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Estética del desacuerdo. Entrevista con Edgardo Aragón

11.03.2014

 

La obra de Edgardo Aragón indaga las formas en que distintas instituciones ejercen poder —desde imperios, gobiernos, regiones, comunidades y la propia familia, hasta llegar al individuo y su lucha por el espacio vital.

Ahora que el artista presentará la exposición individual Desde Oaxaca en La Fragua (Madrid), platicamos con él acerca de los temas recurrentes en sus obras y de su proceso de trabajo.

Háblanos de la importancia del sentido del viaje y del paisaje en tu trabajo.

El paisaje es uno de los elementos más importantes en mis obras. Me di cuenta de ello conforme me resultaba más relevante la particularidad del contexto. Matamoros (2009) se convirtió en una reflexión sobre el paisaje mexicano que se narra desde dos perspectivas: la primera gira en torno a un paisaje de los años 80 que es construido a partir de la rememoración del personaje que realizó ese recorrido en su ruta de narcotráfico, y la segunda es la visión que obtengo de la cámara al acompañarlo reconstruyendo ese viaje. La cámara recoge un paisaje rural del México actual que en su devastación no deja de ser interesante.

En Luz (2012), el personaje va caminando en dirección al sol sin meta fija u otro referente, como una metáfora del estar extraviado y del miedo a la muerte. La migración como condición humana es una constante en mi obra.

Constantemente haces paralelismos entre los límites de la autoridad y los límites territoriales.

Yo crecí en un espacio donde había disputas constantes por el territorio, entre familiares y gente muy cercana. Me interesa la relación de las drogas con el poder y el territorio, aunque en mis obras que tienen de fondo el narcotráfico en realidad estoy hablando de una sociedad quebrada, que necesita buscar espacios para respirar y sobrevivir, a través de varias formas de crimen, como la corrupción política o el tráfico de drogas, de personas, de tierras y de recursos naturales.

El territorio es una parte crucial del ser oaxaqueño, donde la gente es muy política y aguerrida. Los conflictos internos dejaron mil huérfanos el año pasado, por ejemplo. Se vive en un nivel alto de esquizofrenia, una atmósfera de paranoia por lo que el vecino pueda intentar quitarte. Proteger tu espacio es una paranoia intrafamiliar, vecinal, municipal, estatal.

En estas transacciones la gente no hace nada por el espacio en el que está, sólo piensan en su supervivencia inmediata y en defender su permanencia, lo cual no necesariamente reditúa en beneficio del lugar.

En mi obra hablo de situaciones globales como el neoliberalismo de una manera cercana y clara, desde momentos específicos, como el tráfico de drogas, los asesinatos políticos o las disputas territoriales.

 

Luz, 2012

 

También abordas el problema del territorio y la explotación de recursos naturales a nivel global.

El FMI es una policía fiscal o económica que obliga a las naciones a vivir como ellos quieren. Esta invasión es a partir del desconocimiento de la forma de vida del otro. En México tenemos una parte considerable de nuestro territorio concesionado a corporativos extranjeros para extraer minerales; en 2011 investigué sobre esta condición extensiva a todo el continente. Los gobiernos neoliberales que hicieron estos pactos tienen maniatados a gobiernos como el de Perú respecto a su propio territorio. Las transnacionales no pagan impuestos o los pagan en sus propios países, entonces no hay derrama económica dentro del país que explotan. Además tienen capacidad de contratar guardias blancas, o seguridad privada, que se encarga de asesinar a los locales que quieren manifestarse.

El gobierno mexicano siempre está a favor de las mineras, como en el caso de la mina San José del Progreso en Oaxaca, a la que se opusieron muchos manifestantes locales; el gobierno de Oaxaca mandó policías a dispersarlos y a proteger las instalaciones de la minera canadiense. Las mineras mexicanas como Grupo México, a partir del régimen de Carlos Salinas, se han establecido en todo el país con los métodos más violentos.

La encomienda (2012) es una protesta simbólica en una mina abandonada, un espacio explotado en el que ya no sucede nada. En esta acción un coro interpreta una composición de forma barroca, inspirada en frases de protestas contra ocupaciones de compañías transnacionales, que refiere a la tradición de explotación de siglos en América Latina.

