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Crédito: Verónica de Santos.
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Cucurucho café, arcaísmo proustiano

25.04.2014

 Uno de los primeros libros que tuve, de los que me enseñaron a leer, era una colección de tres cuentos sobre una niña de nombre Ana. Mi favorito era el último, donde su mamá la mandaba por primera vez sola al mercado y la lista de encargos incluía un cucurucho de gambas: la frase se me quedó grabada para siempre. Era una edición española de por sí vieja y había muchas palabras que no entendía, pero lo del cucurucho de gambas me obsesionó porque en los ochenta las bolsas de plástico con su idea de “progreso” habían invadido el comercio en México y ya nadie compraba un cucurucho de nada.

Así que cuando apareció un lindo cartel trazado como si se tratara de un grabado anunciando que Cucurucho café abriría pronto en un localito de la Roma, el síndrome de la madalena proustiana se apoderó de mí y pasé incesantemente por la esquina de Chiapas y Tonalá a ver si ya había abierto.

Ahora, con un mes de vida, es como si siempre hubiera estado ahí. La gente del barrio se ha acostumbrado muy pronto a pasar por un café de camino al trabajo o incluso por el desayuno completo, pues los sándwiches, las galletas y los pasteles que ofrecen además de tentadores (y deliciosos) tienen la inmensa ventaja de un precio asequible.

Por las tardes también se ha vuelto parte del paisaje la gente sentada en las bancas al aire libre con sus inconfundibles vasos y algún postre o botana, pues además ofrecen palomitas, papas y otros antojos salados, así como bebidas embotelladas bien frías.

Al explicarlo, el concepto de Cucurucho puede resultar confuso, pero en realidad es de lo más sencillo: la idea es que transites cómodamente por el espacio, tomes lo que gustes, te preparen un café excelente y sigas tu camino o hagas una breve pausa. Si no fuera por el precioso diseño de Abraham Bonilla, sería más fácil reconocer su origen, que es otro arcaísmo: un estanquillo.

La clave está en su lema, “La confianza se hace más grande”, que no sólo refiere a su espíritu amigable y de punto de encuentro entre la gente de la zona, sino a La confianza, la tiendita de barrio sobre Río Nazas, en la colonia Cuauhtémoc, donde comenzó el negocio familiar en 1977 y que con los años fue mutando hasta transformarse por completo en lo que ahora es una pequeña cadena de tres sucursales, con una más en el límite de la Condesa y la Escandón.

Con granos de Chiapas y Oaxaca, el barista David Birrute ha logrado una mezcla de la casa que se enfoca en el sabor, con notas de maple y caramelo que se prepara en una inmensa máquina italiana si pides expreso, o en filtros con forma de cucurucho para un americano artesanal.

Con todas estas virtudes, sin embargo, es el ambiente amigable de Curucho. No te pierdas la experiencia de probar el Cococafé y el pan de elote, pero menos aun la de conversar con David Hernández, el barista que seguro encontrarás cuando quiera que pases.

Chiapas 120, esquina Tonalá, Roma.
Tel. 5264 1285
L a V de 7:00 a 20:30 horas. S de 8:00 a 15:30 horas.
Costo aproximado: $60 por persona.

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[25 de abril de 2014]

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