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En 2019, Carolina Herrera presentó una colección «inspirada» en México. Los diseños recibieron muchas críticas e incluso la secretaria de Cultura de México, escribió una carta donde solicitó a la casa de moda «aclare si las comunidades portadoras de estas vestimentas se van a beneficiar de las ventas de la colección». Colección Carolina Herrera Resort 2020. Tomada de la web de la marca.

Apropiación cultural en el diseño textil mexicano

Opinión 20.09.2018

Diana Cantarey

Diana Cantarey reflexiona sobre las consecuencias de la apropiación cultural y el extractivismo estético en el diseño textil mexicano.

Uno de los principales problemas que enfrenta el diseño mexicano contemporáneo, particularmente la moda, son las agencias internacionales de tendencias, las cuales señalan a los diseñadores los intereses y preferencias de la sociedad en el futuro. El diseño mexicano poco o nada se puede valer de estas predicciones, puesto que los dictados de estas agencias, a pesar de buscar una mirada neutral y de ciudadano del mundo, parten de perspectivas eurocentristas, las cuales contemplan condiciones sociales, económicas y políticas muy diferentes a las nuestras. Un ejemplo de esto es su gran interés por las inteligencias artificiales, la tecnología sensorial y el bio hacking, mientras que en México la violencia y la gran desigualdad económica y de acceso a la educación son los temas de mayor urgencia.

A pesar de que estas agencias también brindan una predicción sobre las tendencias en LATAM, parece que no comprenden la complejidad cultural a la que se enfrentan, pues son muy diferentes las realidades políticas, económicas y sociales que se viven en las diferentes regiones latinoamericanas. Sin embargo, en la revisión de la macrotendencia de la WGSN otoño-invierno 18-19 Newtopias, nos encontramos con un tema tocado solo superficialmente, el de la apropiación cultural: «En el futuro será cada vez más importante pisar una línea sensible entre el respeto a los valores y tradiciones locales, y la adhesión a las influencias globales». Es de vital importancia indagar sobre esto, pues en muchas ocasiones nos encontramos con un diseño mexicano que se siente en deuda con la tradición, tensando de nuevo hilos ya muy sensibles.

Apropiación cultural en la moda.

Colección Carolina Herrera Resort 2020. Tomada de la web de la marca.

No son pocos los diseñadores mexicanos que recurren a temáticas, patrones y técnicas tradicionales. Argumentan generalmente que los intercambios culturales son inevitables, por lo que si existiera una regulación o impedimento legal, ésta actuaría como censura y limitación creativa. Los creadores más comprometidos con esta postura reconocen que la inspiración es recurrente en la moda y en el arte de todo el mundo, lo cual no significa plagio.2 Estos nuevos acercamientos pueden detonar la afirmación de lazos comunes, el reconocimiento de la intertextualidad que existe en las creaciones o también la revitalización de cuestionamientos de otra forma olvidados.3

Carla Fernández, diseñadora con gran cercanía a la tradición, no solo reconoce que las culturas asentadas en México, pisoteadas e ignoradas por muchos años, aún tienen mucho que aportar, sino que gracias a estos acercamientos, podemos hacer resistencia a la imposición de estándares extranjeros de consumo y de belleza. Ella nos dice al respecto:

Usamos telas que fueron tejidas para ser atesoradas. […] No diseñamos prendas para que se pudran en un tiradero. […] Nuestra noción de lujo se fundamenta en admirar la fina y delicada riqueza artística que proviene de las manos de las artesanas. […] Rechazamos un ideal arbitrario de belleza. De ahí que nuestra moda sea flexible, adaptable y modular, y procure estar en armonía integral con la persona que la habita.4

Carla Fernández, además de estar en contra de la manufactura anónima e injusta, es consciente de los cambios y evoluciones que surgen en las comunidades, por lo que la investigación y la exploración de la tradición debe ser constante.

Sin embargo, las críticas a la apropiación cultural deben ser tomadas con seriedad, pues no todos los diseñadores son conscientes del papel que juegan dentro de su sistema económico y político, así como del impacto de su producción.

Apropiación cultural en la moda.

Colección Carolina Herrera Resort 2020. Tomada de la web de la marca.

La expresión apropiación cultural no debe confundirse con intercambio cultural, pues mientras que éste es inevitable y ocurre de manera orgánica entre culturas convivientes, la apropiación sucede entre culturas vinculadas por relaciones asimétricas, es decir, de dominación y subordinación.5 En este sentido, la cultura dominante ejerce su control al determinar las condiciones para el uso, producción y reproducción de los elementos culturales —materiales, organizacionales, creativos, simbólicos y afectivos—, a la vez que reduce formas de habitar el mundo a objetos de consumo y desecho.

Es decir, en la búsqueda de adquirir más capital simbólico o económico, la cultura dominante capitaliza sensibilidades y explota elementos primordiales para la estructuración social de la cultura subordinada, sin que exista un compromiso con el reconocimiento de los pueblos y despolitizando la lucha por la liberación.6

Apropiación cultural en la moda.

Colección Carolina Herrera Resort 2020. Tomada de la web de la marca.

