Biblioteca pública Aeromoto: leer arte en la época hiperveloz
Su nombre sugiere movimiento, rotación, fuerza; proyecta la imagen de un mecanismo activado por el poder de una energía. No se trata de una estructura de dinámicas convencionales, sino de un espacio de ánimos experimentales. Aeromoto es un nombre sugerente para un proyecto donde el motor es la lectura y su impulsor el arte.
El proyecto
Aeromoto es una nueva biblioteca de arte pública, cuyo principal objetivo es “lograr acercar las letras y los signos a las personas. Fomentar y despertar el interés por la cultura. Hacer palpable el beneficio y el placer que se encuentran en la imaginación”. Así lo entienden sus fundadores Maru Calva, Macarena Hernández, Mauricio Marcin y Jerónimo Rüedi, quienes el pasado 31 de enero abrieron la puertas de este espacio que, desde hace tiempo, se antojaba necesario.
Sus bases y su concepto están inspirados en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, que hasta hace poco tiempo (antes de que fuera donado al INBA por su creador, Francisco Toledo) era el ejemplo de un proyecto independiente, dedicado a hacer comunidad a través de la cultura. Así, siguiendo los esfuerzos de Toledo y el IAGO, los miembros de Aeromoto buscaron la forma de hacer que sus bibliotecas personales se convirtieran en públicas. “Guardando las distancias, deseamos llegar a tener la incidencia que un espacio de esas características tiene en la vida cotidiana de los seres.”
En un país donde el interés por la lectura es bajísimo, y donde los proyectos editoriales y/o artísticos independientes no tienen un panorama de vida alentador, Aeromoto parece nadar a contracorriente. Destaca, sin embargo, por ser un proyecto honesto, alejado de los falsos discursos —acompañados, generalmente, de intereses económicos— y guiado, casi, por amor al arte. Sus apuestas son significativas y los desafíos muchos:
“En un mundo donde la lectura es desdeñada, apostamos por la convivencia en torno a los impresos. De diferentes maneras, Aeromoto pugna por el tiempo lento que los libros exigen. En la época de lo hiperveloz, desde la retaguardia, propone la serenidad […]. Nuestros desafíos corren por varias sendas: al ser un esfuerzo emprendido por cuatro personas, la economía es un asunto espinoso y complejo. Creemos que será sustentado por la comunidad o no lo será. Otro de los desafíos es el bajo índice de la lectura. Pero Aeromoto intenta rascar en donde pica.”
El acervo y su funcionamiento
Si bien es cierto que en la ciudad de México existen algunas bibliotecas con acervos significativos dedicados al arte, sus propósitos son principalmente académicos. Aeromoto, por su parte, apuesta por el acceso al conocimiento desde una dimensión profunda, donde los libros pueden detonar experiencias particulares. Lo mejor: sus puertas están abiertas al público en general.
Actualmente su acervo está conformado por cerca de 1, 300 volúmenes, provenientes de las colecciones de sus fundadores así como de donaciones e intercambios con editoriales e instituciones como Ediciones Acapulco, la Fundación Jumex, el Museo Universitario del Chopo o el Taller de Ediciones Económicas. Todos los libros son recientes y contemporáneos. Sus temas: historia del arte, crítica de arte, curaduría, museografía, arquitectura, diseño gráfico, urbanismo, espacio público, tipografía y poesía experimental. También existen monografías, catálogos, fanzines y libros de artistas.
En términos de organización, Aeromoto se rige por el concepto de “estanterías abiertas”: todos los volúmenes están organizados de tal forma que los usuarios puedan seleccionar directamente de los estantes. Se pueden hacer consultas internas —totalmente gratuitas— o préstamos a domicilio por período de dos semanas, a través de una membresía que cualquier persona puede tramitar directamente en la biblioteca. Además, si cuentas con un archivo personal, puedes prestarlo temporalmente.
El espacio
Cuentan sus fundadores que todo en Aeromoto está guiado por la economía y la ecología… por un cuidado estricto en los recursos. “¿Qué desea alguien que va a una biblioteca?, ¿qué se necesita para leer cómodamente?” Aunque se trata de un lugar pequeño y modesto, entre 10 a 12 personas se pueden desplazar libremente, sentar u ocupar las mesas de trabajo.
En cuanto al mobiliario, “es sencillo, hermoso y artesanal”. El equipo trabajó con un maestro carpintero para armar cada uno de los libreros de la biblioteca.
Ubicación y horarios
Venecia 23, col. Juárez. Ciudad de México
Martes a viernes: 12:00 a 20:00 hrs
Sábados: 11:00 a 16:00 hrs
Andrea García Cuevas
Estudió Arte en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Fue Coordinadora editorial en Código, actualmente es coordinadora editorial en el Museo Tamayo y editora del blog de la galería Ángulo 0. Ha colaborado para medios impresos y digitales como GasTv, La Ciudad de Frente y Ediciones Transversales.
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