Para facturar la serie Montealbán (2012), extrajiste una piedra de esta zona arqueológica que luego pulverizaste para realizar 50 estampas de la imagen de una vivienda, misma que simboliza los hogares de las 50 familias indígenas desplazadas de esa zona en 2009. Es una crítica a la hipocresía del gobierno oaxaqueño que utilizó el argumento de conservación patrimonial para desplazar habitantes con verdaderas raíces identitarias en esas tierras, y que en realidad fue motivado por el interés económico de turismo y consumo del espacio.

Me gusta la idea de que al invadir un predio como Monte Albán, le quitan el aura de ruina y empieza a ser un lugar vivo, van a contracorriente de lo que el Estado y los académicos opinan acerca del uso que debería tener un lugar como ése. Se defiende a ultranza que una piedra sea extraída del lugar y no se defiende que un indígena sea apaleado todos los días, como ocurre cotidianamente en Oaxaca.

Me parece interesante hablar de estos dobles discursos también en los propios zapotecos originarios, ya que ellos conforman otro grupo político que se dedica a invadir zonas, y no siempre utilizan estas banderas políticas de manera honesta. El pacto social es lo que más me llama la atención: cómo es que a veces la sociedad prefiere que el gobierno desaloje a quienes invaden estos espacios en lugar de pensar en cómo podría repararse la situación de fondo.

Muchas de estas familias indígenas vivían asentadas en la zona antes de que el gobierno de Lázaro Cárdenas empezara a invertir en el rescate y conservación de los elementos arqueológicos; despoblaron la zona en el acuerdo de que se les daría un lugar adecuado para vivir. Al no obtenerlo, muchas de esas familias regresaron a asentarse en los alrededores, pero ahora en calidad de invasores. Este año un grupo de especialistas extranjeros en patrimonio mundial nombró a Monte Albán como el sitio inscrito en la lista de la UNESCO con el mejor plan de manejo del planeta.

La lucha por migrar y buscar constantemente un lugar donde vivir es una condición humana que me parece particularmente interesante para abordar dentro de mi obra.

 

La encomienda, 2012

 

Háblanos sobre la tradición oral, la superstición y la música popular dentro de tu obra.

En La trampa (2011) hay una historia que se va contando de boca en boca. Me interesaba retomar este elemento histórico de tradición oral, reinterpretarlo y que se volviera a integrar, y así modificar la propia historia. Al final logro que una obra viaje por un canal diferente que no sea el video o un espacio de exhibición porque, a nivel conceptual, en términos de distribución y apreciación, es un canal diferente. Me parece saludable, pues se convierte en un performance en el que la gente ejecuta, al hablar, esta nueva historia.

En la serie Mensajes (2007) juego con elementos que ya están presentes: los temores propios de los habitantes de la región. Son advertencias sobre la venta irregular de terrenos, el advenimiento del narcotráfico, la presencia de guardias blancas o grupos paramilitares.

Intento que parte de la idiosincrasia sea trastocada o modificada con estas obras, intento influir en las personas que participan en los proyectos; van dirigidos a ellos.

Lejos del idílico pacto social encuentras una convivencia basada en treguas temporales. Tinieblas (2012) es la sincronización de interpretaciones siempre desfasadas, que no logran armonía.

Son periodos de calma tensa en los que de pronto todo puede explotar. A veces no hay un motivo, sino fugas de una eterna rivalidad de orgullo. Tiene que ver con la subdivisión durante o anterior a la conquista, por los grupos indígenas que habitan ese territorio. Salta a la vista encontrar que muchos de los insultos que se escuchaban en la época prehispánica siguen siendo utilizados actualmente por mixtecos y zapotecos. Son elementos de una herencia en la que pervive el rencor.

¿Qué tan importante es la imagen metafórica o estetizada en tu trabajo? Construyes imágenes que son metáforas de la violencia y no imágenes explícitas.

Mi obra es explícita en la violencia, pero en el tema psicológico, no en la sangre. Cuando arrojan un cuerpo a un lugar público, el nivel de extorsión y atemorización me parece más violento que el propio asesinato, porque en la demostración de violencia provocan que toda una comunidad se tenga que desplazar. El miedo provoca la migración de comunidades enteras.

