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Spike Lee, Oldboy (2013)
Spike Lee, Oldboy (2013)
Park Chan-Wook, Oldboy (2003)
Spike Lee, Oldboy (2013)
Park Chan-Wook, Oldboy (2003)
Spike Lee, Oldboy (2013)
Park Chan-Wook, Oldboy (2003)
Spike Lee, Oldboy (2013)
Park Chan-Wook, Oldboy (2003)
Spike Lee, Oldboy (2013)

Reseña: Oldboy, de Spike Lee. La distancia de la relectura

26.06.2014

Lo que importa no es de dónde sacas las cosas,
sino hacia dónde las llevas.
Jean-Luc Godard

Al momento de ver un remake de una película o escuchar el cover de alguna canción, es inevitable pensar en el “original”, así como realizar comparaciones entre ambos productos. Es muy difícil vivir como independientes las experiencias frente a las versiones derivadas de un objeto anterior. Por ello, cuando vi Oldboy (2013) de Spike Lee, que se estrena en México en octubre de este año, no pude dejar de pensar en la primera Oldboy, realizada justo una década antes por Chan-Wook Park (que tiene como antecedente la novela gráfica japonesa homónima), y de encontrar características particulares de cada una de las cintas.

La primera Oldboy es, para muchos, la mejor parte de la llamada “Trilogía de la venganza” del cineasta surcoreano, precedida por Sympathy for Mr. Vengeance (2002), y seguida por Lady Vengeance (2005). Además de ser un despliegue —jamás gratuito— de violencia y provocaciones grotescas, cuenta con una exquisita construcción narrativa que confía en la inteligencia del espectador para relacionarse con el personaje principal a partir de una exhibición de rasgos y conductas tan económica como contundente. Todo ello aderezado con un festín de recursos fílmicos, tanto de construcción del espacio como de montaje.

Sin saber por qué, el protagonista de la historia es secuestrado y encerrado por más de diez años (15 en la primera cinta, 20 en la segunda) en una habitación donde ve transcurrir los acontecimientos históricos más importantes a través de la televisión. Así, comienza a formarse una idea de lo que pasa en el mundo exterior. Sabemos que tiene una hija y que lo han incriminado en el homicidio de su mujer, o exmujer, y que lo alimentan a base de “bolas de masa” provenientes de un mismo restaurante. La cinta se concentra en la serie de acontecimientos que se desencadenan a partir de que lo liberan, y en su búsqueda de venganza al lado de una chica más joven que le sirve de ayudante-amante. Todo nutrido lúdica y cínicamente por los culpables de su larguísimo secuestro. Tal como se dice en las películas, la pregunta no es ¿quién lo ha secuestrado?, sino ¿por qué? La resolución de esta cuestión nos lleva al verdadero clímax del relato y a descubrir, en retrospectiva, el significado de los acontecimientos.

Mark Protosevich(guionista) y Spike Lee (director) construyeron una película que muestra múltiples referencias a la versión fílmica original y, probablemente, a la novela gráfica. Oldboy involucra al espectador en un juego de competencias y reconocimientos en los que no se niega como remake. Sin embargo, en la construcción del personaje y en muchos aspectos de la elaboración de la historia, los creadores parecen dejar de confiar en la capacidad de ese mismo espectador para involucrarse con la cinta sin necesidad de detalles extenuantes y reiteraciones sobradas. A diferencia de la primera versión, la forma con que Protosevich y Lee presentan al personaje central lo convierte en una víctima de rasgos y actitudes que, rozando el cliché, lo vuelven predecible, agotando cualquier tipo de sorpresa ante su forma de reaccionar a los giros que ofrece el propio relato. Si a Chan-Wook Park le bastó con memorables imágenes concretas, directas, y ultra impactantes para desarrollar la complejidad de los eventos, la versión norteamericana tiende hacia el lado opuesto: explicaciones, reiteraciones, exageradas pistas falsas. Fuera de algunas de las escenas violentas hasta el asco, los creadores estadounidenses parecen cuidarse de incomodar al espectador justificando —lógica y convencionalmente— las acciones de los personajes y despojando a los protagonistas originales de su crudeza, literalidad e ímpetu. Y, por tanto, de su interés.

No se trataría, en este caso, de simplemente reutilizar los recursos cinematográficos que le dieron a la primera Oldboy el Gran Premio del Jurado en Cannes, la admiración de Tarantino, y el culto rendido por los fans del Asia Extreme. Pero a cambio, esto tendría que ser cubierto por propuestas singulares que llevaran las cosas hacia lugares atractivos. Si la historia de la cinta es originalmente una historia de venganza como impulso primigenio y hasta carnal, en el remake se convierte en una historia de redención, de transformación evolutiva del personaje y de una promesa de restitución del orden de las cosas.

Ya estamos acostumbrados a los remakes estadounidenses del cine oriental, principalmente del cine de terror.Es común que la tarea se concentre en adecuar los filmes originales a los ingredientes hollywoodenses. Pocas veces, cuando de cine de género se trata, nos preguntamos cuál de las versiones es mejor, aunque casi siempre resulta ser la oriental. Es frustrante que Oldboy termine siendo, en efecto, una película de género, con los elementos necesarios del cine de acción vendible, pero vaciados de todo interés estético y de provocación; además, opta por abandonar lo que hizo de la Oldboy surcoreana una película que solicitaba de alquien muy valiente para ser rehecha. Esta segunda versión deja muchísima distancia entre un Dae-su Oh (Min-sik Choi, sublime) comiéndose un pulpo vivo, y un Joe Doucett (Josh Brolin) poniéndole “piquete” a su refresco. En resumen: cuando uno ve la primera cinta, le parece que nunca antes había visto algo así; cuando se ve la segunda, parece que es algo que ha visto desde siempre.


Jessica Fernanda Conejo es doctorante en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y miembro del Seminario Universitario de Análisis Cinematográfico.


[26 de junio de 2014]

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