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Double Visions 2013, Apichatpong Weerasethakul.
Double Visions 2013, Apichatpong Weerasethakul.
Double Visions 2013, Apichatpong Weerasethakul.
Double Visions 2013, Apichatpong Weerasethakul.
Double Visions 2013, Apichatpong Weerasethakul.
Wind, 1996, Marcell Iványi.
Ámsterdam. 2013, Carlos Amorales.
Recuerdo para los modernos, 2014, Yuri Ancarani.

Double Visions, el sueño y la ilusión como motivos

29.04.2014

Cuando Guido Anselmi, protagonista de la cinta 8 ½ (1963) de Federico Fellini, ve su carrera interrumpida por una serie de dudas creativas, un cúmulo de imágenes comienzan a poblar su cabeza en forma de visiones y sueños: remotos recuerdos maternos y diversos rostros de mujeres bellas que de una u otra forma atravesaron su vida hasta la angustia laboral por la que atravesaba. Fellini llevó el lente hasta las profundidades oníricas de la mente de un cineasta perturbado: el sueño como un motivo y la ilusión y el recuerdo como pretexto narrativo de una película que marco su época.

La exposición Double visions de Apichatpong Weerasethakul (Bangkok, Tailandia, 1970) explora a su manera la intimidad del sueño y sus múltiples posibilidades visuales. El cineasta y artista tailandés retrata, a través de múltiples imágenes, la noción de la doble visión: una suerte de anhelo por el que su memoria atesora, pero que pugna por escapar de una realidad que no le es suficiente. La ilusión y el sueño se erigen como una alternativa a la realidad muda o demasiado bulliciosa. Para Apichatpong, un juego de luces y sombras traducen el deseo de escapatoria sin retorno a lo real o con un prolongado refugio en la ilusión y el sueño. La cámara no es temerosa: ésta captura toda la luz que nuestros ojos no pueden soportar —o toda esa sombra. “El acto de filmar” dice Apichatpong, “es el acto de recordar”, a propósito de la muestra. Double visions retoma el sueño y la ilusión que ya Fellini supo explotar como una escapatoria de luces y sombras de la realidad que a veces no le basta a un hombre o que colma su memoria.

Aquí otros filmes y cortometrajes que exploran la noción de la doble visión:

01. Wind (1996) de Marcell Ivanyi

En el año de la realización de su primer cortometraje, Marcell Ivanyi (Budapest, Hungría, 1973) ganó la Palma de oro por éste. Se trata de Wind. En él podemos ser testigos de una imagen en movimiento que recrea la fotografía de Lucien Hervé: el pulso visual de la cámara se hace evidente en las respiraciones, posturas y movimientos de hombres y mujeres aparentemente no se percatan de que están siendo filmados. El ritmo no es interrumpido por una realidad ajena a la que está capturando. La cinta parece ser el sueño filmado de un habitante que atestigua el suceso de su aldea siendo habitada por ahorcados: un registro fílmico de la angustia en la memoria.

Wind (1996) de Marcell Ivanyi.

02. Otoñal (1992) de María Navarro

Cuando la realidad no es suficiente, no vale el reclamo que demande nuestra escapatoria hacia las fantasías y los sueños. Es el caso del personaje de este cortometraje mexicano. María Rojo (México, DF, 1943) interpreta a una mujer abandonada al cuidado de su madre: la soledad es su salvación y su condena. En el abrumador silencio de una gran casa instalada en el bullicio citadino de la capital, la mujer ama a través de una fantasía: la ilusión recurrente de un hombre, uno del que no sabemos si es parte de un sueño o está muerto. Quizá es la locura la que lo trae a la vida. De cualquier forma, la ilusión es suficiente para encontrar un remedo de felicidad en las entrañas  de su apacible tristeza.

Otoñal (1992) de María Navarro.

03. Ámsterdam (2013) de Carlos Amorales

Amorales (México DF, 1970) ha consolidado su carrera en el cruce de diversas disciplinas, las cuales van desde el relato de ficción, la animación fílmica y la instalación. En Ámsterdam, Carlos pone un pie en el cine sin remover el otro de su práctica en el arte contemporáneo. Con un guión escrito a partir de la yuxtaposición de imágenes, textos y signos, el filme se torna en un ejercicio de montaje casi improvisado, pero no caótico ni caprichoso. El lenguaje capturado por la cámara habla la lengua del cuerpo. Acá hay abstracción del tiempo y el espacio hasta el punto de la disolución de la realidad que representa. Una ilusión fílmica que nos acerca a través de las formas creadas por el cuerpo a una realidad no muy distante de la propia.

Amorales-Amsterdam-2013

 

 

 

 

 

Imagen de Ámsterdam, de Carlos Amorales.

04. Recuerdo para los modernos (2013) de Yuri Ancarani

Exhibida en el anterior Festival Internacional de Cine UNAM, el filme de título original Ricordi per moderni tiene, al igual que el trabajo de Amorales,  una marcada influencia de los movimientos actuales en el arte contemporáneo. Un viaje onírico que, a través de 13 historias, es urdida en una sola: el cambio de una provincia en Italia que muestra el auge económico, pero también la desolación social de la migración que esta implica.  Una suspensión de espacios y tiempos para poder dar cuenta a través de la ilusión fílmica de una realidad concreta: una que preocupa y urge al artista a retratarla, a guardarla en la memoria.

Fragmento de Recuerdo para los modernos (2013), de Yuri Ancarani.


[29 de abril de 2014]

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