Repasar el catálogo digital de publicaciones del Catálogo Contemporáneo (CC) es una actividad que detona el deseo. Todo lector interesado en la cultura hallará un sinfín de títulos añorados que no habrá podido obtener debido a la precariedad económica tan característica de este gremio.

En esa misma carencia se halla la razón de ser del Catálogo, un proyecto sin fines de lucro dedicado a la divulgación de publicaciones de arte. En palabras de su fundador, Jorge Munguía, «el CC busca solucionar principalmente un problema territorial: que en muchas partes de la República el acceso al arte contemporáneo a través de los libros es escaso o prácticamente nulo».

El primer pilar del proyecto es el catálogo en línea, en el que pueden encontrarse títulos como Para los pájaros de John Cage (Alias, 2007), El cubo de Rubik de Daniel Montero (Fundación Jumex, 2013) y el catálogo de la exposición de Francis Alÿs en el Museo Tamayo: Relato de una negociación (INBA, 2015).

Un segundo pilar son las sedes: espacios de intercambio que se ubican en distintos lugares del país, donde el Catálogo coloca micro-bibliotecas que presentan una pequeña muestra de su acervo bibliográfico. Hasta el momento el CC tiene dos sedes: el Museo Experimental del Eco, en la ciudad de México y el centro cultural Casa Baltazar en Córdoba, Veracruz.

Los libros que reciben las sedes son seleccionados por diversos agentes culturales que ensamblan o curan «listas de lectura» (el tercer pilar del CC) en torno a una idea rectora y que irán rotando entre las distintas sedes. Actualmente, existen tres de su tipo: “Desequilibrio social” curada por Jorge Munguía, “Movimientos en un espacio de 2×2”, ensamblada por la biblioteca Aeromoto y “La desobediencia del arquitecto”, seleccionada por Tania Isabel Garduño.

La dinámica itinerante del Catálogo Contemporáneo es parte de su misión didáctica, la difusión de estas publicaciones es ideal para ampliar el conocimiento, conectar a las personas con distintos bagajes culturales y promover el pensamiento crítico. Para Munguía, es importantísima la circulación del libro como dispositivo cultural, y el propósito urgente es llevarlo a donde no suele llegar la infraestructura cultural, lugares con poco o ningún acceso a manifestaciones culturales contemporáneas. Sacar la bibliografía de los centros artísticos permitirá compartir el conocimiento, expandir horizontes y promover diálogos en comunidad.

El espíritu colaborativo del Catálogo Contemporáneo lo vuelve apropiable por la comunidad y le permitirá convertirse en una «vista panorámica de la producción de publicaciones sobre arte y cultura contemporánea». En medio de la centralización cultural y precarización de la producción simbólica en las provincias, el Catálogo Contemporáneo sobresale como un intento efectivo y necesario por ir más allá del centro y poner buenos libros a disposición de nuevos públicos.