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Ronaldo Schemidt, La crisis de Venezuela, 2017. Tomada de World Press Photo.

World Press Photo 2018. Representación y verdad

Reseña 03.09.2018

Manuel Guerrero

En esta reseña se analizan las relaciones entre la fotografía y la historia del arte presentes en el trabajo de algunos participantes del World Press Photo 2018.

Desde 1955, el concurso World Press Photo (WPP) presenta los trabajos más destacados en el campo del fotoperiodismo, realizados por fotógrafos de todas partes del mundo. La edición de 2018, que se exhibe en el Museo Franz Mayer hasta el 23 de septiembre, reúne 137 imágenes, seleccionadas entre un total de 73 044. En esta ocasión, Ronaldo Schemidt ganó el premio con la fotografía La crisis de Venezuela, que muestra a un joven envuelto en llamas durante una protesta en Venezuela.
En la rueda de prensa de inauguración de la muestra en México, Schemidt explicó el contexto de la imagen: la fotografía fue tomada en el país sudamericano, durante un enfrentamiento entre la guardia nacional y manifestantes, quienes lograron quitarle una moto al grupo de uniformados para incendiarla. Cuando el fotógrafo notó que era muy peligroso estar tan cerca de lo que ocurría, consideró moverse del lugar pero, antes de retirarse, uno de los manifestantes golpeó el vehículo y éste explotó. Al voltear, Schemidt levantó la cámara y comenzó a tomar fotos de lo ocurrido: del fuego salió José Víctor —la persona en la imagen. «Eso duró aproximadamente, en mi registro de fotos, 14 segundos. Nunca esperé algo así», concluye el fotógrafo.
Respecto a la crudeza del acontecimiento, en comentarios posteriores, Ronaldo Schemidt señaló que la esencia del fotoperiodista «no es ser partícipe de las historias, sino contarlas de una manera correcta, seria, con ética y responsabilidad».
Las palabras de Schemidt detonan una serie de preguntas en torno a la historia y papel de la fotografía en la sociedad actual por la mención sobre lo «correcto» y «responsable» en el trabajo del fotógrafo. Por décadas, este medio fue considerado como un modo de representación objetiva de la realidad, en la que, si bien el fotógrafo tiene una limitación temporal en la narrativa del acontecimiento que captura, sus posibilidades técnicas para captar cada detalle es «superior» a la de otros medios, como la pintura. Sin embargo hoy, después de toda una revolución tecnológica que permite la manipulación de imágenes estáticas o audiovisuales —con herramientas digitales relativamente sencillas de utilizar— capaces de influir en la opinión pública y política, ¿es pertinente sotener la idea de la fotografía como una técnica y un dispositivo de representación visual de la verdad?
La cuestión previa recobra fuerza con las declaraciones de Babette Warendorf, curadora de WPP, en la rueda de prensa ya mencionada, en la que comentó que el proceso de selección para las fotografías que integran la exposición y las que son premiadas atiende a la técnica de la foto y la historia detrás; aspectos que caracterizan a una «gran fotografía de prensa», según el jurado de World Press Photo.
¿Qué hace «grande» a una fotografía, digna de ser galardonada? Es indiscutible que un certamen —independientemente de la disciplina— recurre a un criterio particular o acordado por un grupo de personas para premiar a una producción cultural, una decisión con la que el resto de personas en el público podemos convenir o rechazar. Sin embargo, conforme recorremos la muestra, queda claro que en algunas piezas de la WPP hay aspectos que van más allá de un enfoque periodístico e informativo orientado a contar la «verdad», los cuales ponen en entredicho la ilusoria omnipotencia de la fotografía para representar los sucesos del mundo con total inocencia, sin sacrificar el legado plástico que sigue a esta disciplina y técnica.

Li-Huaifeng, Earth Kiln, 2017. Tomada de World Press Photo.

