de Tres Generaciones de Castigo podría imponer a sus familiares aún radicados en Corea del Norte (los actos de desobediencia contra el Estado son considerados criminales y, en caso de que el infractor no sea detenido, el castigo se transfiere automáticamente a sus familiares).
Dado que el artista representa en sus pinturas a los líderes del régimen de ese país y algunos motivos de la propaganda oficial en situaciones irónicas, en diálogo con elementos de la cultura popular estadounidense, sus exposiciones alrededor del mundo han sido vigiladas constantemente por el gobierno norcoreano, llegando incluso a sabotear sus inauguraciones1 —aún si éstas suceden en otros países.
El trabajo de Doris Salcedo ha estado orientado hacia la escultura con una perspectiva política, en el que la forma se vuelve un punto de partida para investigar las circunstancias de violencia y represión política contra los grupos sociales que han denunciado alguna injusticia. Salcedo sigue una línea que ha denominado como «poética del duelo» ya que —en sus palabras— «el duelo es lo que humaniza. Al hacer un ritual funerario, ganamos esa dignidad perdida».2
Uno de sus proyectos más recientes donde trata este tema es Fragmentos: concebido como una obra colaborativa, construida con el metal fundido de las armas que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron al gobierno de Colombia como parte del «Acuerdo humanitario» con el que se ponía fin al conflicto armado.
En palabras de la artista, Fragmentos es un «contramonumento», debido a que «el monumento jerarquiza y presenta una visión triunfalista del pasado bélico de una nación. Su principal función es someternos o empequeñecernos como individuos frente a una versión grandiosa y totalitaria de la historia», algo contrario a lo que ocurre en este proyecto.
El espacio donde está instalado Fragmentos es sede de un programa de intervenciones artísticas por convocatoria abierta, equivalente a la duración de la lucha armada del gobierno colombiano contra las FARC —una al año durante 50 años— con el propósito de reflexionar sobre las posibilidades que tiene el arte contemporáneo de generar memoria e historia.
1 «I predicted that staff from the North Korean embassy in Beijing would come to see what the exhibition was all about, but in order to even enter the room, they would have had to walk on the the names of the leaders (Kim Il-sung, Kim Jong-il, and Kim Jong-un) and I knew they would never do that». Tabby Refael, North Korean Defector Sun Mu Is Turning Propaganda Art on Its Head, Los Angeles Magazine, 5 de marzo de 2019, consultado el 29 de abril de 2019. Disponible en línea.
2El duelo colectivo de Doris Salcedo. El País, 24 de septiembre de 2017, consultado el 29 de abril de 2019. Disponible en línea.
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