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Detalle de la 56ª Bienal de Venecia (Katharina Grosse, Untitled Trumpet. Fotografía de Alex John Beck. Tomada de Art Africa.

Okwui Enwezor en la memoria de Abraham Cruzvillegas

Especial 25.03.2019

Abraham Cruzvillegas

Fallecido recientemente después de librar una batalla contra el cáncer, Okwui Enwezor será recordado por su mirada libertaria, horizontal e incluyente.

Hace no mucho tiempo presenté mi trabajo en la Haus der Kunst de Múnich, un impresionante museo, más que por su infame edificación, por su generoso programa de exposiciones, publicaciones y eventos. En esa ocasión tuve la oportunidad de dialogar y trabajar con Okwui Enwezor, quien era responsable de esa institución hasta su prematura desaparición, hace algunos días.

Piezas de arte hechas con residuos. Okwui Enwezor.

Detalle de la exposición de Abraham Cruzvillegas en la Haus der Kunst. Tomada de Domus.

Él mismo me acompañó recorriendo las exposiciones que había en ese momento, y sus comentarios —de la mano de su sonrisa relajada— produjeron casi igual número de escalofríos de emoción que las obras de los artistas ahí presentados, Lorna Simpson y Richard Artschwager.

Lo había encontrado antes, en 1999, cuando fue cocurador de la muestra Cinco continentes y una ciudad, en el Museo de la Ciudad de México, en la que participé con unos racks hechos de rejas metálicas con rueditas, como los que usan los vendedores ambulantes en el centro de la megalópolis, cubiertos con calzones impresos con fotos de obras previas e imágenes de mi archivo, incluyendo retratos de familiares y escenas de significado subjetivo y personal.

También incluí una escultura hecha de mosaicos hechos a mano en la comunidad de San José de Gracia, en Michoacán, años antes, con textura similar a las de las famosas ollas en forma de piña de ese pueblo, dispuestas en esquina directamente sobre el piso, como un guiño arrogante y naïve al Minimalismo.

Enwezor me dijo entonces que encontraba similitudes entre mi trabajo y el de algunos colegas africanos, no tanto por los aspectos formales o conceptuales de las obras, sino por el puente que se abría entre ellas —las mismas de un solo autor—, tal vez de manera inconsciente, diversas y contradictorias, en cuanto al valor artesanal, industrial, mágico y social del objeto artístico en contextos depauperados por el colonialismo, en donde el plástico cabe perfecto junto a la cerámica, el textil, el acero inoxidable, el unicel y la chaquira, con todos sus índices históricos.

Luego lo vi de nuevo, cuando era encargado de asuntos académicos del San Francisco Art Institute, donde hice visitas a los estudios de los alumnos como profesor visitante; ya conocía su reputación, como curador, poeta y entrepreneur cultural en los tiempos que se han llamado postcoloniales, y que en mucho deben su denominación a un puñado de personas, entre los que se cuenta él.

Maniquíes con trajes victorianos. Okwui Enwezor.

Detalle de la documenta 11 (Yinka Shonibare, Gallantry and Criminal Conversation, 2002.) Tomada de The Art Section.

Primer curador negro de las bienales de Johannesburgo, de Sevilla y Venecia, de la dOCUMENTA11, y de otras no menores exposiciones termométricas, su trabajo significó un parteaguas en el desarrollo de las discusiones todavía vigentes en el panorama del arte contemporáneo, concurrente en una mirada libertaria, horizontal y sobre todo, incluyente. En sus propios términos, con vista al sur.

Su cercanía con varias generaciones de artistas, en el largo plazo tomó forma de discusiones que abundan en la diferencia, no solo cultural, sino también económica y política, de los medios de producción, distribución y consumo del arte, más allá de su mero espectro mercantil, más allá de la gestión y la administración de proyectos.

Esos diálogos, que son exposiciones, catálogos, conferencias, textos, entrevistas y obras de arte, dan fe de su vasto vocabulario, de su profundo discurso como intelectual y creador, como cabeza de grupo, como faro en la noche del resurgimiento del fascismo y la intolerancia que hoy nos alcanza.

En Múnich, hablábamos —con Clara Kim, curadora de mi muestra— de las diversas maneras de montar una exposición, sobre todo en condiciones tan complejas, como sucede en ese lugar cuya arquitectura impositiva y monumental representa un gran reto.

Retrato de Okwui Enwezor.

Retrato de Okwui Enwezor. Fotografía de Dominik Gigler. Tomada de la web del fotógrafo.

Convenimos en que la única forma de lidiar con ese espacio, cuyas salas largas marmóreas, estrechas y altísimas —que bien podrían definirse como un chorizo— era contestar el fuego con fuego; así decidí hacer un hilo narrativo con mis obras, que sería análogo al baile encadenado de las parejas en la serie televisiva The Soul Train, con «Lose Yourself To Dance», de Daft Punk (con la sublime guitarra de Nile Rodgers y la aterciopelada voz de Pharrell Williams), como soundtrack. Okwui, en su traje y corbata, de azul muy oscuro —elegante celebérrimo— estaba feliz.

Abraham Cruzvillegas

Es miembro activo de la Sociedad Intergaláctica de Tai Chi Taoísta. Es profesor de la Ecole Nationale Superior de Beaux Arts en París.

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Detalle de la exposición de Abraham Cruzvillegas en la Haus der Kunst. Tomada de Domus.

Detalle de la documenta 11 (Yinka Shonibare, Gallantry and Criminal Conversation, 2002.) Tomada de The Art Section.

Retrato de Okwui Enwezor. Fotografía de Dominik Gigler. Tomada de la web del fotógrafo.