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Regina José Galindo, Sangre de cerdo, 2017. Fotografía de María Luisa. Tomada de la web de la artista.

El mal visto por las artes. 8 proyectos siniestros

Lista 29.10.2018

Ana Cristina Ortego

El mal, la violencia y la crueldad son los ejes sobre los que artistas, directores de cine, arquitectos, e incluso diseñadores de moda, reflexionan.

No hay una respuesta universal a la pregunta ¿qué es el mal? Existen diversas posturas filosóficas, psicológicas, antropológicas (por mencionar algunas) que intentan dar respuesta; sin embargo, la pregunta sigue y seguirá estando abierta a discusión.

Diversas disciplinas creativas han abordado el tema a lo largo de la historia con finalidades analíticas, reflexivas o doctrinales; como sea, ha estado presente en el arte, el diseño, la arquitectura y otras disciplinas.

La figura del mal supone un complejo entramado conceptual y existen muchas formas de abordarlo; artistas, músicos, cineastas, diseñadores y arquitectos contemporáneos la analizan. Resulta pues una fuente inagotable de inspiración para la producción creativa.

Al final, la figura del mal es inherente a la libertad humana. Podríamos pensar, en su definición más simple, que el mal es aquello contrario al bien pero, ¿qué pasa cuando deviene en herramienta para reflexionar sobre nuestra naturaleza, nuestra historia y nuestra sociedad?

ARTE

Rhythm, de Marina Abramović

Rhythm de la artista serbia Marina Abramović (Belgrado, 1946) es una serie de acciones ejecutadas entre 1973 y 1974, a partir de las cuales, la artista reflexiona sobre los límites físicos y psicológicos del comportamiento humano. En esta serie de performances (Rhythm 10, 5, 4, 2 y 0), donde la artista puso en riesgo su integridad física y psicológica e incluso su vida, se aborda la figura del mal como un límite de la conducta humana. 

Por ejemplo en Rhythm 0, el último performance, Abramovic seleccionó deliberadamente 72 objetos capaces de proporcionar placer o dolor y, asumió un rol pasivo para que el público utilizara dichos objetos sobre ella durante seis horas.

La acción, que comenzó de forma pasiva, al transcurrir de las horas se transformó en una especie de psicosis colectiva en donde los asistentes se tornaron agresivos y violentos.

Acción performática. El mal en el arte.

Marina Abramovic, Rhythm, 1974 Tomada de YouTube.

CINE

La libertad del diablo, de Everardo González

El documental La libertad del diablo, de Everardo González (Colorado, 1971), explora, a partir de diversos testimonios de víctimas y victimarios, cómo se ha insertado el fenómeno de la violencia en México en nuestro inconsciente colectivo.

Everardo González presenta una serie de testimonios en donde los entrevistados portan máscaras similares a las que utilizan los pacientes que se recuperan de severas quemaduras en la piel; recurre a este elemento para aterrizar un contundente mensaje: reconocer para reconstruir.

Las máscaras nos impiden ver los rostros y generar empatía, presenta la violencia en su forma más simple: las palabras. Y analiza la figura del mal como algo cotidiano, como aquello que penetra el tejido social hasta lo más profundo, generando dolor e inestabilidad para las víctimas, o como una forma de vida para los victimarios. Al final, «seguimos siendo de la misma especie».

ARTE

La promesa, de Teresa Margolles

La promesa es una instalación de los restos de una casa que Teresa Margolles (Culiacán 1963) derrumbó en Ciudad Juárez y que expuso en el MUAC en 2012. Esta acción revela un problema social; se trata de una de las tantas casas que han sido abandonadas a causa de la inseguridad que se vive en el país.

Margolles aborda la figura del mal (la violencia) como un pretexto para reflexionar sobre la complejidad de la memoria; la obra es aquello que queda pero no es fiel registro del suceso. Es un mecanismo que nos lleva como espectadores a confrontarnos, a ver los vestigios de nuestra fragilidad y a preguntarnos qué sucede cuando la violencia penetra en el círculo más íntimo de nuestra sociedad.

ARQUITECTURA

—B018, de Bernard Khoury

En 1998, el arquitecto libanés Bernard Khoury (Beirut 1968) construyó el famoso club nocturno B018, uno de los más famosos en Beirut.

En su vista cenital, el edificio se percibe como un bunker de guerra o un helipuerto; sin embargo, es un edificio hundido. Parte de la decoración del lugar eran asientos que tenían la forma de ataúdes; como si se tratara de una tumba comunitaria.

Este bunker nocturno fue construido en un vecindario que fue testigo de los horrores de la guerra civil en Líbano (1975- 1989), pues el terreno fue, en esa época, un campo para refugiados. Así la propuesta arquitectónica va más allá de lo funcional y opera, paradójicamente, como un memorial de la guerra, pues toma como referencia la llamada «arquitectura de guerra» para que no se olvide la historia de ese lugar y la carga simbólica que tiene.

