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Still de McQueen, de Ian Bonhote. Tomada de YouTube.

McQueen, de Ian Bonhôte, Peter Ettedgui

Reseña 14.08.2018

Ximena Hiriart Schyfter

Un nuevo documental nos abre las puertas al proceso creativo y vida personal de uno de los diseñadores de moda más icónicos de nuestros tiempos.

«La fragilidad de la existencia» fue un tema que atormentó a Lee Alexander McQueen (Lewisham, 1969-Londres, 2010) durante toda su vida; en él se inspiró para sus creaciones y, probablemente, la obsesión con esta idea fue una de las causas de su muerte.

 

McQueen es, sin duda, uno de los diseñadores más audaces e inventivos de todos los tiempos; abrevaba lo mismo del fetichismo que de la vida nocturna londinense, de la oscura historia de East London que de Francis Bacon; de Sinead O’Connor que de sus propios tormentos: «En mi trabajo todo lo que hago es personal», llegó a afirmar; y con esta visión y logró transformar el mundo de la moda y convertir sus piezas en arte.

Alexander McQueen, Jack the Ripper Stalks his Victims, 1992. Tomada de Pinterest.

 

En el documental realizado por los cineastas Ian Bonhôte y Peter Ettedgui aparece reiteradamente el cráneo, símbolo recurrente en la imaginería del diseñador, mezclado con material de archivo, entrevistas, pasarelas y la enigmática música de Michael Newman (colaborador de McQueen), que nos hipnotiza mientras nos narran su vida. Por momentos emocionantes, por momentos tristes y por momentos reveladores, el documental McQueen nos lleva emotivamente por al vida del artista. Ordenado cronológicamente por capítulos, desde su infancia, su camino como artista, hasta el doloroso momento de su muerte.

«Fue un niño bastante feliz durante su infancia», recuerda su madre. Lee era el menor de una familia de seis; su padre era taxista y su madre maestra. Lee creció en East London sin grandes privilegios. Desde muy temprana edad ya sabia que quería dedicarse a la alta costura, «no paraba de dibujar ropa en las clases de matemáticas».

Impulsado por su madre, a los 16 dejó la escuela y se mudó a Savile Row, la famosa calle de los sastres ingleses. Al poco tiempo, terminó una maestría en Central Saint Martins, donde conoció a la style Influencer Isabella Below, quien se obsesiona con el talento de McQueen y compra su primera colección completa. Below, es quien aconseja a Lee a cambiar su nombre, por Alexander McQueen… «Suena mejor, más posh».

Still de McQueen, de Ian Bonhote. Tomada de YouTube.

 

Below fue su amiga y se convirtió en su cómplice y musa por muchos años: «Sus piezas son clásicas y modernas», nos dice ella.

Las colecciones de Alexander McQueen, quien fue encontrado sin vida el 11 de febrero de 2010 en su departamento de Green Street en Londres, rompía con las reglas de forma y función. Causaban rabia y, al mismo tiempo, emocionaban.

«Saco los horrores de mi alma y los pongo en las pasarelas», decía McQueen, quien fue acusado de misoginia. Jack the Ripper Stalks His Victims y Highland Rape, sus dos primeras colecciones, dejaron perplejos tanto a los observadores como a las modelos. En sus obras había connotaciones violentas, ropa rota, maquillajes salvajes, cortes muy reveladores; McQueen buscaba crear conciencia, no solo de la moda, sino también del momento histórico que reflejan. Estas colecciones marcaron la huella del artista y revolucionaron el mundo de la moda.

Él fue un artista que no seguía las tendencias ni sacrificaba el oficio por la comercialización; traducía su psique en formas de expresión vanguardista. El documental McQueen es una mirada empática, encantadora, cálida de su historia que, a ocho años después de su muerte, todavía nos deja paralizados.

Ximena Hiriart Schyfter

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Alexander McQueen, Jack the Ripper Stalks his Victims, 1992. Tomada de Pinterest.

Still de Mcqueen, Bleecker Street. Tomada de YouTube.