Un ejemplo de lo anterior es el trabajo de Li Huaifeng titulado Earth Kiln, que destaca más por la composición y tratamiento de la luz que por la historia que la envuelve: un par de hermanos que viven en un yaodong1 (cueva de horno) —cavada en una meseta ubicada en la parte central de China— miran un programa en una computadora personal, mientras su habitación es iluminada por una luz tenue y fría que nos deja ver los alimentos que consumen, los acabados de su hogar, el sedoso pelaje de su mascota y los utensilios empleados para realizar las labores diarias.
La obra de Huaifeng abreva lo suficiente de la pintura del Siglo de Oro neerlandés como para ignorar su espíritu bucólico; sin embargo, su papel como un archivo fotoperiodístico resulta ambiguo por el tratamiento de la imagen, que sugiere más una exploración histórica de la tradición pictórica a partir de la fotografía que un intento por dar a conocer un modo de vida.
No trato, con esto, de demeritar la participación de Huaifeng ni el valor de su fotografía como documento periodístico. Lo pertinente de su caso es cuestionar cómo la fotografía es un medio que juega en un cruce entre el género artístico y la construcción de la verdad a partir de un enfoque periodístico, capaz de desplazarse entre uno u otro polo, teniendo implicaciones simbólicas diferentes en cada contexto.
Es curiosa la relación entre arte y periodismo que posibilita la fotografía: por un lado, la producción artística ha sido valorada en distintos momentos de la historia —en tanto representación— como una apariencia, metáfora, alegoría o, en tiempos recientes, como un espacio de crisis para discutir ciertos fenómenos o coyunturas desde un proceso creativo. En la historia del arte, la fotografía no está exenta de alguno de estos calificativos, pues aun si una foto fuera capaz de engañar a las aves que picotearon las uvas del antiguo pintor griego Zeuxis en aquel encuentro contra Parrasio por determinar quién era el artista más grande, no podemos dejar a un lado el hecho de que el cuadro de la fotografía es una sección abstraída intencionalmente del momento: lo que pareció de interés al fotógrafo es una decisión subjetiva, tomada por un individuo que siente y es afectable por lo que lo rodea. Sumada a las herramientas de edición digital de las que disponemos hoy en día, los resultados que pueden conseguirse son casi ilimitados.
Por otra parte, el periodismo, en su compromiso por informar de manera objetiva e imparcial un acontecimiento, encomienda al fotógrafo —un profesional capaz de mutilar una parte del tiempo y el espacio en un formato bidimensional— la compleja tarea de desprenderse un poco de esa condición humana para informar, fuera de sí mismo, lo que sucede.

Thomas P. Peschak, Back in Time, 2017. Tomada de World Press Photo.

WPP 2018 presenta momentos en los que el punto medio entre la veracidad del acontecimiento empata con una humilde percepción de lo que el fotógrafo puede hacer dentro de las propias restricciones de su medio. Ejemplo de esto es la pieza Back in Time de Thomas. P. Peschak, en la que Peschak sostiene la imagen de una numerosa colonia de pingüinos africanos fotografiados a finales de 1890, en contraste con una toma contemporánea —realizada por él en el mismo lugar que la fotografía del siglo pasado. En la «nueva imagen» es posible ver una parte del ínfimo 2.5% de la población total que existen en la actualidad; reducida en gran medida por intervención directa o indirecta del ser humano.
En una clara alusión al trabajo del artista estadounidense Kenneth Josephson, Peschak logra mantener una distancia del fenómeno reportado al poner en el mismo plano dos imágenes: una encuadrada de manera «objetiva» y otra de un modo intencional. Si bien el acercamiento fotoperiodístico no es el mismo que plantea Ronaldo Schemidt, para quien el fotógrafo debe mantenerse al margen de las historias representadas para narrarlas correctamente, la propuesta de Peschak logra su cometido al confrontarnos con un acontecimiento tangible, recurriendo a un ejercicio un tanto poético.
De vuelta a la cuestión planteada al inicio del texto sobre la fotografía en tanto dispositivo de verdad, es pertinente valorar obras presentadas en WPP más allá de la perspectiva moderna de la fotografía como representación indiscutible de un fenómeno: en cada fotografía hay un cierto grado de artificio; algo que el autor, aún dentro de su compromiso por comunicar lo acontecido, considera necesario destacar a través de las habilidades técnicas de las que dispone y las referencias que, como individuos pertenecientes a una condición cultural nutrida por la historia de diferentes territorios y sociedades, nos permiten comprender un parte de todo lo que ocurre en el planeta.

World Press Photo 2018 se presenta hasta el 23 de septiembre en el Museo Franz Mayer.

1 Los yaodongs permiten a los habitantes sobrevivir los intensos inviernos, gracias a las paredes forradas de tierra que permiten un aislamiento térmico excepcional.

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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Li-Huaifeng, Earth Kiln, 2017. Tomada de World Press Photo.

Thomas P. Peschak, Back in Time, 2017. Tomada de World Press Photo.