Interior de un bar subterráneo. El mal en el arte.

Bernard Khoury, B018, 1998. Fotografía de Jon Shard,Ieva Saudargaite y Anne-Françoise Pélissier. Tomada de la web del arquitecto.

ARTE

La sangre del cerdo, de Regina José Galindo

En su propuesta artística, Regina José Galindo (Guatemala, 1974) explora las implicaciones éticas de las injusticias sociales relacionadas con la discriminación racial, de género y los abusos de poder.

En su obra La sangre del cerdo (2017), toma como referencia una clásica escena de la película Carrie de 1976, donde la actriz es bañada con sangre de cerdo que le arrojan con una cubeta. Así, la artista permanece de pie bajo una cubeta llena de sangre de cerdo que está atada a una cuerda suelta al alcance del público; éste tiene la libertad de tirar o no de la cuerda.

Con esta acción, reflexiona sobre el acoso y la intimidación por parte del presidente Trump (el cerdo) que se caracteriza por su actitud misógina y racista. Personifica la figura del mal como un aparato generador de injusticia. Al dejar en el público la decisión de tirar o no de la cuerda, reflexiona sobre la libertad que tenemos para actuar o no ante las injusticias.

Colorante rojo cayendo sobre una mujer. El mal en el arte.

Regina José Galindo, Sangre de cerdo, 2017. Fotografía de Andrei Venghiac. Tomada de la web de la artista.

MODA

—Sánchez-Kane

Bárbara Sánchez-Kane (Mérida, Yucatán) es una diseñadora mexicana que, a través de su propuesta, se entrega al caos emocional que supone diseñar. Para ella el mal es todo aquello que reprime al ser humano, y lo expresa mediante diseños que revelan diversas manifestaciones de la sexualidad que son acalladas por una sociedad que aún las ve como tabú.

En 2018, inauguró New York Fashion Week con un desfile de ropa para hombre que más allá del diseño traía a cuento un transgresor mensaje que pone en jaque la masculinidad tóxica implantada en la sociedad mexicana. Al final del desfile, dos modelos caminan en la pasarela y se detienen a bailar lentamente ante dos estructuras fálicas de yeso tratando de destruirlas; el mensaje era claro: destruir la represión social ante la sexualidad. 

Modelo con diseños perturbadores. El mal en el arte.

Sanchez-Kane en el Men’s Spring 2018. Tomada de WWD.

ARTE

Cartografías del crimen, de Erick Meyenberg

Cartografías del crimen, de Erick Meyenberg (Ciudad de México, 1980) es un proyecto relacionado con la violencia como escenario en el que transcurren las vidas de millones de mexicanos. Realizado en 2014, cuando tras hacer una residencia en el extranjero, el artista regresó para encontrarse con una oleada de imágenes explícitas y noticias sobre la guerra contra el narcotráfico, asesinatos, secuestros e injusticias tan cotidianas que parecían perder su significado real.

De forma sutil, Meyenberg busca darle peso a dicha violencia mediante manchas de sangre dibujadas sobre lienzos como si fueran mapas: huellas y vestigios de la violencia.

Hace desaparecer las imágenes violentas reduciéndolas a manchas de sangre; aborda el tema de una forma subversiva confrontando al espectador en una especie de trampa al ojo, donde nos vemos obligados a descubrir la crudeza de su mensaje mirando detenidamente la obra.

Periódico de nota roja. El mal en el arte.

Erick Meyenberg, Cartografías del crimen. Cortesía del artista.

ARTE

Checkmate or The Politics of Illusion, de Adela Goldbard

Checkmate or The Politics of Illusion, de Adela Golbard (Ciudad de México, 1979) es una instalación precaria que consiste en una estructura simple de madera apoyada sobre barriles de metal. Se asemeja tanto a un escenario de teatro medieval como a una plataforma de ejecución que el público puede activar al ingresar desde arriba y desde abajo. Expone además una serie de documentos y una pieza sonora del artista Masato Kakinoki que permiten rastrear las conexiones entre las tradiciones de quema de efigies en Gran Bretaña y América Latina, señalando el carácter desafiante de tales rituales como método de represión social.

Goldbard recurre a la figura del mal desde su carácter histórico, como una conducta inherente al ser humano a lo largo de la historia y acentúa su condición de aparato de control.

Ana Cristina Ortego

Es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Iberoamericana, durante sus años de formación trabajó como asistente de investigación para el Departamento de Arte de la Universidad. En 2011 trabajó como asistente de curaduría y museografía en el Museo de Arte Popular. Desde 2012 es curadora en Galería Ethra en donde además dirige proyectos culturales y de difusión y promoción de artistas y exposiciones. También coordina la edición de catálogos de exposiciones de Galería Ethra desde 2014.

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Erick Meyenberg, Cartografías del crimen. Cortesía del artista.