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Opinión: Google Art Project: ¿el acceso a la cultura?

23.07.2013

El cuarto de los diez principios corporativos de Google, La democracia es una buena forma de gobierno para la web, es casi el principal argumento de acceso a la cultura que de manera sistemática Amit Sood ha defendido en entrevistas y discursos para justificar la invención del Google Art Project (GAP). Con este nombre se bautizó el sitio creado en 2011 con el fin de poner al alcance de todos una antología de imágenes de obras procedentes de diversas colecciones de museos de arte en el mundo y, de esta manera, posibilitar no sólo recorridos virtuales por las salas de exposición haciendo uso de la misma tecnología que el Google Street View, sino también ‘curar’ colecciones con las obras favoritas del usuario/espectador.

Al momento el sitio ha incorporado aproximadamente 40 mil obras de 9 mil artistas procedentes de 250 instituciones culturales internacionales, y ha alcanzado más de 15 millones de usuarios a partir de su lanzamiento. En México, se han afiliado al GAP el Museo Nacional de Arte, el Museo Frida Kahlo, el Museo Dolores Olmedo, el Museo Nacional de Antropología y próximamente el Museo Diego Rivera Anahuacalli.

Si bien a primera vista Google Art Project parece una herramienta ‘educativa’ que fomenta el libre y gratuito acceso al arte, el énfasis, puesto en que no se trata de un negocio ni para la empresa ni para los museos, levanta inmediatamente la sospecha de los eficaces usos de la filantropía como estrategia de publicidad políticamente correcta. No habría que dejar de lado tampoco que en países como el nuestro, que afrontan una innegable brecha digital, es necesario redimensionar las problemáticas de acceso a la cultura en relación con las inequidades del acceso a la tecnología misma. Además, el aprovechamiento de este tipo de herramientas depende en gran medida de una formación previa de la mirada que, lejos de ser un sentido neutral, funciona como un marco perceptivo que construye nuestra realidad a partir de las reconfiguraciones de saberes y experiencias acumuladas.

Más allá de las habituales discusiones en torno al Google Art Project respecto del copyright de las imágenes de las obras y del paradójico estatus de autenticidad de estas mismas imágenes en tanto ‘copias originales’, la naturaleza de la exploración que posibilita esta herramienta tecnológica despierta una serie de preguntas sobre la experiencia del arte. ¿Cuál es la diferencia entre visitar de manera física o virtual un museo?¿Qué nos aporta cada una? Según Amit Sood, principal impulsor de GAP, ambas experiencias son complementarias, ya que los recorridos virtuales generan el deseo de visitar presencialmente los museos.

Para la mayoría de los usuarios/espectadores, incluyendo a Sood, la experiencia de visitar los museos y tener contacto directo con las obras es, por diversos y conservadores motivos, insustituible. Acaso esa discusión nos remita a la maniquea querella entre apariencia, realidad y grado de verdad de las experiencias —directas— en su acepción más común, que el teórico de la imagen Guy Debord conceptualizó bajo la noción de ‘espectáculo’ o una sociedad en la que la imagen (debido a la imparable audiovisualización de la cultura) suplanta progresivamente la experiencia cotidiana genuina de los espectadores pasivos.

Sin embargo, hay al menos dos curiosas diferencias en la experiencia de visita. La primera es el tiempo que el usuario/espectador tarda en mirar una obra: mientras que en la visita ‘física’ dura once segundos, la visita ‘en línea’ dura un minuto en promedio, es decir, casi cinco veces más. Esta temporalidad tal vez se explica por la ‘novedad’ perceptiva de la herramienta tecnológica: ¿un vistazo o una mirada aprendiendo otras maneras de ver? La segunda diferencia, estrechamente vinculada a la primera, es la posibilidad de hacer una especie de zoom sobre las imágenes de las obras, cuya alta resolución nos permite admirar casi morbosos detalles íntimos de las obras, imperceptibles al ojo humano, pero a diferencia de las primeras fotografías o el arte digital y sus códigos encriptados, las imágenes microscópicas de GAP generan una inquietante sensación de transparencia e infinitud de las superficies.

A pesar de que las particularidades de la experiencia de los museos anteriormente descritas puedan o no situarnos en un cambio de orden estético o epistémico, parece ser que más que contribuir a democratizar el acceso a la cultura, Google Art Project legitima y publicita la hegemonía cultural existente inscrita mayoritariamente en la lógica del entretenimiento; y también que más que promover el desarrollo de las capacidades estéticas de los usuarios/espectadores,  GAP es una mediación que nos emplaza sobre todo como meros objetos de consumo tecnológico.


Especial: Imagen digital y tecnología 3D

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03. Opinión: Google Art Project: ¿el acceso a la cultura?
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08. El futuro está aquí: Una nueva revolución industrial en el Design Museum

09. Entrevista con Nicholas Mirzoeff: Visualidad, contravisualidad e imagen digital

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[23 de julio de 2013]

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