El pasado 4 de diciembre, en la Ciudad del Vaticano, se inauguró la exposición Santiago Calatrava: La metamorfosis del espacio, donde se exhiben 140 trabajos que muestran la complejidad formal de la producción del ingeniero y arquitecto valenciano.

La muestra incluye una selección de modelos arquitectónicos con los procesos de diseño correspondientes, además de una serie de acuarelas complementarias que subrayan marcadamente la participación creativa que inspira los proyectos. También, una vasta colección de esculturas, pequeñas y monumentales, hechas de bronce, mármol y madera.

La combinación de trabajos guía la mirada del observador hacia distintos niveles de percepción de los volúmenes arquitectónicos, el espacio y las formas características del quehacer arquitectónico y artístico del español, caracterizado por sofisticadas y muy complicadas soluciones estructurales, amplio dominio de la geometría y la resultante poética espacial.

La exposición representa un respiro en el ajetreo jurídico y mediático que envuelve a Santiago Calatrava últimamente. En 2013, acumuló más demandas que premios: presupuestos de obra triplicados, altísimos costos de mantenimiento, infinidad de vicios ocultos, intervenciones al poco tiempo de inaugurados, pésima acústica, goteras, y la lista sigue y sigue.

La última adquisición para su colección de demandas proviene de las autoridades judiciales italianas, quienes reclaman 3.8 millones de euros por daños al erario público, derivados de los gastos generados por errores de diseño y ejecución del Puente de la Constitución, en la ciudad de Venecia. El puente es una espectacular pasarela de cristal sobre el Gran Canal que une la Plaza de Roma y la estación de trenes. Sin embargo, es tremendamente resbaladiza, especialmente cuando llueve, al grado de tener que disponer policías a cada lado para ayudar a cruzar a residentes y turistas. Es un absurdo total.

Parece que Calatrava se ha cegado con su propia luz, atraído por la seducción del narcisismo. Sus caprichos están cobrando la factura por tergiversar el deber ser de la arquitectura como una manifestación del hombre para el hombre, que debe servirle y no sólo regocijarle.

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Curada por Micol Forti —curador de la colección de arte contemporáneo del Vaticano—, Santiago Calatrava: La metamorfosis del espacio se exhibe en el Braccio di Carlo Magno, bajo el auspicio de los Museos del Vaticano y el Consejo Pontificio para la Cultura.

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[19 de diciembre de 2013]