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Santiago Rebolledo: In memoriam

Columna invitada 13.07.2020

Ana Torres

Miembro del Grupo Suma, Santiago Rebolledo tuvo una obra prolífica e innovadora. Recordamos su legado en el siguiente texto.

De origen colombiano Santiago Rebolledo (1951-2020) fue pionero en el arte objeto, el arte correo y el grafiti, y sus creaciones son propuestas originales e innovadores que han enriquecido las prácticas artísticas contemporáneas. Radicado en México desde 1975,  Rebolledo participó en múltiples exposiciones colectivas e individuales; impulsó talleres de mimeografía, carteles y pintura; y realizó un arte experimental y conceptual que marcó cambios y cuestionamientos a las políticas culturales del sistema artístico mexicano.

Foto: Galería Mónica Saucedo.

Santiago fue un creador plástico, gráfico y visual que experimentó con múltiples técnicas y soportes de impresión como litografías, aguafuertes, sellos, mimeografías, así como óleos y acuarelas. En sus composiciones todos estos materiales adquieren vida. Combinaba la pintura con arenas, cartón y cualquier material de desecho que encontrara en las calles. Sus impresiones gráficas son collages construidos artesanalmente, son espacios significativos, fragmentos de memorias; las texturas gestuales forman parte de un lenguaje pictórico cercano al grafiti, a la abstracción geométrica y al trazo caligráfico.

Santiago Rebolledo obras. Abstracto.

Foto: Galería Mónica Saucedo.

Un tema recurrente en su obra fue la ciudad. La calle acompañó sus creaciones y formó parte de su formación como artista visual; primero la tomó como un juego, después se convirtió en una obsesión.

Santiago se fue de este mundo en un momento presente en el que el espacio público está anulado; paradójicamente lo urbano está presente en sus composiciones siempre cargadas de huellas y texturas como territorios de memorias colectivas. La calle le sirvió como expresión poética y política; y la incorporó a sus trazos abstractos y figurativos.

En 1975 abandonó Colombia y llegó a la Ciudad de México; donde se involucró con las generaciones rebeldes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, antigua Academia de San Carlos. Por entonces trabajaba en el taller de litografía haciendo monotipos de calles; cuando se enteró que en el taller de pintura mural de Ricardo Rocha, un grupo de alumnos se organizaba para intervenir muros en las calles. Santiago se unió a esa iniciativa y fue ahí donde conoció a grandes amigos que posteriormente formaron el Grupo Suma (1976-1982). Estos jóvenes estudiantes se apropiaron de las bardas, las banquetas y el piso; y Santiago abandonó las gubias y los pinceles y aprendió a trabajar con la materia gestual de la pintura; experimentó con líneas espontáneas y expresivas y encontró en los objetos abandonados y en la basura la materia prima para sus creaciones.

Santiago Rebolledo obras. Abstracto.

Foto: Galería Mónica Saucedo.

Santiago formó parte de una generación marcada por las manifestaciones estudiantiles, por el deseo de cambiar los métodos obsoletos de una escuela nacional que operaba desde una estructura institucional jerárquica. El Grupo Suma fue una revuelta instituyente y sus integrantes guerrilleros visuales cuyas prácticas artísticas abrieron espacios para el desarrollo de una gráfica expandida, la neo-gráfica —como la llamó Raquel Tibol de la década de 1970—. Una gráfica que interpeló las calles y visibilizó a sus personajes marginados como el tragafuegos, la María, el borracho, el burócrata.

Santiago Rebolledo obras. Abstracto.

Foto: Galería Mónica Saucedo.

La intención del grupo fue sacar el arte a las calles, darle la espalda a las galerías y los museos. En colectivo crearon personajes que aún están en el presente como los esténciles de gran formato de La niña-desaparecida y El sandinista, que quedaron estampados en las calles como contornos en resistencia; participaron en movimientos de protesta y mostraron su solidaridad, su conciencia social y colectiva.

En 1978, el Grupo Suma estuvo presente en la manifestación que conmemoró la primera década del movimiento estudiantil de 1968, y los actos represivos y desapariciones forzadas que por entonces sucedían en México y en varios países latinoamericanos como Argentina, Chile, Nicaragua.