 

Mensajes, 2007

 

¿Es complicado tomar ese doble papel como autor, al obtener testimonios y materiales de tipo documental y a la vez construir escenarios y situaciones ficticias dentro de tus obras? ¿Cuáles son las dificultades de trasladar esta metodología —tu proceso artístico— de contextos nacionales que te incluyen de manera autobiográfica a contextos internacionales con problemáticas políticosociales en las que no estás inmerso?

En el arte hay mucha libertad, no hay separación, eres un personaje más en el contexto y lo que estás haciendo es parte de ese contexto. No debe haber una separación. Hay aspectos técnicos que debes cuidar, pero enriquece mucho tu trabajo el que formes parte de esa problemática.

Somos resultado de una sociedad sumida en la corrupción. Estamos inmersos desde los círculos más íntimos, que son nuestra familia y comunidades. Lo autobiográfico también me ha servido para plantear un asunto generacional: yo nací en 1985, y hay una gran diferencia en cómo hablan de nuestro país las personas más grandes. La ruina es un elemento importante de nuestra generación, desde las devaluaciones hasta ahora. Quise abordar esta crisis moral y económica desde los ámbitos más cercanos, como mi familia. En Quebrantahuesos (2012) hablo desde mi vida familiar sobre la herencia de la Revolución mexicana (que no se llevó a cabo).

 

Quebrantahuesos, 2012

 

Con las dos obras que recientemente produjiste en Bélgica —Force publique (2013) y Hunter (2013)— se inaugura una nueva etapa en tu trabajo, con nuevas latitudes y nuevas problemáticas. En la primera comisionas a dos personas de ascendencia africana a remover la nieve de los accesos de un suburbio en Bélgica; lo realizan sólo con la mano izquierda en alusión a las mutilaciones de miembros a las que los colonos Belgas sometían al pueblo del Congo como prácticas de disciplina. En la segunda comisionas a un cantante africano a dar un recorrido en un zoológico belga mientras entona canciones de caza típicas de África, para reflexionar sobre la calidad de vida de los inmigrantes procedentes de los países postcoloniales y la vida en cautiverio de los animales del zoológico. En las dos obras conservas tu interés por la memoria histórica, la crítica al colonialismo y la segregación racial. Platícanos sobre tus proyectos futuros.

Estoy trabajando en una pieza que recrea los «vuelos de la muerte» en Guerrero, en los que desparecían a los campesinos que se integraban a la guerrilla de Lucio Cabañas, una recreación de los vuelos al pacífico de aviones del ejército mexicano. Desde una avioneta voy a arrojar un «bule», un instrumento para beber agua hecho con una calabaza, típico entre los campesinos de la zona y de uso común entre los campesinos guerrilleros de la década de los 70 que aparecían enteros o en partes en las costas turísticas de Oaxaca. No hay nada tangible sobre los «viajes de la muerte». La pieza se llamará Exterminio por la manera de operar del gobierno en los 70, cuando arrasaban con pueblos enteros.

Estoy realizando un proyecto en tres partes sobre las viejas fronteras que existían entre Canadá, Estados Unidos y México. Para la primera parte viajé a Canadá para ver a los búfalos, una especie que fue prácticamente exterminada igual que los pueblos originarios de ese país. La idea es perseguir un fantasma: el de los pueblos que cazaban al búfalo para sobrevivir.

La segunda parte es sobre la invasión de Estados Unidos a México, cuando se buscaba que Texas, que aún pertenecía a nuestro país, fuera independiente para poder adquirir esclavos ahí.

La tercera parte es sobre el asesinato de un niño mexicano por un Border en el Río Bravo: le dio un tiro en la cabeza porque le había estado arrojando piedras. La obra problematizará cómo es que un agente mata a un inmigrante sin que haya repercusiones, destacando matices como el hecho de que este agente es de origen mexicano. La tesis es que, así como cuando Pancho Villa invadió Columbus no pudo ser atrapado, los estadounidenses ven en cada mexicano a un invasor que debe ser cazado, una cara de la insubordinación. En la obra, en el lugar donde fue asesinado el niño, un vaquero entonará una canción que cantaba el ejército estadounidense cuando persiguió a Pancho Villa hasta México, como si esa persecución no hubiera terminado y cada migrante tuviera que pagarlo.

El paso (Obra en proceso)


[11 de marzo de 2014]

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