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Un nuevo panorama para Stonehenge

06.01.2014

Las edificaciones que ofrecen una visión de 360 grados —un panorama que se amplía hasta formar un horizonte completo— son un arquetipo compositivo cuya recurrencia es sencillo rastrear desde los más antiguos monumentos y construcciones.

Es el caso de Stonehenge, que ahora se renueva gracias al recién finalizado Centro de visitantes. Se trata de un proyecto de prorrogada planeación y elevado presupuesto que, tras una larga espera, hace posible contemplar los monolitos como hace 4,000 años: en perfecto aislamiento.

No se trata de un cambio menor, pues el paisaje que rodea al monumento forma parte central de su significado. La zona se encontraba atravesada por estacionamientos y carreteras saturadas, además de establecimientos obsoletos que hicieron evidente la necesidad de repensar el espacio. Quien asumió la tarea fue el despacho australiano Denton Corker Marshall, tras varias propuestas, estudios y contratos realizados con otras firmas.

Los arquitectos ubicaron el Centro de visitantes a más de un kilómetro y medio del monumento megalítico, y lo articularon mediante una vía única que más de un millón de visitantes al año podrá recorrer en tren o a pie. Las antiguas carreteras de asfalto se cubrieron una vez más con vegetación y los viejos edificios fueron derrumbados.

En cuanto al edificio mismo, decidieron colocarlo sobre una plataforma de piedra anclada al terreno tras una colina. Una cubierta ondulante de acero que parece adaptarse a los contornos del campo resguarda al complejo. Un patrón de perforaciones cuadradas filtran la luz que atraviesa la cubierta, pero hacen menos definidos su función y su aspecto.

Tres prismas disímiles emplazados de forma asimétrica albergan los espacios funcionales del Centro de visitantes. El mayor, revestido de madera, es un museo que ofrece una proyección de 360 grados y una colección de piezas. Otro, cubierto de zinc, funge como taquilla y punto de información. Uno más, construido en vidrio, hace las veces de café y centro educativo, además de resguardar la infaltable tienda de recuerdos.

Lo característico de la arquitectura del centro son las columnas metálicas que parecen erigirse sin orientación fija y que parecen eludir la separación entre interior y exterior. Su distribución cobra sentido si se mira junto a los escasos conjuntos de árboles que hay en el sitio, pero su alternancia y su morfología podrían ser una limitante más para el espectador.

Con más de 40 años de trabajo, el despacho Denton Corker Marshall ha estado a cargo de proyectos como el Melbourne Museum, el Manchester Civil Justice Centre y las embajadas australianas en Beijing y Tokio. Aunque basado en Melbourne, cuenta con oficinas en Londres, Manchester y Jakarta.


[6 de enero de 2014]

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