Los Sumas realizaron una manta y durante el recorrido utilizaron espray; pintaron sus manos de rojo y negro y fijaron sus huellas en los muros. Santiago recordaba que durante esta manifestación se acostaron en el piso para dibujar el contorno de sus cuerpos con gis, dejando las siluetas en las calles.

De Suma, Santiago conservó el sentido de colectividad y trabajo colaborativo; su práctica artística fue artesanal y política. Nunca se consideró un artista consagrado, ni buscó serlo; pensaba que estar al margen del mercado del arte implicaba una postura de anarquía en contra de los centros hegemónicos y sus políticas jerárquicas.

Los Sumas fueron precursores del grafiti mexicano; y también de las impresiones de siluetas y esténciles que representaban las desapariciones y la violencia de Estados autoritarios de varios países de América Latina.

Al grupo Suma, Santiago siempre lo consideraría como una casa propia, como un lugar de construcción que nunca se detuvo en el tiempo. Solemos fechar la historia del grupo, pero puedo asegurar que Suma siguió existiendo; y que pudo verse en su trabajo ya no colectivo, sino individual en donde los trazos callejeros y las dinámicas urbanas son recurrentes en sus grabados, libros de artista, cajas, sellos, mimeógrafos. La calle le enseñó a trabajarla y también a vivirla; fue un creador de gestos callejeros.

En esos primeros años, Santiago participó en un taller editorial de mimeógrafo impartido por Felipe Ehrenberg, quien le enseñó a hacer libros visuales y artesanales con un mimeógrafo manual; para usarlo se abría la caja que tenía un bastidor de seda u organza, sobre esta tela se colocaba el esténcil, previamente trabajado con pluma, agujas o con lo que uno quisiera y luego se imprimían las cosas. Para Santiago la mimeografía fue un instrumento clandestino, creativo y colectivo que lo acompañó a lo largo de su vida; la consideraba un arte gráfico, la utilizó como forma de creación artística, educativa y política.

Por aquellos años, algunos jóvenes crearon pequeñas editoriales; por ejemplo, Gabriel Macotela fundó Paso de peatones y Cocina, y Santiago creó Mesa de madera, y convirtió así su práctica artística en práctica social. Además impartió talleres con públicos diversos, comunidades marginadas y escuelas públicas; colaboró en proyectos junto con Ernesto Molina y Marcos Límenes en un programa editorial con mimeógrafo coordinado por Ehrenberg, impartido en 16 Escuelas Normales Rurales.

En el contexto de la exposición No calles: manifiéstate (2017), que se llevó a cabo en la Galería Andrea Pozzo de la Universidad Iberoamericana, tuvimos la oportunidad de compartir con Santiago un taller inolvidable que nos dejó experiencias de aprendizaje creativas y colaborativas. 

Santiago utilizó basura y desechos como estética visual y conceptual; nos enseñó a mirar los vestigios callejeros como lugares afectivos y también políticos. 

Su trayectoria artística debe ser revalorada por la historia del arte mexicano, cuyos discursos hegemónicos han dejado de lado a artistas como de Santiago que han abierto nuevos caminos y formas de representación visual.

Sirva este homenaje a su memoria para conocer, analizar y hacer visible la obra de un gran artista que ha dejado huella en el arte contemporáneo.

 

*Agradecemos a la galería Mónica Saucedo por su colaboración en la concreción de este artículo.

Ana Torres

Es doctora en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es académica de tiempo completo del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana, campus Santa Fe, Ciudad de México. Es especialista en intervenciones artísticas públicas y en las dinámicas estético-políticas del siglo XX y XXI mexicano. Ha realizado estudios sobre el papel de la diplomacia cultural y la construcción de la imagen-México en exposiciones universales.

El interés de sus investigaciones se centra en generar nuevas narrativas historiográficas considerando el análisis político y estético de las imágenes y la visualidad a través de enfoques teóricos y metodológicos vinculados con los estudios críticos sobre Memoria cultural, Estudios poscoloniales/decoloniales, Teoría de la imagen y Culturas visuales.

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Foto: Galería Mónica Saucedo.

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