Para Rita McBride, la escultura es aquello que está en el paisaje pero no es el paisaje.

En la exposición que se inauguró ayer en el Museo Tamayo —Rita McBride. Transacción pública—, la artista pone en diálogo escultura y arquitectura. La muestra incluye 26 piezas monumentales que permiten la interacción con los visitantes, como Backsliding, Sideslipping, One Great Leap and the Forbidden, que es una reproducción de la planta baja de Villa Savoye de Le Corbusier y que transforma la manera de experimentar el espacio de la exposición. Otra pieza de gran formato es Arena, un anfiteatro modular de madera que puede activarse como parte de presentaciones, performances y actividades, entre las cuales se encuentra la presencia de LIGA Espacio para Arquitectura y varios artistas contemporáneos.

La exhibición, curada por Julieta González y Magnolia de la Garza, tiene dos ejes: el primero aborda el uso de la escultura como monumento y recorre los cambios en la definición de la escultura en los años 60 y 70. El segundo eje es el término “equipamiento” definido por Le Corbusier, quien resalta la funcionalidad del diseño. Rita McBride transforma objetos funcionales en objetos estéticos, de modo que pierden su utilidad al ser considerados piezas de arte.

En palabras de McBride, la muestra busca hacer notorias las piezas que habitualmente se ven en oficinas, salas o calles, como las cajas de luz, las tuberías y las estructuras metálicas. Así, las columnas y el piso del museo se convierten en parte integral de la exposición, junto con el diseño museográfico, que estuvo a cargo del despacho de arquitectura Productora. Se trata de “interrumpir los flujos de circulación tradicional con las mismas esculturas, de tal suerte que el espectador sea más consciente de la arquitectura del propio museo”, dice la curadora Magnolia de la Garza.

En el video de arriba, mira un time lapse de la construcción de la escultura pública Mae West en Munich.