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Rudolph Maté.Cuando los mundos chocan, (1951).

Las mejores 10 películas de ciencia ficción que te has perdido

Lista 27.07.2015

Presentamos una selección de 10 cintas de ciencia ficción que, si bien no forman parte del gran circuito mediático en torno al género, son fundamentales.

El vínculo del cine de ciencia ficción con el futuro es, por decir lo menos, inmanente. Y en un sistema económico frente al que no se vislumbran alternativas, imaginar el porvenir es acaso el único camino para ejercer la crítica y hasta apostar por un cambio político. La idea es señalada por el crítico literario Frederic Jameson (Arqueologías del futuro, 2005), y agrega que «no hay alternativa a la utopía».

El género ha sido alimentado, en muchos casos, por visiones literarias. La gran pantalla diseña el futuro a partir de lo ya existente, mostrándonos en casi todos los casos —y de manera sintomática— sociedades imperfectas. Las piezas capitales son conocidas: 2001: Odisea del espacio (1968), Solaris (1972) y Blade Runner (1982). Pero también existen películas poco afamadas con propuestas igualmente (o hasta más) estimulantes, con aventuras espacio-temporales, el predominio tecnológico, viajes cósmicos, el fin de la humanidad, la ética, el deseo y la memoria.

La siguiente selección integra cintas de grandes proporciones que no han gozado de gran reconocimiento mediático, pero que articulan un discurso desafiante, y son imprescindibles en la historia del cine de ciencia ficción. Las ordenamos históricamente.

 

—Aelita (Yákov Protazánov, 1924)

Basada en la novela homónima de Alekséi N. Tolstói (Rusia, 1883), Aelita es considerada un clásico del cine soviético y mundial, tanto por su aportación al desarrollo de la ciencia ficción como por su fuerte resonancia ideológica. La cinta narra la historia de Loss y Gúsev, dos revolucionarios que viajan a Marte, encontrándose con una civilización que es sometida por un régimen tiránico. Su llegada desata la revolución obrera que logrará instaurar un nuevo gobierno. Con una brillante vuelta de tuerca en el desenlace, es una metáfora de las nuevas sociedades posrevolucionarias.

—La vida futura (William Cameron Menzies, 1936)

La historia se divide en tres escenarios futuros de temporalidades distintas; el inicio de una guerra que se prolonga durante décadas, una sociedad postapocalíptica en hambruna y una ciudad subterránea que vive en paz y pretende llegar a la luna. Con base en la novela de H.G. Wells, The Shape of Things to Come (1933), y con un magnífico diseño de producción, el trabajo ofrece un comentario audaz y vanguardista sobre las decisiones que determinarán el destino de la humanidad.

—Cuando los mundos chocan (Rudolph Maté, 1951)

Dos planetas se aproximan a la Tierra. Uno apenas la rozará, pero causará terribles desastres naturales; el otro la destruirá por completo en una inminente colisión. Ante esto, una nave espacial podrá salvar sólo a un número reducido de personas. Predecesora del actual cine de catástrofe, la cinta está basada en la novela homónima de Edwin Balmer y Phillip Wylie, publicada en 1931. Con poderosas imágenes sobre la destrucción del planeta, la propuesta ofrece una idea aún vigente: el nuevo comienzo a partir del caos.

—La Jetée (Chris Marker, 1962)

En 1962 Chris Marker entregó uno de sus trabajos más destacados. Una cinta de poco menos de 30 minutos que retoma una paradoja espaciotemporal como artificio narrativo. Formalmente deslumbrante y radical —sus recursos: foto fija y voz en off— expone la historia de un hombre que tras la Tercera Guerra mundial es enviado al pasado para descubrir cómo inició el conflicto, y es ahí donde encuentra algo más: un recuerdo de su infancia que revela su muerte. La Jetée es una ficción sobre el acto de la memoria, donde las imágenes se convierten en un fragmento de tiempo. Éste, a su vez, se convierte en un objeto de experimento, generando un bucle de tiempo y espacio.

—Alphaville (Jean-Luc Godard, 1965)

Una combinación de noir, drama y ciencia ficción que muestra un futuro incierto. La historia cuenta la búsqueda de un detective por neutralizar el Alpha 60, un ordenador que gobierna la ciudad. Estimulante y de una carga simbólica notable, el filme ofrece una visión infortunada y realista de lo que viene. En el escenario, la sociedad carece de un lenguaje para expresar las emociones. Así, no tiene identidad ni autonomía.

—Je t’aime je t’aime (Alain Resnais, 1968)

Cuando un hombre abandona el hospital, luego de un fallido intento de suicido, se le pide participar en un experimento que consiste en viajar al pasado. Sin embargo, algo sale mal y parece estar condenado a saltar en el tiempo y revivir su vida una y otra vez de manera desarticulada. Con esta cinta, Resnais entregó un ejercicio narrativo del que sobresale un hábil montaje de imágenes altamente evocadoras. Con música de de Krzysztof Penderecki, la película reflexiona sobre el diálogo entre la memoria y el presente en un viaje asombroso.

—Invasión (Hugo Santiago Muchnick, 1969)

Realizada a partir de un guión escrito por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Invasión narra la historia de Aquilea, una ciudad que libra una lucha contra el ejército invasor, y en la que sólo algunos hombres asumen la resistencia. La cinta muestra una ficción fantástica en un futuro indefinido. El origen desconocido de la invasión y la idea de una batalla infinita dan cuenta de la intervención de Borges. Sobre los personajes, el escritor anotó que son hombres como todos los hombres, que tratan de salvar a su patria y van muriendo, o haciéndose matar, sin mayor énfasis épico.

—El día después (Nicholas Meyer, 1983)

El largometraje relata lo que sucede en Kansas después de un ataque nuclear soviético. Estrenado inicialmente en televisión, El día después posee una estética brillante y paradójicamente cruel. Es la historia de las consecuencias de una guerra atómica. La cinta exhibe la desesperación y el ánimo de supervivencia con un realismo sin concesiones; según el director, se trata de un enorme aviso publicitario antibélico.

Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997)

César (Eduardo Noriega) despierta tras un accidente en un hospital con el rostro desfigurado. A partir de ahí, las charlas con su psiquiatra se desatan en una visión caótica de la realidad, donde descubre que lo que vive es un sueño. Abre los ojos es una cinta sobre la fuerza del inconsciente y el avallasamiento de la tecnología. Un trabajo sugerente e intenso que combina ciencia ficción, psicoanálisis y melodrama.

—Qué difícil es ser un dios (Alexsei German, 2013)

Una obra del director ruso Alexsei German revelada póstumamente. Es una adaptación de la novela homónima de Arcadi y Boris Strougarski. En ella, un hombre es enviado a investigar un planeta desconocido que parece estar suspendido en la Edad Media. Su llegada da luz al oscurantismo, la barbarie y la miseria. Con destacada fotografía, la cinta expone un mundo de ficción con mensajes políticos contundentes. En suma, una reflexión del presente y el futuro inmediatos.

 

 

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