Para hacer atractivo al mercado y justificar el producto resultado de la apropiación, no es raro encontrar descripciones exóticas e idealizadas de las poblaciones indígenas y de un pasado primitivo y utópico, las cuales resultan muy similares a los textos colonizadores que describían al buen salvaje: ser primitivo carente de vicios y en completa armonía con la naturaleza.7 Fetichizar una cultura, compuesta de historias imaginarias, e idealizarla como original y pura, brinda una imagen estática, la cual niega la evolución y los agentes que la modifican: los conflictos, los cambios en los modelos de producción e intercambio, las innovaciones y la experimentación con nuevos elementos culturales. Esas imágenes sin tiempo, valuadas externamente por la dominación, se imponen a las culturas oprimidas, las cuales recurren a reproducir los elementos que las componen. Cabe decir que esas imágenes estáticas existen para los ojos del turista, quien las consume a través de la artesanía y el folclor, pero no corresponden con la cotidianidad de las personas indígenas, quienes no viven fuera de la historia.8

Fotografía tomada de Pinimg.

Considerar a las personas indígenas como pertenecientes a un pasado de oro, acentúa el distanciamiento entre un nosotros y los otros, e impide la comprensión y el intercambio horizontal entre culturas. Este intercambio no se puede limitar a una retribución económica, puesto que las comprensiones capitalistas de propiedad privada y propiedad intelectual no son equivalentes a las de propiedad colectiva de los elementos culturales9, sino que debe existir un interés real por la comprensión del otro y de la complejidad de su cultura.

Otro factor a considerar cuando el diseño se acerca a la tradición, es diferenciar claramente entre la pluralidad cultural que conforma México y cuestionar qué tanto se está legitimando un discurso nacionalista. Resulta que mientras el Estado promueve campañas de desaparición de poblaciones indígenas mediante su invisibilización, expulsión de territorios y concesiones de recursos a empresas extranjeras, al mismo tiempo instaura una identidad mexicana a partir del mito del mestizaje, donde los elementos de las distintas culturas son mezclados indistintamente: unos símbolos de esta cultura, unas palabras de ésta otra, la música de esa y la comida de aquella. No existe un compromiso con su reconocimiento, sino una explotación de elementos culturales convenientes.10

Para que el diseño mexicano sea socialmente responsable debe ser integral: debe cuestionar su historia y su posición política, debe reconocer las necesidades de sus usuarios, debe hacer frente a las problemáticas actuales —la explotación de los recursos humanos y ambientales, la desigualdad, la discriminación y la mercadotecnia— y debe prever las dificultades que vengan del exterior y del futuro.

A pesar de que la moda no ha sido profundamente analizada en México por ser considerada superficial, todos consumen su producción, y con ello replican las ideas que están detrás de su creación, por lo que el diseñador deberá asimismo ser consciente del poder transformador que existe en los objetos que produce.

1 INEGI, Balanza comercial de la industria manufacturera. Saldo Exportaciones Textiles, artículos de vestir e industria del cuero, junio 2018. Consultado el 5 de agosto de 2018.

2 Prado, Gustavo, Mextilo. Memoria de la moda mexicana, México, 2017, p. 22

3 Raymond, Yasmil, «A la luz de la historia del arte», en Puerto Rican Light (Cueva Vientos). Allora & Calzadilla, Dia Art Foundation, Nueva York, 2016, p. 29

4 Fernández, Carla, «Manifiesto de la moda en resistencia», en Inventar lo posible. Manifiestos mexicanos contemporáneos, Penguin Random House, México, 2017, pp. 125-129

5 Bonfil Batalla, Guillermo, Lo propio y lo ajeno. Una aproximación al problema del control cultural

6 Grosfoguel, Ramón, “Del «extractivismo económico» al «extractivismo epistémico» y al «extractivismo ontológico»: una forma Destructiva de conocer, ser y estar en el mundo”, en Tabula Rasa, Bogotá, núm. 24, enero-junio 2016, pp. 132-135

7 Ronsard, Pierre de, «Discurso contra Fortuna», en Todorov, Tzvetan, Nosotros y los otros, quinta edición, Siglo XXI editores, México, 2007, p. 310

8 Escalona Victoria, José Luis , «Etnomercancía y sobrefetichización. Ensayo de mirada estereográfica» en Relaciones. Estudios de historia y sociedad, Zamora, vol. 37, no.148, diciembre 2016. Consultado el 5 de agosto de 2018.

9 Aguilar Gil, Yásnaya Elena, «El estado mexicano como apropiador cultural», en Revista de la Universidad de México, julio 2018. Consultado el 5 de agosto de 2018.

10 idem

Diana Cantarey

Estudió filosofía en la UCSJ. Decepcionada por la exigencia metodológica y racional, se interesó en el arte contemporáneo. Agobiada por el gremio, incursionó en la medicina alternativa. En 2017 fundó DICEALGO, marca mexicana de ropa que fusiona diseño, filosofía, ciencia ficción y conocimientos alternativos.

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Fotografía tomada de Pinimg.